Usted está aquí: jueves 23 de junio de 2005 Mundo Golpismo encubierto, denuncian grupos sociales en Brasil

Dirceu combatirá a los que intentan desacreditar a Lula

Golpismo encubierto, denuncian grupos sociales en Brasil

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Ampliar la imagen El mandatario brasile�uiz Inacio Lula da Silva, ayer con las Santas Madres en el palacio presidencial de Brasilia FOTO Ap Foto: Ap

Buenos Aires, 22 de junio. El golpe que recibió el gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), con la renuncia de José Dirceu, jefe de gabinete y mano derecha del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, ha provocado un terremoto político en Brasil.

Pero también alerta en la región, ya que se suma a la crisis de Bolivia y el avance de Estados Unidos en Paraguay, donde se autorizó la entrada de tropas de Estados Unidos hasta el año 2006 con inmunidad diplomática, mientras se negocia un canje de "deuda por naturaleza".

El escándalo estalló cuando Roberto Jefferson, líder del Partido Trabalhista Brasileño (PTB), denunciado en medios de prensa por corrupción en los Correos, reaccionó tirando el fardo al PT, más precisamente a la figura que Washington tenía en la mira: el ex guerrillero José Dirceu.

Sin presentar pruebas, Jefferson dijo que Dirceu sabía del pago de sobornos para ganar la voluntad de algunos legisladores de la oposición. Más aún, llegó a decir que una cinta en la que se basó la revista Veja para acusarlo, había sido elaborada por "grupos de inteligencia" que trabajaban para Dirceu.

El ex jefe de gabinete hizo este miércoles una defensa del gobierno en la Cámara de Diputados y dejó en claro que retoma su escaño para combatir desde allí a quienes buscan desacreditar a la administración de Lula. En la sesión, un diputado conservador, Jair Bolsonario, lo interrumpió gritándole: "¡terrorista!"

Para muchos analistas, el poder económico y mediático hizo uso del factor sorpresa con las denuncias de sobornos a legisladores, de las cuales no hay pruebas, pero esta semana la Coordinadora de Movimientos Sociales, que reúne a sindicatos, activistas y sin tierra, denunciaron una conspiración de "sectores conservadores y antidemocráticos", al tiempo que llamaron a una movilización contra "la desestabilización y la corrupción".

El Movimiento de Trabajadores sin Tierra (MST) recordó que en 2002, con la llegada de Lula al poder, fue "la primera vez que un representante del pueblo asumió el mando de la nación", aunque también recordó que "demostraba su intención de garantizar a los acreedores internacionales y al mercado brasileño medidas semejantes a las (neoliberales) del gobierno de Fernando Henrique Cardoso".

El pueblo votó por el cambio económico y se llenó de esperanzas, que fueron desdibujándose ante el mantenimiento de una política neoliberal, dejando de lado medidas prometidas como recursos para la reforma agraria, la educación y la salud.

Pese a esto, "la política externa de diálogo con la Venezuela de Hugo Chávez y las movilizaciones populares en Ecuador y Bolivia, dejaron al capital trasnacional y al gobierno estadunidense inquietos", prosiguió el MST.

Para calmarlos se garantizó el funcionamiento del gobierno mediante alianzas con sectores conservadores de la política, la sociedad y la prensa. Esto alejó a las bases de movimientos populares, y "con las denuncias de corrupción divulgadas en las últimas semanas el circo fue armado. La elite utilizó las declaraciones de Roberto Jefferson (PTB) para crear una cortina de humo y debilitar al gobierno".

El MST llamó a investigar todas las denuncias y combatir la corrupción, pero dejó claro que "la derecha utiliza la situación para anticipar el calendario electoral" y afianzar políticas neoliberales que permitirían la privatización del correo bajo el argumento que así se evitaría la corrupción.

Lo que no recuerdan los medios brasileños, en medio de la cobertura dada a Jefferson, es la serie de escándalos de julio y agosto de 2004, cuando agencias de seguridad privada ligadas al espionaje estadunidense se infiltraron en la policía e investigaron los sectores más débiles del PT.

Por aquellos días Veja -denunciante como ahora trató de restar importancia al hecho que agentes brasileños de seguridad reunieran información que podría ser usada para chantajear al gobierno o como un trabajo para los opositores políticos. Aquel escándalo obligó al presidente a ordenar al jefe del Gabinete de Seguridad Institucional, Jorge Armando Félix, investigar la red.

La investigación llevó hacia la multinacional de seguridad estadunidense Kroll, que aparecía espiando como parte de una lucha empresarial por el control de las telecomunicaciones brasileñas. Pero en esta acción ya se había introducido en las líneas gubernamentales, como denunció entonces este periódico.

El hombre al frente de la agencia, Jules Kroll, tiene entre sus directivos a Frank Holder, quien trabajó en los 80 para el Departamento de Asuntos Latinoamericanos de la Agencia Central de Inteligencia estadunidense (CIA), fue parte de los grupos que activaron con la contra nicaragüense, y estuvo en la embajada en Buenos Aires. Kroll, a su vez, también proviene de las estructuras de la CIA.

Como denunció recientemente el semanario brasileño Carta Capital, estos hombres estaban detrás del espionaje estadunidense en Brasil, no sólo dirigido a los funcionarios del gobierno y especialmente a José Dirceu, sino también -de acuerdo con el ex jefe de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en Brasil, Carlos Costa- se extendía a otros sectores.

El propio Costa reconoció en una entrevista que en Brasil su agencia trabajaba codo a codo con los "colegas" de la CIA, y mencionó millones de dólares "donados" a la policía federal brasileña. "Por lo que sé no creo que el gobierno (de Lula) tenga noción de cuánto está infiltrada la policía y cuánto depende de nosotros", dijo.

El gobierno sí se enteró en cambio de que los agentes de Kroll espiaron a ministros de Lula, interfirieron sus comunicaciones y siguieron sus movimientos. La principal figura en la mira fue justamente Dirceu.

En mayo de 2004, el procurador general de la república, Luis Francisco de Souza, solicitó la conformación de una comisión para investigar si el gobierno de Estados Unidos mantiene una red de espionaje aquí, mientras que en junio de aquel año, Veja denunciaba la posibilidad de que los espías hubieran reclutado a dos agentes de la Agencia Brasileña de Inteligencia y a un importante funcionario de la presidencia.

El 20 de febrero pasado, dirigentes del MST y de la Central Unica de Trabajadores (CUT) denunciaron un intento desestabilizador de la derecha, mediante el intento de desplazar a Dirceu, utilizando presuntos hechos de corrupción de un ex colaborador del mismo.

Ahora, ese momento parece haber llegado, en lo que para estos sectores sociales es un golpismo encubierto.

 
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