389 ° DOMINGO 5 DE JUNIO DE 2005
 

El programa Oportunidades fracasa
Mucho dinero, pobres resultados

Daniela Pastrana / Juchitán, Oaxaca

Oportunidades es el programa estrella del sexenio para el combate a la pobreza. Tiene la mayor asignación presupuestal que haya tenido en este rubro cualquier programa federal. Con él, "sospecha" el presidente Vicente Fox, México le está ganando la batalla a la miseria.
La realidad, necia, revela un país distinto: el sistema de salud está rebasado por la demanda; la desnutrición va en aumento en las comunidades rurales e indígenas; los tejidos sociales están rotos, y los estudiantes siguen dejando la escuela


Iba a ser el programa que acabaría con la miseria en México aumentando las capacidades básicas de la población más pobre para que, con su esfuerzo, alcanzara la autosuficiencia. Después, cuando el gobierno de Vicente Fox le cambió de nombre, iba a construir "caminos a la prosperidad".


70% de los registros nutricionales tienen errores en el diagnóstico Fotografía: José Carlo González

Pero después de siete años, el internacionalmente alabado Programa para la Educación, Salud y Alimentación (Progresa) creado por Santiago Levy (actual director del IMSS) no está dando los resultados prometidos.

Lo que prevalece en el Programa, que hoy se llama Oportunidades, es la simulación: las papillas para abatir la desnutrición en los niños se reparten entre familias enteras o se dan a los animales; los doctores y las enfermeras responsables de llevar los controles de salud no llegan a las comunidades; los maestros aprueban a los estudiantes sin que éstos asistan y negocian con ellos las becas escolares; los comités de promoción comunitaria encargados de organizar a las mujeres sólo existen en papel; la obesidad urbana está salvando los índices de desnutrición rural.

¿Cuál es el avance que tanto se presume?

Oportunidades tiene el mayor monto presupuestal que haya tenido cualquier programa federal para el combate a la pobreza, pero la gente pobre no ha dejado de ser pobre. Si acaso, algunos beneficiarios han dejado su condición de "pobreza extrema". Eso es lo que tristemente presume el gobierno de Vicente Fox. Lo que, en corto, desliza un funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social: "Es un contenedor, no sirve para erradicar la pobreza, pero ayuda a que la gente no se muera de hambre".

Las últimas evaluaciones, empero, han encendido focos rojos sobre los resultados en nutrición.

"Llama la atención que los indicadores de resultados del componente en salud muestren la persistencia de algunos de los problemas que el gobierno tiene por objeto disminuir, por ejemplo, los niveles de desnutrición. Es claro que siguen teniéndose proporciones altas de niños desnutridos a siete años de haber arrancado el programa sigue siendo uno de los problemas fundamentales a resolver", concluye, por ejemplo, la evaluación de 2004, realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

Clínicas sin médicos

La casa de salud de la colonia Charis de Castro, a una hora de la cabecera municipal de Juchitán de Zaragoza, es un cuarto de cuatro metros cuadrados con techo de láminas de cartón que provoca un calor infernal. No tiene ventanas, aunque la luz entra por los agujeros que el viento y el tiempo han hecho en el cartón. Desde abril del año pasado no hay una enfermera para llevar el control nutricional. En su lugar lo hace Amelia Mactus, auxiliar de salud del Comité Promotor Comunitario de Oportunidades, aunque aquí la conocen como "la promotora del Progresa".

Amelia, de 33 años y madre de tres hijos, como casi todas las mujeres de la colonia, tiene sobrepeso. Desde los 12 años ha trabajado con los doctores de las clínicas cercanas, "ayudándoles con la limpieza", y viendo aprendió a inyectar y hacer diagnósticos, cuenta. Por eso, cuando en 1998 Progresa llegó a Juchitán, se ofreció como promotora del programa.

Amelia es una mujer platicadora. Cuenta que tiene un quiste en los ovarios, aunque los sintomas que describe parecen más de una infección renal. Pero eso fue lo que le dijeron en una clínica privada de Juchitán, donde tuvo que desembolsar 700 pesos por un ultrasonido. Una fortuna en esta zona.

­¿Porqué no fuiste a la Secretaría de Salud, Amelia, si tú eres promotora?

­Es que estaba bien mala, y en el seguro (ella usa indistintamente el término para las clínicas del IMSS y de la SS) quién sabe cuándo me iban a atender.

