Usted está aquí: sábado 18 de junio de 2005 Opinión Pobreza: cambio de percepción

Uzzi Ohana*

Pobreza: cambio de percepción

Una vez que algunas voces influyentes, como la del presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Barroso, han levantado el tono para destacar cómo la pobreza afecta también la prosperidad de los países industrializados, es probable que los habitantes y líderes de los países más ricos tomen esta lucha más en serio, no tanto por cuestiones humanitarias o morales, sino porque así convendría a sus intereses a corto y largo plazos. Esta propuesta europea, sin embargo, contrasta diametralmente con la actitud de Estados Unidos, país que desdeña a sus vecinos sin comprender que su propio destino estaría atado al de México.

Hace unos días, el señor Barroso trazó lo que será la prioridad geopolítica de la Comisión Europea durante su gestión: África. A primera vista, esta decisión podría parecer un desatino político: ¿cómo puede el Continente Negro, con países sumidos en un profundo abismo de subdesarrollo y en un caos político, ser una prioridad europea? No obstante, si tomamos en cuenta el contexto internacional actual, así como el trasfondo histórico, su visión parece más que justificada e, inclusive, vital para el futuro de la UE.

En una conferencia que dio en el prestigioso London School of Economics el pasado 20 de mayo, Barroso fue elocuente al decir que actuar para aliviar las dificultades africanas es preciso "tanto porque es parte de nuestros valores europeos, como en nuestro propio interés". Basado en esta lógica, da cuatro motivos de peso para que la UE se enfoque seriamente en Africa: el primero es geográfico y destaca la cercanía entre ambos continentes; el segundo es geoestratégico, ya que el resurgimiento africano potenciaría las oportunidades europeas para hacer negocios en ese territorio.

La tercera razón se centra en seguridad, alegando que un Africa políticamente estable evitaría los flujos migratorios masivos hacia Europa, al tiempo que significaría el fin de los paraísos para terroristas internacionales. La cuarta es moral e histórica, en la cual reconoce el papel que los países europeos jugaron en el Africa colonial y el consecuente intercambio cultural.

Con sus propias variantes, la situación general que vive Europa con Africa es muy similar a lo que sucede entre México y EU: cercanía geográfica, mayores posibilidades de negocios para los estadunidenses en un México más próspero, problemas de migración y seguridad fronteriza, y una justificación moral e histórica para ayudar a los vecinos, pues, si bien los estadunidenses no fueron colonialistas, sí han caído en demasiados excesos en todo el continente y, en el caso particular de los mexicanos, han desconocido su importancia para la economía local, así como la presencia histórica de nuestros compatriotas en Estados Unidos, considerados ahora por algunos sectores como "invasores".

En corto, México es para EU lo que Africa significa para Europa. Pero la postura de los estadunidenses es radicalmente opuesta a la que trata de imponer Barroso, a pesar de que el choque cultural y civilizacional -por motivos religiosos, para empezar- puede ser mayor entre africanos y europeos que entre mexicanos y estadunidenses. Una muestra de la postura draconiana de EU hacia nuestro país es patente en la reciente ratificación de medidas antimigrantes conocidas como "Real ID", que contempla la construcción del muro fronterizo, restricciones al asilo político y la prohibición para otorgar licencias de conducir a indocumentados.

Lejos de tratar de buscar un vecino más próspero y una cooperación sincera, el gobierno estadunidense ha dejado de ver hacia el sur centrándose más en otras regiones. La omisión de la administración de George Bush es tal que no ha caído en cuenta que sin una verdadera colaboración en seguridad y una migración ordenada Estados Unidos no estará seguro (o, al menos, no tan inseguro). Pero como el politólogo estadunidense neoconservador Robert Kagan señaló en un célebre ensayo sobre las diferencias entre Estados Unidos y Europa, los estadunidenses son de Marte, mientras los europeos son de Venus; la fuerza, el poder, es lo que mueve a los estadunidenses, mientras la negociación es el rasgo principal de los europeos.

Estas dos maneras de comprender el mundo no sólo chocan entre sí, sino que representan el futuro (Europa) y el pasado (EU) en las relaciones internacionales. En un artículo publicado en la revista Yale Global en su versión online del pasado 2 de junio, el académico John Brenkman comenta que la "coerción blanda" que ejerce la UE hacia los aspirantes a pertenecer a esa unión, así como a los receptores de ayuda económica -compuesta sobre todo por condiciones en temas de derechos políticos y sociales-, podría convertir a la Unión Europea en un "imperio de derechos: democrático, capitalista, expansivo, incluyente". Así, mirando hacia el sur y pensando en Africa como un potencial aliado estratégico, Europa estaría avanzando hacia la consolidación de ese "imperio de derechos" -a pesar de los "no" de Francia y Holanda a la Constitución Europea-, mientras Estados Unidos, al ignorar los serios problemas de pobreza en México, aún no entiende la realidad global e intenta imponer orden a través de una visión rancia que podría significar el fin de su propia prosperidad, estabilidad y hegemonía.

*Periodista internacionalista

 
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