Usted está aquí: domingo 3 de julio de 2005 Opinión A LA MITAD DEL FORO

A LA MITAD DEL FORO

León García Soler

La fiesta del Zorro. Implosión postdemocrática

FIESTA FAMILIAR, FESTIVAL electorero, regocijo por lo que pudo ser y no fue. A mí me invitaron, dijo Vicente Fox a los ingenieros reunidos en Los Pinos. Algo habrá aflorado en sus rostros, porque el muy solemne anfitrión, Mesías de la democracia, adalid de la alternancia, no pudo contener la advertencia: "¡No se rían!"

LA FIESTA DEL Zorro. Convocó en pleno vuelo y concluyó con la explosión de entusiasmo volátil del candidato que, según Jorge G. Castañeda y Adolfo Aguilar Zinser, nunca pensó que iba a ganar la elección del 2 de julio de 2000. Al Angel y de ahí a la Presidencia, convocó. Nada más que a ésta llegó hace cuatro años y seis meses. La de la revolución incumplida, según el artículo de The Washington Post que revela el pasmo ante el vasto universo del sector público desmantelado por la reforma aperturista. Pero sus todavía extensos ramales ensombrecieron el ánimo de Vicente Fox. A estas alturas, en plena fiesta del Zorro, todavía hay quienes aseguran que el Macabeo abajeño nunca pensó en que después del milagro iba a tener que gobernar. ¡No se rían!

MUCHOS SE ATRIBUYEN la paternidad de la democracia y es huérfana. Dos de julio, triple aniversario: natalicio, mandato y boda civil en la República laica que el de la fiesta cree "dictadura autoritaria". Oximoron que lo llevó a comparar su proeza con la de Lech Walesa. El obrero de Solidarnosk y el directivo de Coca-Cola. Vicente Fox no ceja en atribuir al cesarismo sexenal y a las mudanzas del priato tardío las propiedades y distorsiones de los sistemas totalitarios. Llegó a Kiev y de inmediato hizo el parangón de la epopeya foxiana con la de Ucrania. Quienes lo invitaron a festejar su cumpleaños, su victoria electoral y su aniversario matrimonial tuvieron a bien incluir a Lech Walesa en la fiesta del Zorro. Orador invitado el líder obrero que tampoco supo qué hacer cuando llegó al gobierno.

CUANDO ENGORDA EL Quijote tituló Jorge Ferretis su novela satírica sobre aquellos años en que "la revolución degeneró en gobierno". Había que ver y oír a Walesa bajo la Columna de la Independencia. Su paisano Wojtyla: santo súbito. Ayer, 2 de julio, quinto aniversario del triunfo de la "revolución como la Cristera" que Vicente Fox llamó a emprender en México. "Para mí, la revolución era romper los 70 años de dictadura autoritaria", dice a The Washington Post ahora. Cuando llegó al poder, ante el imperativo de gobernar, optó por la inercia, por el dejar hacer, dejar pasar, de los econometristas del priato tardío.

CRIATURAS DE LA era del espectáculo, los alternantes inundaron los espacios de la televisión con imágenes de personajes del vuelco finisecular, de la épica foxiana en la transición narcisista que se contempla a sí misma en el arroyo de la democracia. Acto cívico, fiesta a la que los ciudadanos tuvieron a bien invitar a Vicente Fox, dicen. Al asegurar que no era acto de partido, ni del presidente Fox, llevaron a las pantallas un remedo de idílica pluralidad. La familia de Jesús Reyes Heroles, así como la de Heberto Castillo, reclamaron debido a su inclusión en la propaganda mediática. Ni la democracia ni la oclocracia son obra de un solo hombre, del autismo aventurero.

EN LOS LINDEROS de la locura, el IFE llama a la serenidad, pide a los funcionarios no intervenir, no sembrar sospechas y dudas que afectarían la confianza duramente ganada por las instituciones. No violamos ley alguna, no violentamos norma ética o moral, responde el vocero y heraldo de la implosión postdemocrática. Pero la derecha es yunque y Manuel Espino forja conflictos que trascenderán las protestas de partidos que hoy mismo participan en la elección de gobernador en el estado de México y en Nayarit.

RUBEN MENDOZA AYALA se desinfló. Los panistas del estado de México no lo aceptaron jamás, ni como adherente entre la multitud de oportunistas que se vistieron de azul al grito de viva el que vence. El Echevarría de Nayarit se declara el más rico del estado, heredero, hacendado y no hacendoso tesorero del priato tardío que cambió de chaqueta. Va a ganar Ney González y nadie olvidará que el hacendado Echevarría se empeñó en dejar a su señora esposa en la gubernatura. Enrique Peña hizo notable campaña en el estado de México y sus contrincantes se declararon derrotados de antemano. Decidieron dejar la solución al Tribunal Electoral y no a los votantes. Litigar lo que no supieron ganar en las urnas pondrá en riesgo el proceso de la sucesión presidencial.

MINAR LA AUTORIDAD de las instituciones electorales, desestimar el valor de los votos emitidos, podría provocar el estallido popular en el clima de violencia criminal que impera del Bravo al Suchiate. El desaliento es tal que las muchas y dispersas izquierdas han desestimado la Sexta Declaración de la Selva Lancandona, el adiós a las armas del EZLN. El acto público y mitin político que concluiría en comida familiar deja un regusto de imposición autoritaria; de burla a la autonomía del IFE; de mofa en la afirmación de que si no se viola norma expresa no se violenta la imparcialidad oficial ni se tuerce la equidad indispensable en toda elección. Ayer pudo perder Vicente Fox los lauros de libertador que soñó y que todavía le asignan la visión de la derecha y los medios del nuevo orden y la verdad única. En la hora del festejo, recuerdo de glorias efímeras, ya nadie espera que atine a gobernar, a administrar y a hacer política.