Lo de Amelia es sólo un ejemplo de un mal crónico que no previeron los creadores del programa: el sistema de salud no está preparado para responder al incremento de la demanda de servicios que generó la famosa "corresponsabilidad" (para no perder el dinero que reciben las beneficiarias están obligadas a asistir regularmente a la consulta médica y tener a sus hijos inscritos en la escuela).

"Los ejes básicos del programa, en especial el componente de salud, no están creciendo como debería serlo (sic), dado que se cuenta con infraestructura, recursos y financiamiento para ello", dice la evaluación INSP­CIESAS.

El mismo estudio ofrece algunas pistas para entender el problema:

En una encuesta aplicada entre los directivos de 26 unidades de la Secretaría de Salud, 60% dice que el principal problema es la falta de personal; 20%, la saturación de servicios y desabasto de medicamentos; seis de cada 10 dicen que falta capacitación y 70% asegura que el programa ha generado conflictos en la localidad, siendo la principal causa los "errores de inclusión".

Los "errores de diagnóstico"

Hace unas semanas, la secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, aseguraba que Oportunidades es la red social más importante contra la desnutrición (comunicado de Sedesol, 4/5/2005).


La deserción escolar entre los beneficiarios del programa va en aumento Fotografía: La Jornada/Marco Peláez

Pero es justo el componente nutricional, tan presumido por Vázquez Mota, lo que ha encendido la alerta entre los conocedores del programa.

Los resultados de la evaluación INSP-CIESAS son reveladores: sólo la mitad de los niños de seis a 23 meses ­en localidades urbanas­ consume el suplemento Nutrisano y sólo una cuarta parte de las mujeres en periodo de lactancia consume el suplemento Nutrivida.

La mayoría de los niños que consume el suplemento recibe menos de la mitad de la dosis diaria recomendada; el porcentaje de hogares en los que otros miembros de la familia consumen el suplemento, además del niño en la edad indicada, fue mayor a 50% en las dos primeras etapas. (En algunos casos, dicen los operadores, se lo dan a los animales "para que engorden").

Dos datos destacan en el documento:

* "El principal motivo por el que los niños de seis a 23 meses de edad no consumieron el suplemento fue que no lo recibieron".

* "Los niños de hogares con materiales de techo más pobres (cartón, hule, tela o llantas) consumieron significativamente menos suplemento que los de hogares con techo de mejores materiales, mientras que los niños de hogares con agua entubada en el terreno, pero no en la vivienda, consumieron significativamente más que los niños con hogares sin agua entubada".

Pero quizá el problema sea mucho mayor.

De acuerdo con los datos oficiales, en el periodo 2000-2003 el número de niños con desnutrición, respecto del total en control, se redujo, en los menores de dos años, 3.6%, mientras que para los niños de dos a cuatro la reducción fue de 10%.

Sin embargo, los resultados de la evaluación realizada por la ASF revelan "omisiones en el registro de la información, ya sea de carácter normativo o de orden técnico", con "observaciones cruzadas" entre 60 y 87% en el pesaje y mediciones de talla y longitud de los niños menores de cinco años atendidos en las unidades médicas de la Secretaría de Salud y del IMSS-Oportunidades.

La lista de irregularidades reportadas no tiene desperdicio.

Unos botones:

* "El principal problema en el pesaje de los niños menores de cinco años, tanto en báscula de platillo como en la de piso, es que se les pesa con ropa, lo cual constituye una fuente de error que impacta en la valoración nutricional".

* 61.6% del personal entrevistado en las unidades de la SS señaló que no realiza la calibración de la báscula o no sabe cómo hacerlo.

* Hay un subregistro importante de los desórdenes nutricionales en los niños menores de cinco años. De 8 mil 38 registros revizados en unidades de la SS, 39.8% reportados como normales tiene algún grado de desnutrición y 28.8% tiene sobrepeso u obesidad.

*En unidades de IMSS-Oportunidades, de 6 mil 114 registros revizados, 27.8% reportados normales presentan desnutrición y 20.7% sobrepeso u obesidad.

* Sobre el tratamiento que reciben los menores con algún grado de desnutrición, las entrevistas en las unidades de la SS revelan que no se cumple con el tratamiento establecido en la Norma Oficial Mexicana (NOM) en 63.1% de los casos de desnutrición leve; 58.7% de moderada y 28.3% de severa. Datos similares se reportan en las unidades IMSS-Oportunidades.

"Le perdieron el miedo al programa"

En la tercera patita del programa, la educativa, las cosas no van mucho mejor.


