Usted está aquí: jueves 23 de junio de 2005 Opinión Escuela para diputados

Sergio Zermeño

Escuela para diputados

El Consejo Estatal del PRD decidió este fin de semana posponer una vez más, ahora para finales de 2006 o principios de 2007, las elecciones vecinales que estaban previstas para septiembre del presente año. Los contingentes bejaranistas y batresianos que conforman la Corriente de Izquierda Democrática resultaron mayoriteados y no pudieron contener al resto de los integrantes del consejo, que los derrotó por 94 votos a 40. Es una lástima que la organización y el empoderamiento vecinales resulten tan incómodos para nuestro orden social y político, y eso lo hemos repetido en cada una de las cuatro ocasiones en que se ha pospuesto este ejercicio durante los últimos tres años.

La verdad, sin embargo, es que esta posposición no resulta tan desafortunada, pues con un presupuesto tan raquítico (14 millones de pesos), y bien entrados ya en el año de competencia electoral por la Presidencia de la República, y por todos los puestos que acompañan a dicho suceso, esta elección corría el riesgo de resultar un fracaso, de que viéramos editado una vez más el triste espectáculo de las votaciones de 1985 y de 1999, en las que ni siquiera 10 por ciento de la población acudió a las urnas.

Pero existe un riesgo mayor que quizás podría ser evitado con esta posposición y con la eventualidad de que una nueva Asamblea Legislativa, con otra correlación de fuerzas, pudiera revisar más a fondo la Ley de Participación Ciudadana. Resulta que en las recientes reformas que sufrió esta ley, aparte del sesgo estudiantilista que considera que con esporádicas asambleas ciudadanas pueden enfrentarse los problemas de la ciudadanía, se ha creado una nueva figura: el consejo delegacional. Estos consejos, uno en cada una de las 16 delegaciones políticas, estarán integrados por un representante de cada comité ciudadano. Si tomamos en cuenta que en una delegación de tamaño intermedio como Tlalpan existen 145 unidades territoriales, con igual número de comités, entenderemos que lo que esta disposición va a crear son 16 asambleas legislativas en el Distrito Federal que se reunirán con regularidad en el salón de al lado del delegado, vigilando y cuestionando cada uno de los pasos y decisiones que éste tome.

Es muy difícil y tedioso el trabajo colegiado cuando depende de la dinámica de 145 representantes, porque el objetivo de la participación ciudadana no es el de hacer leyes generales o el de construir consensos entre corrientes políticas, sino el de ubicar y definir problemas concretos y sus posibles soluciones en espacios territoriales bien definidos y, hasta donde sea posible, con la mayor homogeneidad posible. La delegación de Tlalpan tiene, en sus pueblos que están dejando de ser semirrurales debido al crecimiento de la mancha urbana, problemas de linderos, de violencia por usos y costumbres, de distribución de agua, etcétera; en sus colonias de asentamientos espontáneos ocupadas de ipso durante los últimos 30 años, problemas de regularización, de invasión de áreas de reserva territorial, de violencia, etcétera; en sus colonias céntricas y en las de poblamiento de clases medias relativamente acomodadas como Coapa tiene muchos problemas de vialidad, cierre de vialidades, seguridad y delincuencia, venta de droga, sexoservicio, antros juveniles, comercio en la vía pública, construcción fuera de las normas, etcétera. ¿Cuál es la necesidad de colocar a los representantes de todos estos problemas juntos, en un mismo salón? ¿Por qué no respetar las seis o 10 subregiones más o menos homogéneas de que se compone la delegación, y organizar en ellas a sus 10 o 15 comités ciudadanos, de manera que puedan discutir a fondo y con mayor orden y conocimiento los problemas (y sus diagnósticos de solución), de los 30 mil o 60 mil habitantes que ahí viven, y que ellos tratan de representar?

La verdad es que ya no necesitamos 16 nuevas escuelas para diputados, especialistas de todos los temas e ignorantes de sus propios territorios. El tema de la participación ciudadana es el único que no admite el confundir representación con, justamente, participación. Ojalá que en el próximo año y medio que se nos ofrece para repensar la participación ciudadana pudiera abrirse un espacio de verdadera discusión al respecto, una discusión que no se lleve a cabo entre partidos en el espacio cerrado de lo parlamentario, sino abierta a la ciudadanía. ¿Pero dónde, en qué espacios, si los pocos comités que quedan están exhaustos y los políticos odian a los ciudadanos organizados?

 
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