Usted está aquí: jueves 16 de junio de 2005 Política Contra el castillo de la pureza

Octavio Rodríguez Araujo

Contra el castillo de la pureza

Se sigue insistiendo en que el voto útil en México lo inventaron Fox y sus amigos. Esto no es cierto, y quienes lo piensan y lo dicen hasta la fatiga (de sus lectores) deberían rectificar o, por lo menos, ser más sutiles en sus juicios.

El éxito de Cárdenas en 1988 fue que representaba la opción antipriísta desde un supuesto flanco izquierdo, mientras Clouthier y el PAN la representaban desde la derecha. Fue tan atractiva la candidatura del primero, que se vio en él -apoyado entonces por partidos que nada tenían en común- una opción realista para sacar al PRI de Los Pinos, y no necesariamente una coincidencia teórica con los diez puntos de la Corriente Democrática del PRI (CD), o con las posiciones del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, del Partido Popular Socialista o del Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (antes Partido Socialista de los Trabajadores).

Los del Movimiento al Socialismo, los de Punto Crítico o los de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, y otros más de tendencia socialista, no tenían ninguna identificación con los otros partidos, tampoco con la CD del PRI, sino más bien con Cárdenas, y no por sus posiciones explícitas, sino como nuevo líder que podría derrotar al PRI, y también al PAN.

Fue el pragmatismo, y no los principios, lo que juntó a fuerzas tan contradictorias en torno de la figura de Cárdenas. Este y no otro, en la coyuntura, fue el gran mérito del ex gobernador de Michoacán, y la razón de su triunfo, escamoteado por el aparato estatal y por su partido. La izquierda que critica machaconamente la idea del voto útil y el pragmatismo hizo lo mismo en 1988. Pero quizá ya no se acuerda, como tampoco se acordó cuando el 16 de diciembre de 2000 Vázquez Montalbán escribió en La Jornada que el subcomandante Marcos le había dicho, cuando estuvo en Chiapas, que "cualquier cosa que implicara el cambio era esperanzadora, y que una victoria del PRI significaría la insistencia en la parálisis". Nadie protestó contra Marcos por su pragmatismo, o nadie quiso verlo como tal.

El pragmatismo, que ahora se critica también con dedicatoria a la candidatura de López Obrador, fue la constante en aquellos años, un poco después y en el presente. ¿No fue pragmático Cárdenas al inscribir su candidatura a la Presidencia en el desprestigiado Partido Auténtico de la Revolución Mexicana y al aceptar el apoyo orgánico del PPS y del PFCRN-PST, ambos también desprestigiados? ¿No fueron pragmáticos Cárdenas y el Partido de la Revolución Democrática, más adelante, al aceptar una alianza con el Partido del Trabajo y con Convergencia sabiéndose cuál fue el papel de Dante Delgado en Chiapas al dividir a la Asamblea Estatal Democrática del Pueblo Chiapaneco con el dinero del gobierno de Zedillo?

El pragmatismo, el voto de castigo y el voto útil, tan vilipendiados por los habitantes del castillo de la pureza de la izquierda políticamente correcta, son el común denominador de las elecciones cuando los partidos y sus candidatos quieren ganar. Los que no habitamos ese castillo, pero tenemos aunque sea una vaga idea de lo que es la izquierda, incluso en estos tiempos, sabemos que López Obrador no nos representa, como tampoco Cárdenas, como tampoco el PRD, que nació explícitamente como partido electoral sin principios ni programa (que poco a poco fue construyendo con letras muertas y en papel mojado). Sin embargo, pensamos, pienso (en primera persona del singular, para que nadie proteste), que es una alternativa no sólo al foxismo ultraderechista que padecemos sino al priísmo huérfano de padre que lucha por la revancha sin encontrar todavía la punta de la hebra de la madeja en que está enredado.

Y no sólo pienso que López Obrador es una alternativa, como también la representaría Cuauhtémoc Cárdenas, sino que el primero, a diferencia del segundo (en estos momentos), representa mayores probabilidades de triunfo contra el PAN yunquizado y contra el PRI neoliberal, si le hacemos caso a las encuestas. ¿Pragmatismo?, ¿voto útil?, ¿voto de castigo? Sí, sin duda. Pero también un mínimo de realismo, pues la izquierda que a mí me interesa, que sería la socialista, no está presente en el panorama electoral, no tiene registro en el IFE, no tiene candidato, no la veo simplemente, aunque sé que existe, incluso fuera del castillo de la pureza, que ya es mucho decir.

 
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