La mitad de los niños no consume la papilla Fotografías:Daniela Pastrana

"Se ha tenido un crecimiento importante en los becarios en los diferentes niveles educativos participantes en el programa, pero también se sigue dando una proporción importante de abandono de la matrícula, principalmente en hombres(...) Esto indirectamente refleja la priorización que se realiza entre estudio y trabajo", dice, por ejemplo, el estudio INSP-CIESAS.

Datos similares arroja la evaluación de la Auditoría Superior:

"En primaria los índices de deserción de los becarios del programa crecieron, de 2% en el ciclo 1997-1998 a 5.5% en el ciclo 2003-2004, en contraste con la disminución que mostró la tendencia nacional, de 2.4 a 1.3% en ese mismo lapso (...) En secundaria, los resultados evidenciaron que la deserción aumentó de 2.4% en 1997-1998 a 9.2% en 2003-2004, contrario a la tendencia nacional que muestra una disminución de 9.7 a 6.8%".

La explicación es bien conocida por los operadores del Programa.

"Las mujeres ya no le tienen miedo al programa ­cuenta Amelia Mactus, la auxiliar de salud de Charis. Anteriormente sí les daba miedo que les quitaran la beca, pero ahorita ya saben que los inscriben (a sus hijos) en la escuela y luego se ponen de acuerdo con el maestro para que los sigan pasando, aunque no vayan".

Los defensores de la "corresponsabilidad" no previeron que la necesidad de ingresos familiares llevaría a los alumnos a la deserción, y que, de paso, entregaría a los maestros un poder enorme al ser ellos quienes palomean las listas de beneficiarios.

Oportunidades, el avión nuevo

Con distintos matices, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox han concentrado sus baterías en el combate a la pobreza.

Deja réditos. Aunque en los números de la miseria en México no hay un acuerdo, el dato más aceptado entre los especialistas es el del investigador Julio Boltvinik, de 66 millones de pobres.

Salinas creó el Programa Nacional de Solidaridad, que consistía en un primer piso de infraestructura y otro ­que nunca llegó­ de proyectos productivos.

Empero, la "gran epopeya" salinista quedó sepultada por el proyecto focalizador (es decir, concentración de recursos en las comunidades más pobres) de Levy, que se impuso durante la administración de Zedillo.

Progresa nació en agosto de 1997 después de un largo proceso de planeación y se convirtió en el eje de la política social zedillista.

Partía de la premisa de que las ayudas asistenciales contra la pobreza no van más allá de lo que dura su presencia y a su término no generan resultados perdurables que incidan en las causas que la propician. Por eso, decía Levy, había que aumentar las capacidades básicas de la población en condiciones de pobreza extrema, para que con su esfuerzo alcanzara la autosuficiencia.

El programa tiene tres componentes: educación, salud y alimentación, e incorpora el elemento de la corresponsabilidad.

Sus críticos han repetido que rompe con el tejido social y condena a los pobres a la miseria eterna al entregarles dinero directamente.

Cuando ganó Vicente Fox, Carlos Flores Alcocer, coordinador del área social en el equipo de transición, aseguró a Masiosare que el gobierno foxista mantendría los programas compensatorios, como Progresa, sólo mientras se desarrollaban proyectos de desarrollo comunitario. "Lo que buscamos, precisamente con la ampliación de presupuesto, es empezar con el avión antiguo a volar el avión nuevo, y poco a poco ir desechando las partes antiguas del avión viejo". (La Jornada 3/09/2000).

La idea en realidad era pasarle la estafeta a la sociedad civil.

Pero Josefina Vázquez Mota, quien llegó como bateador emergente a la Sedesol, tenía otra idea: "crear caminos para la prosperidad".

En los hechos, Oportunidades es la continuación de Progresa, con tres agregados: un cuarto componente ­que aún no se estrena­ de patrimonio, aplicación en zonas urbanas marginadas, y la "orientación comunitaria".

El "avión nuevo", pues, consistió en cambiar la figura de Promotoras de Progresa por la de Comités de Promoción Comunitaria.

Televisión contra economía de la deuda

La publicidad oficial así lo informa: ahora, "con el gobierno de Fox", el único problema de los millones de pobres en el país es que las madres extrañan a sus hijos cuando van a la escuela. "Con el gobierno de Fox", dice en otro anuncio una pareja que habla en náhuatl, los indígenas ya no tienen que ser "acarreados" para recibir ayuda del gobierno. "Con el gobierno de Fox", dicen unas mujeres tejiendo tranquilamente, la gente ya no necesita empeñar su vida para tener servicios de salud.

