Usted está aquí: lunes 30 de mayo de 2005 Opinión ¿Por dónde?

León Bendesky

¿Por dónde?

En su edición del pasado 26 de mayo el Financial Times (FT) publicó un extenso reportaje de tres de sus periodistas derivado de una entrevista a Andrés Manuel López Obrador. El título y el contenido indican que cuando menos en ese periódico se considera que el jefe de Gobierno es el principal aspirante a la Presidencia, si no es que prácticamente el ganador.

El FT ya había expresado su posición crítica en el episodio del desafuero, al que consideró abiertamente como una maniobra antidemocrática del gobierno del presidente Fox. Ahora se pregunta en la cabeza del reportaje comentado y que traduzco libremente: "¿Giro a la izquierda? El que podría ser presidente de México promete moderación, pero los empresarios están preocupados".

Este texto debe tener inquietos también a Santiago Creel y a Roberto Madrazo, los que parecen ser principales contendientes de López Obrador. Pero debiera preocupar a todos, pues se abre ya el espacio para los planteamientos sobre cómo es que conciben el estado de la nación y lo que proponen hacer al respecto quienes quieren gobernarla y, en este caso, de manera principal López Obrador.

Con esto podríamos pasar a una fase para reflexionar acerca de la situación en que se ha sumido el país en medio del deterioro político, el cuasi estancamiento de la economía, la fragilidad social y la inseguridad pública. La elección de 2006, tal como se presenta ahora, parece que estará demasiado marcada por las personalidades de los contendientes y sus respectivas historias. Ese escenario debe dejarse atrás para ir trazando una ruta y los compromisos para transitarla en el siguiente periodo de gobierno.

Queda prácticamente un año, tiempo que sería mucho mejor usar para ese debate que para seguir con el pobre espectáculo de enfrentamiento marrullero al que nos han sometido los políticos, los partidos y las instituciones del Estado. No se puede ser optimista al respecto: la rentabilidad del pleito se ha acrecentado en el mercado político para quienes viven de él, al tiempo que se hunde su utilidad para aquéllos a quienes dicen servir y que los mantienen. Se trata del más elemental cálculo de costo y beneficio que en este caso tiene una tasa muy baja de rendimiento para los ciudadanos.

El reportaje del FT sobre López Obrador se centra en las condiciones económicas. Sabemos la postura crítica que tiene sobre las políticas del gobierno federal; ha sido elocuente al respecto. Las alternativas que propone todavía están expuestas de modo muy general, y para ofrecer un programa económico en su plataforma electoral y, más aún, en un posible plan de gobierno tiene que trabajar mucho más, especialmente si va a cumplir con lo dicho al diario londinense de que en su gobierno la gestión de la economía se hará de "una manera técnica y no ideológica".

Esto es un tanto contradictorio con lo que dijo al FT sobre la necesidad de mantener la estabilidad macroeconómica a la que definió como una cuestión de sentido común. El problema, indicó, es que en los últimos 20 años se ha puesto todo el énfasis en dicha estabilidad y que lo que él "sugiere es una fórmula que puede resumirse en cuatro conceptos: estabilidad macroeconómica, crecimiento, empleo y bienestar". Nadie puede estar en desacuerdo con esta tetralogía, es la misma que han propuesto los últimos tres gobiernos. Y si la técnica va a estar al servicio de la ideología y hasta del sentido común es claro que aún hay mucho por hacer.

El esqueleto de lo que puede ser un programa de gobierno fue recogido por el FT en la entrevista con López Obrador. Se plantean siete puntos principales: 1) Cortar los gastos corrientes el gobierno en alrededor de 10 mil millones de pesos, lo que equivale a 8 por ciento, en el primer año como parte del plan de austeridad. 2) Crear trabajos con el financiamiento de proyectos de obras públicas de gran escala y favorecer la generación de ingresos y la demanda interna. 3) Reducir la evasión fiscal por medio de las auditorías practicadas al azar. 4) Preservar la independencia del banco central. 5) Mantener una cautelosa política fiscal. 6) Reorganizar la estructura administrativa de Pemex y permitir que retenga mayor parte de sus utilidades para la reinversión. 7) Reducir el costo de la deuda con el refinanciamiento de las cuentas contingentes del sector público (como los Pidiregas, el costo del saneamiento de los bancos y las carreteras).

Todavía hay muy poco de elaboración técnica en las formulaciones del jefe de Gobierno del Distrito Federal. Esqueleto son tan sólo estas propuestas y, además, uno incompleto que todavía no deja ver qué es lo que se descubrió y si representa algún hallazgo. Tiene López Obrador una inmejorable situación política para proponer un programa ambicioso de gobierno que sea técnicamente solvente, políticamente sustentable e ideológicamente consistente. Todo eso basado en el sentido común, que es, por cierto, un elemento muy rescatable de la política y que se ha extrañado ya por mucho tiempo. Pero eso solo no es suficiente. Esperamos saber más por dónde y cómo es que quiere ir el futuro candidato.

 
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