Usted está aquí: jueves 23 de junio de 2005 Opinión Un experimento trágico

Javier Flores

Un experimento trágico

En el último congreso de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAA) realizado este año en Washington DC, se realizó el simposio titulado: Definiendo lo masculino y lo femenino: biología y leyes. El objetivo del evento fue abordar preguntas como las siguientes: ¿cuál es la definición biológica de lo masculino y lo femenino? y ¿cómo se forma la identidad sexual? En las sesiones, el mensaje fue muy distinto a la postura médica y científica tradicional y consistió en poner en duda la efectividad de la cirugía correctiva para cambiar el género y en la crítica a las leyes actuales, basadas en un dimorfismo sexual (que considera mujer y hombre como únicos sexos).

Pero el avance ocurrido en ese simposio, así como los cambios radicales que se han producido en los estudios sobre la formación de la identidad sexual, tienen como punto de referencia obligada el 4 de mayo de 2004, fecha en la que una persona de 38 años, David Reimer, decidió quitarse la vida después de un largo y penoso camino marcado por cambios en su identidad sexual. Su primer nombre fue Bruce, después se le asignó el de Brenda y finalmente él optó por el de David.

Nació en Winnipeg, Canadá, en 1965, junto con su hermano gemelo Brian. Al cumplir ocho meses los hermanos fueron sometidos a una intervención rutinaria: la circuncisión. Por accidente o por negligencia, el electrocauterio que se empleó en el procedimiento quemó por completo el pene de Bruce. A pesar de que su familia consultó con varios especialistas, ninguno les pudo dar una esperanza y el bebé de ocho meses inició su vida sin pene.

Por ese tiempo comenzaba a cobrar notoriedad el grupo médico y científico encabezado por el doctor John Money en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, dedicado a tratar los casos de ambigüedad sexual. Money y su equipo no solamente habían creado los criterios para la asignación médica del sexo, sino además habían formulado una teoría según la cual la identidad sexual era el producto, no de elementos biológicos sino de factores ambientales, por lo que era posible que los sometidos a los procedimientos adecuados (quirúrgicos y hormonales) pudieran desarrollarse como niñas. Después de una evaluación los expertos consideraron que Bruce Reimer era un candidato perfecto.

La teoría de Money resultaba muy atractiva dentro de un debate que ha ocupado la atención de varias generaciones, sobre si los factores socioculturales tienen una importancia decisiva, por encima de los genéticos o biológicos (o a la inversa), en un vasto territorio de temas que van desde la explicación de la conducta criminal hasta la formación de la inteligencia. El especialista tenía en sus manos un caso con el que podría explicarse de manera casi perfecta su idea sobre la formación de la identidad de género en favor de los factores medioambientales, dado que, por tratarse de gemelos, el hermano de Bruce sería en todo momento un testigo con el que podría compararse la evolución de su paciente.

A la edad de un año y nueve meses, Bruce fue sometido a una intervención quirúrgica en la que le fueron extirpados los testículos y lo que quedaba del pene, sin obstruir el tracto urinario. La familia fue instruida por el equipo médico de criar a su hijo a partir de ese momento como niña, y así regresaron a su casa con una nueva hija, a la que llamaron Brenda. La ropa, la educación, los juegos, el arreglo personal, el corte de pelo y el trato fueron los apropiados para esta nueva identidad. En la pubertad se iniciaron los tratamientos hormonales para que Brenda se desarrollara con todos los atributos de una joven. Más adelante estaba programada una nueva cirugía, esta vez para crearle una vagina artificial.

Sin embargo, desde pequeña Brenda se rebelaría contra su nueva condición. Su comportamiento era el de un niño, más parecido al de su hermano que al de otras niñas. Tuvo en consecuencia múltiples problemas en la escuela y en su vida cotidiana que le provocaban sufrimiento. La familia comenzó a tener serias dudas. A pesar de esto Money daba a conocer a la comunidad científica el éxito obtenido en su experimento. En un artículo publicado en los Archivos de Conducta Sexual señalaba: "La conducta (de Brenda) es claramente la de una niña pequeña activa y muy diferente a la actitud de niño de su hermano gemelo".

Brenda se negó terminantemente a proseguir su tratamiento con Money y algunos años después de enterarse de su verdadera condición, que su familia le reveló por recomendación de un siquiatra, decidió emprender un complicado y doloroso camino de retorno para recuperar su original condición masculina. Una doble mastectomía para eliminar los senos creados por las hormonas recibidas, la creación de un pene y testículos artificiales y la adopción de un nombre, por primera vez decidido por él: David. Intentó así reconstruir su vida por completo, aunque sufría episodios de depresión grave y recurrente.

Finalmente, en un estacionamiento solitario decidió acabar con su vida disparándose un tiro.

Su vida y su muerte dejan en claro que la formación de la identidad de género es algo mucho más complejo que la creencia de que ésta queda determinada exclusivamente por factores ambientales. Por todo esto fue correcto que los organizadores del simposio realizado en el marco del congreso de la AAA lo dedicaran a la memoria de David Reimer.

 
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