Usted está aquí: jueves 23 de junio de 2005 Política Arrecia acoso antimigrante en Farmingville, Long Island

Operativo deja a un grupo de ilegales sin alojamiento

Arrecia acoso antimigrante en Farmingville, Long Island

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 22 de junio. El domingo pasado, poco antes del amanecer, agentes de seguridad pública rodearon y tomaron por asalto una pequeña casa en Farmingville, en un operativo obviamente coordinado y premeditado. ¿Cuál era la amenaza? ¿Terroristas? ¿Bandas criminales? ¿Fugitivos peligrosos? No, sólo jornaleros mexicanos.

Los jornaleros mexicanos sufren doble agresión: por los caseros y algunos patrones que los explotan, y por las autoridades que dicen que representan una amenaza para el bienestar de la comunidad. Aunque las autoridades locales justificaron el operativo del domingo como una acción para hacer cumplir normas de seguridad y salubridad de las viviendas y responder a las demandas de vecinos, defensores de los derechos de los inmigrantes y algunos líderes comunitarios cuestionan los motivos oficiales por la reciente historia de este pueblo.

Sólo se trató de la más reciente acción en la batalla sobre migración en este pueblo de Long Island, donde la llegada de trabajadores indocumentados durante años recientes inclusive ha generado violencia. Este fue el pueblo donde dos jóvenes mexicanos fueron golpeados casi hasta morir; aquí también una casa de migrantes fue incendiada y casi perdió la vida una familia; es aquí donde los jornaleros -gran parte proveniente del Distrito Federal y de Hidalgo- esperan ser contratados todos los días, mientras aguantan insultos de fuerzas antinmigrantes que desde hace tiempo establecieron vínculos con grupos nacionales contra los ilegales, incluyendo los Minutemen.

El Ejecutivo del condado, algo así como alcalde de la zona, Steve Levy, ha promovido el clima antinmigrante. Su iniciativa para otorgar poderes de "migra" a la policía local fue finalmente derrotada.

Por eso, cuando de repente las autoridades realizaron este operativo con la justificación de que vivían hasta 64 hombres en una casa pequeña, violando los códigos de seguridad del condado, hubo quienes cuestionan si en verdad el motivo fue la "seguridad" de los inquilinos y sus vecinos, o un nuevo frente en el ataque contra los inmigrantes. Además las autoridades indicaron que fue la primera de unas 117 casas bajo investigación.

Aunque los inmigrantes no fueron acusados de ningún delito, acabaron sin techo. En este caso sólo se presentaron cargos contra la casera. La policía aseguró que no hay nada contra los jornaleros, sino sólo preocupación por el bienestar de la comunidad al implementar códigos de vivienda segura.

"Es muy preocupante", dijo Irma Solís, de la Unión de Jornaleros de Long Island, en entrevista. "Claro que lo percibimos como otra acción más del Ejecutivo del condado; él ha declarado abiertamente que todo esto (acciones contra los trabajadores) es un componente de su campaña política". Dijo que "creemos que han violado los derechos de las personas, ningún otro ciudadano hubiera recibido este trato".

Solís, quien ha trabajado durante años en apoyo de los derechos de los jornaleros en esa zona, señaló que los inmigrantes "son explotados por una lado por los caseros y por el otro por las autoridades que no nos ven como parte de la comunidad, como personas con derechos humanos; peor, nos castigan". Señaló que ahí todos padecen escasez de vivienda, pero estas acciones sólo se emplean donde están los inmigrantes.

Según informó la policía local, la dueña de la casa cobraba entre 225 y 250 dólares por cabeza al mes; calculaban el ingreso mensual en 9 mil. Steve Levy declaró que la casa era un "hoyo infernal" que ponía en peligro tanto a los inquilinos como a la vecindad, y que ese tipo de condiciones "no serán toleradas". Sin embargo, nada dijo de las víctimas, ni de dónde se podrían alojar.

Charles Funk, integrante de un comité de residentes que se oponen a la corriente antinmigrante, declaró que a pesar de que la casa clausurada por las autoridades tenía una historia de violaciones, la dramática acción "podría haber tenido razones políticas, donde los políticos están intentando satisfacer a una parte de la comunidad que demandaba acción".

Algunos de los ahora expulsados comentaron a medios locales que tendrán que dormir en la calle. Uno indicó al rotativo Newsday que ahora, sin techo, y con lo que enfrenta todo los días, esto "no es el sueño americano sino la pesadilla americana".

 
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