Usted está aquí: miércoles 1 de junio de 2005 Cultura Sergio Zermeño detecta ''tremenda debilidad social'' ante los dictados de la globalización

Presentarán nuevo libro del sociólogo e investigador universitario

Sergio Zermeño detecta ''tremenda debilidad social'' ante los dictados de la globalización

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

México es un país con demasiados políticos y muy poca sociedad. Así puede resumirse el planteamiento central de la obra más reciente del sociólogo Sergio Zermeño, La desmodernidad mexicana y las alternativas a la violencia y a la exclusión en nuestros días.

En el libro -publicado por Ediciones Océano- Zermeño analiza el papel de distintos actores de la vida social mexicana (campesinado, trabajadores, sindicatos, clase media, pequeños y medianos empresarios, etcétera) durante los pasados 25 años, así como el impacto en ellos de la economía globalizada.

Se trata de un ''largo recorrido" que, paralelamente, estudia aciertos y errores en el aprovechamiento de las principales fuentes de riqueza del país: el petróleo, el turismo, las remesas de los emigrantes, la maquila, la agricultura de exportación.

El balance de la investigación es ''muy deficitario". Por un lado detecta una ''tremenda debilidad social", es decir, ''la erosión sistemática de formas de organización y participación ciudadana" que permitan enfrentar la fuerte dinámica desordenadora que impone la economía abierta globalizada.

Al mismo tiempo, de manera paradójica, se da la situación de un Estado burocráticamente obeso pero débil como factor de ordenamiento social y económico.

Vaciamiento hacia arriba

Zermeño destaca un fenómeno revelador: ''Las dirigencias de todas las luchas sociales en nuestro país, desde 1968 hasta la fecha, han terminado posicionadas en la esfera política del Estado, en lugar de fortalecer las zonas de movilización.

''Si vemos las listas de diputados de las tres últimas legislaturas, vamos a encontrar los nombres de todos los dirigentes sociales surgidos en ese periodo: líderes sindicales, estudiantiles, sociales."

Ha sido brutal -describe el integrante del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México- ''la capacidad del Estado para aspirar hacia un espacio político lo que surge como un espacio social. Ha sido una especie de vaciamiento hacia arriba".

Lo mismo ocurrió con los líderes de las corrientes maoístas surgidas después del 68: buscaron, lejos de los partidos, espacios de acción social y se distribuyeron en distintas regiones del país: ''Diez años después empezaron a regresar poco a poco y a estas alturas han terminado naturalmente en el PRD. No los critico por eso, solamente demuestro que tenemos una impresionante propensión cultural hacia el vértice de la pirámide".

Otro aspecto alarmante documentado y explicado en su libro es el desprecio de los políticos y de la opinión pública por las ciencias sociales: ''¿Cómo explicarse -pregunta Sergio Zermeño- algo tan absurdo? La pobreza en el país es palpable, 80 por ciento de los mexicanos se encuentran en una situación de precariedad escolar, de violencia, y frente a este laboratorio impresionante las ciencias sociales languidecen en las universidades. Es incomprensible".

Refiere que gobiernos de países como Francia se apoyan en las universidades para solucionar problemas sociales. En México lo primero que se deja fuera a la hora de los recortes son los presupuestos para programas sociales: ''Son gastos que los políticos y los administradores consideran inútiles".

Los políticos mexicanos siguen sin entender ''que los problemas sociales son una cuestión muy compleja que requiere de inversión y de la participación de especialistas para planear soluciones. Siguen pensando que los problemas se arreglan sólo conversando con las partes en conflicto, como para demostrar que lo pueden todo".

(La desmodernidad mexicana... será presentado hoy a las 19 horas en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles, en Francisco Sosa 202 barrio de Santa Catarina, Coyoacán, con la participación de Pablo González Casanova, Armando Bartra, Héctor Díaz Polanco y el autor.)

 
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