MUCHO SE HA escrito sobre el papel del general Wojciech Jaruzelski en la amarga transición de Polonia. Digamos que atendió a su formación de soldado y a su convicción patriótica. Y así supo evitar que intervinieran las tropas soviéticas. Gracias a él Polonia pudo evitar la intervención armada, abierta, la presencia de tanques rusos que irrumpieron en la Primavera de Praga y antes de ésta, en la batalla de Budapest. No es poca cosa. En lo que hace a la proeza del Macabeo abajeño, únicamente los resentidos por la derrota que les impuso la sana distancia han hablado de lo que hizo y dejó de hacer Ernesto Zedillo. Pero implosiona la postdemocracia y The Washington Post revela la disposición del doctorcito Zedillo a subir los precios de luz y combustibles antes de pasar la estafeta a su alternante. ¡No se rían!

EL QUE PERDIO el poder quería limpiar de abrojos el camino del que venía a sacar al PRI de Los Pinos. Les dijo que estaba dispuesto a subir el precio de la gasolina y de la energía eléctrica para aliviar presiones económicas y hacer posible un incremento enorme de ingresos para el primer presupuesto de Vicente Fox. Yo cargo con la impopularidad, con las maldiciones y mala voluntad de mexicanos empobrecidos por las crisis recurrentes. Yo y el PRI, porque ahí se acorta toda distancia, ahí se confunden el dirigente y el aparato que puso el timón en sus manos. Jorge G. Castañeda en perpetua moción retrógrada da testimonio de la respuesta de Vicente Fox a la generosa oferta del que ya le había entregado el poder: "No, no. No podemos empezar con medidas impopulares".

FIESTA DEL ZORRO. Santiago Creel no se ríe y Francisco Barrio llora, se lamenta tardíamente por la incapacidad negociadora de Vicente Fox, porque nada supieron negociar, todo lo festinaban y de todo culpaban a los que sacaron de Los Pinos. Y a los del PRD, desde luego: cuando había que debatir los asuntos "ya nos querían escupir", dice Barrio. Hace implosión la revolución incumplida. Víctor Lichtinger, académico despedido del "gabinetazo", declara que éste fracasó por falta de liderazgo, que Vicente Fox llegó al poder con demasiados "compromisos comprados". Dice "comprados", no contraídos. Algo está podrido en la comarca. Alberto Cárdenas dice ser el caballo negro y se monta en su macho para insistir en que hubo complot de "la narcopolítica" para asesinar al cardenal Posadas Ocampo. Echar lumbre a la hoguera de vanidades: acto de fe hoy; mañana, Auto de Fe.

A LOS DEL PRI ya les llega la lumbre a los aparejos. Ganan elecciones constitucionales, suman más diputados federales, senadores de la República, gobernadores, presidentes municipales y diputados locales que el resto de los partidos. Nadie podría regatear el derecho a la candidatura presidencial a un dirigente del partido que viene de perder el poder y suma victorias; que ha alcanzado alrededor de 40 por ciento de los votos en cada elección. Pero ese ha sido el caso de Roberto Madrazo. Quedó al frente del partido, se hizo del control del aparato y de los hilos conductores del poder, desde el Consejo Nacional hasta las seccionales en las que se funden los sectores y se confunden los que no se bajan de la banqueta y cruzan el pantano de las multitudes sin manchar su plumaje. "El PRI va a ganar la Presidencia", dicen los encuestadores; "la va a perder si Madrazo es su candidato", añaden.

CLARO COMO EL lodo, decía Norbert Guterman. Así es, así ha sido la imagen que proyectan de Madrazo desde que se negó a acatar la defenestración y dejar el gobierno de Tabasco para que Ernesto Zedillo pudiera complacer a los agraviados por quien lo hizo presidente y lo dejó en Los Pinos presa de un miedo cerval. La fractura del PRI no es cosa por venir, ya se dio. Nada tiene que ver con las ideas y mucho con ese miedo y los rencores heredados del combate entre Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Van a la derrota si prefieren perder a ver ganar a los que quedaron atrapados en el otro bando.

DE AHI LA conseja del Tucom, todos unidos contra Madrazo. Eran 10, quedan cinco: Manuel Angel Núñez, Arturo Montiel, Enrique Martínez, Tomás Yarrington y Enrique Jackson. El senador de Sinaloa diría en Morelos, donde padecen el desgobierno panista, que no se trata de abrazar la derrota con tal de llevarse al otro. Que el suyo es un partido político y los de Unidad Democrática saben que ninguno de ellos puede ganar sin Roberto Madrazo, y éste sabe que no puede ganar sin ellos.

ASI ES ESTO. Por eso se mece en la hamaca Andrés Manuel López Obrador y ofrece paz y amor, apoyo a la fiesta del Zorro en el Angel. Del subcomandante Marcos y de dónde se incuba el autoritarismo, que le pregunten al de la revolución incumplida: las cosas quieren decir lo que yo digo que quieren decir.

 
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