Usted está aquí: viernes 24 de junio de 2005 Cultura Casi 300 músicos cautivarán oídos y vista con la Octava sinfonía de Mahler

Luego de cinco años, la OSN vuelve a interpretarla en el Palacio de Bellas Artes

Casi 300 músicos cautivarán oídos y vista con la Octava sinfonía de Mahler

Equiparable, por su complejidad, a la muralla china y las pirámides de Egipto: Diemecke

Con un elenco de talla internacional, hoy se realizará el primero de dos conciertos

ANGEL VARGAS

Casi cinco años han transcurrido desde la última vez que la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) interpretó la Octava Sinfonía de Gustav Manhler en el Palacio de Bellas Artes, en diciembre de 2000, en lo que fue el programa inaugural de la Temporada de Invierno de ese año.

Conocida también como Sinfonía de los mil, por la numerosa cantidad de músicos participantes y su envergadura, así como sus complejidades técnicas y musicales, permiten equipararla con lo que en la historia y la arquitectura representan la muralla china o las pirámides de Egipto, según ha dicho Enrique Arturo Diemecke, director de esa orquesta.

De allí que destaque como un acontecimiento musical y cultural cada ocasión que se presenta, como ocurrirá este viernes y el domingo en ese recinto, en el programa con el que se festejará el 15 aniversario de Diemecke al frente de dicha orquesta.

Vinculación con lo épico

Es una obra que '''tiene que ver con lo épico, con esas cosas que no se pueden repetir todos los días, por sus dimensiones y sus características. Es una pieza que demanda mucho; compleja, de una gran magnitud y de una orquestación inmensa", indica Diemecke.

''Tenemos seis flautas, seis oboes, seis clarinetes, seis fagots, ocho cornos, cuatro trompetas, cuatro trombones, una serie de percusiones; hay armonio, órgano, celesta, piano, dos arpas y aparte una banda externa; intervienen un coro infantil, dos coros mixtos y ocho solistas, de los que cinco son voces femeninas y tres masculinas.''

La presencia de casi 300 músicos sobre el escenario del Palacio de Bellas Artes impone a cualquiera. Es una sinfonía impactante, cautivadora no sólo para el oído sino también para la vista. Impresionante y estremecedora.

''Se trata de la creación más grande, más completa del repertorio romántico germánico, además de que fue la última obra que Mahler pudo dirigir", agrega Diemecke.

''Está dividida en dos partes. Muy espiritual la primera, la espera y la venida del espíritu que trae consigo el cumplimiento de los deseos humanos: la felicidad, la gloria, la salud, etcétera. Mientras, la segunda es un episodio del Fausto, ese personaje mítico que vendió su alma a Mefistófeles y después no halla la forma de deshacer el pacto."

Obra digna para una celebración

En el aspecto estrictamente musical, esta Octava sinfonía se distingue por lo místico y brillante de su sonido, así como el manejo magistral de los solistas del coro, los cuales se convierten en verdaderos instrumentos, y muy virtuosos, al igual que sucede en la Novena sinfonía de Bee-thoven, de acuerdo con el director.

''Es como una ópera en concierto, como ocurre en realidad con la mayoría de las obras de Mahler. De allí que sea una obra digna para una celebración. Y consideramos que mi estadía de 15 años en la Sinfónica Nacional es motivo para celebrar."

El elenco es de talla internacional. Lo integran las sopranos Gwynne Séller, Ellie Dehn y Guadalupe Jiménez; las mezzosopranos Barbara Dever y Encarnación Vázquez; el tenor Rodolpk Locke, el barítono Daniel Sutin y el bajo Bruce Baumer, así como los coros del Teatro de Bellas Artes y del Conservatorio y la Escuela nacionales de música.

La Octava Sinfonía de Gustav Mahler, cuya duración aproximada es de una hora y media, tiene dos fuentes principales: en la primera parte se trata del himno ígneo Veni, veni creator spiritus y contiene un estallido formidable a toda orquesta con apoteosis consecutivas de coros de niños y coros mixtos.

La segunda parte está basada en otra obra monumental: el segundo Fausto, de Johann Wolfgang von Goethe. El discurso filosófico-existencial de Mahler se extiende aquí en un entramado intimista y contrastante. Los ocho cantantes solistas fungen como los personajes de la novela y la culminación se extiende en el ascenso de los versos finales de Goethe: ''Todo lo perecedero/ no es más que un símbolo/ aquí lo inaccesible/ se convierte en hecho;/ aquí lo inefable/ es realizado. / El Eterno-femenino/ nos atrae a lo alto"

Los conciertos serán en los horarios habituales: viernes a las 20 horas y domingo a las 12:15 horas.

 
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