Todo eso, para el gobierno del cambio, es cosa del pasado. El aludido, Vicente Fox, es el primer convencido de los resultados maravillosos de su programa de combate a la pobreza. "Vamos haciéndolo público, porque sospechamos que hemos ganado otro 15% a la pobreza", dijo el 3 de marzo pasado, en una reunión con académicos y mexicanos egresados de la Universidad de Harvard.

La realidad, terca, insiste en amargarle las cuentas al presidente Fox.

El gobierno ha destinado, es cierto, la mayor aportación de recursos a un programa social en la historia (25 mil millones de pesos en 2004 y 33 mil en 2005).

Entre 2002 y 2004 el programa creció 54.4%, en términos absolutos, respecto de las familias beneficiadas. El número de becas educativas tuvo un incremento de 33% (10% en primaria, 22.5 en secundaria y 40.7% en bachillerato). Y a pesar de todas sus fallas, el programa de salud casi tiene cobertura universal . En agosto pasado, con bombos y platillos se anunció que el programa cumplió dos años antes la meta sexenal de atender a cinco millones de familias, en 70 mil 520 comunidades.

Organismos como el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) han señalado que en los dos primeros años del gobierno de Fox, 16% de las familias que estaban en pobreza extrema superaron esa condición. Eso, y las observaciones positivas de las evaluaciones externas alimentan el optimismo del gobierno federal.

Pero eso significa que 16% que estaba en pobreza extrema ahora "solamente es pobre".


Amelia, "promotora del Progresa"

Mientras no haya empleo ni proyectos productivos involucrados, los resultados más óptimos no pasarán de lo que indica, como virtud, el estudio INSP-CIESAS: "Oportunidades ha ampliado las capacidades individuales y familiares de endeudamiento, y, en ese sentido, ha convertido a las mujeres y sus grupos domésticos en sujetos de crédito (...) la ampliación y regularidad de los ingresos han incrementado el consumo de los beneficiarios a través de la redinamización de la economía de deuda".

El "capital social"

Los principios estratégicos con los que empezó a operar Progresa señalaban a la familia como ámbito y unidad de acción y los aspectos comunitarios se limitaban a la realización de asambleas y a la "contraloría social". El carácter individualista de la asignación de subsidios provocó fuertes críticas, por lo que el gobierno foxista decidió dar un viraje al "capital social".

En las Reglas de Operación de 2003 se establece la sustitución de las Promotoras de Progresa por los Comités de Promoción Comunitaria, integrados al menos por lo menos dos vocales, una para educación y otra para salud, "procurando evitar la relección de la Promotora en el nuevo comité".

La recomendación no sólo no se cumple, sino que dos años después, las beneficiarias del programa siguen identificando a la "promotora del Progresa" como fuente de organización.

"Lo del comité no ha funcionado aquí porque dos de las tres vocales ya emigraron. Sólo una está trabajando", dice Amelia.

La pobreza eterna

Amelia tiene una hija, Denise del Carmen, en secundaria, y otro, Luis Antonio, en sexto de primaria. El más pequeño, Víctor Manuel, tiene dos años. Su esposo, Luis, es campesino.

Por su trabajo de auxiliar recibe 250 pesos al mes. Con el programa de becas escolares, la papilla y el Procampo, la familia tiene garantizado un ingreso de mil 800 pesos al mes. Eso, en las computadoras de la Sedesol, es suficiente para su subsistencia. No es así.

Amelia completa sus ingresos preparando desayunos para vender y con lo que sale de un pequeño expendio de abarrotes. "No me alcanza", jura.

Dice que no quiere que sus hijos pasen el hambre que ella pasó de niña, en una familia de 11 hermanos. Por eso los anima a aprovechar la beca escolar hasta el bachillerato.

¿Y después?

Amelia se queda callada.

"Acá no hay trabajo ­dice por fin, después de algunos minutos­. Puro totopo y no vale nada: 50 pesos el ciento".

El totopo es una deliciosa tostada hecha en horno de leña. Su elaboración es típica de esta zona. Pero no es negocio. Si trabajan con ganas, las mujeres pueden ganar hasta 20 pesos, descontando la inversión, por el trabajo de todo un día. Nada más.

"Se está creando una bolsa de subsidio permanente, porque nunca vas a poder quitarle a todas esta gente sus becas", concluye uno de los evaluadores.

En Juchitán de Zaragoza el programa tiene 2 mil 500 beneficiarias. La lista de problemas que enumera el ingeniero Jorge Valdivieso, enlace municipal de Oportunidades y miembro de la Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Itsmo (COCEI) es la que se repite en todo el país: "Hay gente que debe estar en el padrón y no está, y hay gente que está, pero no debería; muchas de las titulares no saben leer ni escribir y no cumplen con las citas por la migración".

