Usted está aquí: lunes 30 de mayo de 2005 Opinión De restricciones. Informe del Banco

Armando Labra M

De restricciones. Informe del Banco

Pocas veces ha merecido tan lánguida respuesta el informe anual del Banco de México. ¿Será que ya todo mundo está harto de las estadísticas oficiales que buscan, como antaño, como antes del cambio, como siempre, dorarnos la píldora exaltando los logros -o inventándolos- y encubriendo los fracasos -u omitiéndolos?

Como sea, el informe correspondiente a 2004 es, en efecto, más de lo mismo. Claro que se lanzan todos los reflectores al 4.4 por ciento de crecimiento del PIB, igualito, ¡vea usted!, que el de la economía de Estados Unidos.

Y es cierto, el año pasado la economía mexicana tuvo el mejor desempeño del siglo y el sexenio, pero bien a bien no durante todo el año, sino sólo en el último trimestre, y tan efímero resultó que ya para marzo de 2005 la economía decayó a un ritmo anualizado de 2.8 por ciento.

Si los analistas del banco central hicieran un esfuercito mayor, nos dirían por qué en promedio la economía mexicana sigue estancada en lo que va del sexenio, creciendo apenas en 1.6 por ciento, tasa promedio anual dramáticamente insuficiente para responder a las necesidades del país. Considerando el crecimiento de la población resulta que el producto por habitante a lo largo del sexenio es de apenas 0.4 por ciento anual, como promedio. El informe remarca que el año pasado el PIB por habitante aumentó en 3.3 por ciento para llegar a 6 mil 424 dólares al año y es cierto, como es que, aun con ello, ese nivel es apenas una cuarta parte del ingreso en los países de la OCDE, club al que pertenecemos, donde cada persona produce 25 mil 700 dólares.

No lo agobio con cifras, sólo le puedo decir que con todo y el desempeño notable de la economía el año pasado ninguno de los indicadores significativos supera el nivel del año 2000.

El argumento toral para explicar cualquier falla es la ausencia de las reformas propuestas a las cámaras. No. Esa no es la razón del estancamiento económico, puesto que en efecto la economía creció sin ellas el año pasado. No. La causa real del estancamiento de la economía mexicana, que está implicando el cierre de 600 empresas tan sólo este año y más de 19 mil en lo que va del sexenio, es la política económica restrictiva aplicada a lo largo de dos decenios, enfatizada en los cuatro años recientes, a pesar de sus evidentes efectos recesionarios. Se combate a la inflación y se defiende la paridad cambiaria a costa de todo lo demás, es decir, el empleo, la inversión, el bienestar social.

Más aún, la obcecación dogmática en aplicar esa medicina económica sin considerar los males del paciente lo está matando. Vemos cómo por mantener un "peso duro" decaen las exportaciones, aumentan las importaciones, principalmente de bienes de consumo, la inversión privada disminuye y día con día nos colgamos, inertes, haciendo nada, a la economía estadunidense. Pero con la novedad de que la columna vertebral de esa potencia, la industria automotriz, va en picada porque los primos hoy prefieren autos europeos y japoneses, y nosotros, amarrados a las marcas de Estados Unidos, compartimos el desplome. Y como no hemos hecho nada por estimular una industria diversificada, competitiva, moderna, asentada en el mercado interno, pues padecemos los estornudos del Norte como pulmonía galopante.

Por eso verá que la industria nacional está arrojando resultados de crisis. Por eso dicen con verdad que no se ha creado un solo empleo en el sexenio, ya que hay menos trabajadores permanentes y los informales no han aumentado tanto, de manera que el saldo es cero. ¿No me cree? Le doy dos datos: en 2000 había 11 millones de trabajadores permanentes y sólo 10.9 en diciembre de 2004. Los eventuales pasaron de 1.7 a 1.8 millones. Por un lado se perdieron 166 mil empleos de alta calidad y por otro se ganaron 93 mil de baja calidad. El saldo pues, es negativo en más de un sentido.

Y bueno, la inmensa gravedad de estos resultados es porque la población en edad, aptitud y deseo de trabajar crece en 1.2 millones al año. Piénsele: si en cuatro años no se creó un solo empleo ¿dónde andan esos 4.8 millones de jóvenes que no encontraron trabajo en lo que va del siglo? ¿Y los desempleados de años anteriores? Muchos se van a otros países, muy pocos siguen estudiando, otros muchos están en las calles, en la droga, en la violencia. (La semana pasada, al salir a medio día de un acto académico en el centro, en menos de 100 metros me ofrecieron "coca, mota o lo que quiera", dos jóvenes diferentes, mientras otros tres desde una motoneta despojaban a una señora de su bolso, además frente a una patrulla que nada hizo.)

Se habla ya en el mismísimo corazón neoliberal de la nación, la elite Hacienda-Banco de México, de desprendernos de las políticas restrictivas de Washington. Ojalá, pero no bastaría. No basta que la economía crezca porque los modelos actuales no privilegian el empleo, sino la tecnología. Es necesario crecer, pero con desarrollo, es decir, con empleo, distribución del ingreso y mayor bienestar social. Qué bueno que dejemos atrás la larga noche de la restricción monetarista, ojalá sea cierto, pero no es la meta, sino apenas el comienzo de lo que debe ser una nueva política económica para producir, distribuir, exportar en beneficio de las mayorías; de otra forma será un ajuste tecnocrático más, si acaso sucede. A ver.

 
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