Usted está aquí: miércoles 15 de junio de 2005 Estados Entregaron títulos de propiedad a 200 familias choles

Dueños de la finca Morelia, en Chiapas, sus ancestros pasaron a ser peones acasillados

Entregaron títulos de propiedad a 200 familias choles

ANGELES MARISCAL CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Alumnos de la escuela aut�a de Morelia, Chiapas, en imagen del 13 de septiembre de 2004 FOTO Jos�u�

Tuxtla Gutierrez, Chis., 14 de junio. Aproximadamente 200 familias de choles recibieron los títulos de propiedad de la finca Morelia, ubicada en el municipio de Tila, donde sus antepasados trabajaron durante más de un siglo como peones acasillados.

Después de más de 10 años de haber empezado el trámite ante las autoridades federales para que se les diera la posesión de los terrenos, los campesinos del poblado Revolución recibieron títulos de propiedad de 974 hectáreas de lo que desde mediados del siglo XIX y hasta finales del XX fue una de las mayores fincas cafetaleras de la región.

En el acto, el abogado Federico Anaya -promotor y gestor jurídico de los trámites agrarios- y el diputado federal Emilio Zebadúa afirmaron que el caso de la finca Morelia tiene relieve particular en la problemática agraria de México, ya que sus tierras finalmente fueron devueltas a los descendientes de los dueños originales del lugar.

Señalaron que estas tierras simbolizan en Chiapas la época de peones acasillados, cuando los habitantes fueron despojados de sus posesiones y pasaron, junto con sus familias, de dueños a empleados y peones, viviendo sojuzgados durante muchas generaciones.

Cuando en 1994 los finqueros abandonaron Morelia, los campesinos que habían trabajado de peones acasillados regresaron para ocuparla de manera pacífica y, después de un largo juicio ante las autoridades agrarias, por fin les fue reconocida su calidad de dueños de las parcelas.

Federico Anaya recordó la historia de los pasados 10 años, periodo en el que un administrador que había quedado como encargado de la finca utilizó la fuerza pública para intentar desalojar a los labriegos que la ocuparon.

Octavio Pérez, indígena de la etnia chol, quien desde su infancia y hasta 1994 trabajó en el lugar, consideró la entrega de las escrituras como el momento más importante de su vida, y dijo que "aun con pobreza, ya tengo algo que heredar a mis hijos y mis nietos".

 
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