Juchitán tiene 78 mil habitantes. Célebre por sus combativas mujeres, que mantienen vivo el zapoteco, enfrenta un analfabetismo superior al 20%.

Pese a ello, es un municipio con grado de marginación "medio", según la clasificación del Consejo Nacional de Población, lo que significa que es uno de los 121 (de 570) municipios en Oaxaca que no se considera miserable.

Pero no hay que ir muy lejos para encontrar la pobreza como la de Charis, que amarga las cuentas del gobierno federal.

Como dice Valdivieso:

"La gente vive al día. Desgraciadamente las señoras sólo están esperando que llegue el dinero para pagar sus deudas".


Los gordos salvan las cifras del gobierno

Algo debe andar muy mal en este país cuando los responsables de la política social están más preocupados en obtener medallas para sus programas que en abatir la desnutrición.

El doctor Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ), conoce bien las evaluaciones que se han hecho sobre Oportunidades y es claro: ni los resultados más optimistas (que hablan de una reducción de 3.6% en la desnutrición de menores de 2 años) son confiables.

Pone un ejemplo: el estudio del INSP.

"Toman cuatro comunidades y hacen un cruce por nivel social y edad. Quedan cuatro grupos. En tres de ellos no hay ninguna diferencia y en uno sí, una mejoría con el programa. Pero aún ese grupo está debajo de lo normal. Entonces yo los bromeo con el chiste del pasante, que en su primer parto se muere la madre, el niño, y cuando se entera el padre, se muere de un infarto; en el segundo parto muere la madre y el niño, pero logra salvar al padre y entonces dice que va mejorando".

El otro estudio, el de "seguimiento" de comunidades beneficiarias contra comunidades no beneficiarias, es simplemente "criminal".

"¡Es un delito! ­dice Ávila­. Te presumen que los niños que no reciben Oportunidades están más desnutridos que los otros y no hacen nada para no distorsionar su muestra. ¿A dónde hemos llegado cuando lo importante es estar presentando estos estudios? Hablamos de 66% de la población en el medio rural con algún nivel de desnutrición. Lo que tienes que pensar es en el control epidemiológico. Es decir, no en la evaluación de resultados con base en estudios muestrales, sino en el impacto nacional de tu programa".

La tendencia de reducción de la desnutrición en el ámbito rural es la misma desde 1974. Siguiendo esa línea, dice el investigador, el país podría llegar a los niveles aceptables de desnutrición en el México rural (Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Yucatán, sobre todo) en el año 2050, y en las comunidades indígenas, en 2080.

¿Por qué, entonces, se habla de una mejoría?

"Porque están promediando la obesidad urbana en zonas rurales".

El panorama es desolador: en las ciudades hay una tendencia creciente a la obesidad.

Esto se debe, explica el galeno, a que los seres humanos tenemos una "etapa crítica" para la nutrición, entre los 6 y los 18 meses. Si no se cumplen los requerimentos alimenticios hay un daño irreversible, pero también una adaptación.

"El cuerpo provoca un sacrificio de desarrollo humano (el cognitivo) para preservar sus necesidades biológicas".

Muchos de los niños que se adaptan a la desnutrición enfrentan en las dos décadas siguientes la sobrealimentación, con la exposición permanente de productos chatarra.

"Estamos generando algo monstruoso: nuestros niños desnutridos de hace 40 años son nuestros adultos diabéticos que están sufriendo infartos", dice.

Se trata de una ecuación más o menos sencilla y que tiene que ver con la disponibilidad de calorías per cápita: para que la población satisfaga sus requerimientos nutricionales son suficientes 2 mil 600 kilocalorías diarias por persona. México obtuvo ese nivel en 1967, poco después de que iniciaron los primeros programas para prevenir la desnutrición. Lo que ahora enfrentamos en las zonas urbanas es un consumo promedio de 3 mil 600 kilocalorías. "Una barbaridad".

En países como Chile y Costa Rica, dice Ávila, han erradicado la desnutrición después de llegar al nivel mínimo de calorías per cápita. Pero México no lo ha conseguido en 40 años.

¿Por qué?

"El abuso político de los programas de desarrollo social que están atados a la imagen de los gobernantes", explica. "Tenemos capacidad financiera: necesitamos mil millones de dólares para un programa nacional de nutrición y estamos gastando 3 mil millones (en programas y evaluaciones). Hay capacidad alimentaria: necesitamos 2 mil 600 kilocalorías y consumimos 3 mil 200. Lo que no tenemos es un proyecto eficiente".