Usted está aquí: sábado 9 de julio de 2005 Opinión La determinación de Cuauhtémoc Cárdenas

Enrique Calderón A

La determinación de Cuauhtémoc Cárdenas

El martes pasado, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas envió a los medios nacionales un comunicado dirigido a sus compañeros del PRD y a quienes de algún modo han alentado sus esfuerzos para lograr la candidatura presidencial en 2006, en el que define su posición ante el escenario actual de retroceso, descomposición, estridencia y falta de rumbo que priva hoy en el gobierno, en los partidos políticos y en la sociedad en general.

El documento ha merecido los más diversos comentarios en todos los medios de comunicación, en su mayor parte elogiosos, tanto al ingeniero en su persona como al comunicado, por la madurez y la sabiduría que contiene y que es resultado natural de la experiencia en cinco procesos electorales, tres de los cuales se constituyeron en triunfos, no obstante la feroz propaganda del sistema en su contra.

El documento, escrito en términos amables y propositivos, contiene, sin embargo, dos planteamientos claros: 1) su decisión de no contender por la candidatura del PRD a la Presidencia de la República, y 2) su determinación de seguir trabajando para que la izquierda vuelva a colocarse en la vanguardia de las luchas por la soberanía, el cambio democrático y el bienestar de los mexicanos.

La interpretación que en forma comedida han hecho los líderes del PRD, en el sentido de que la declaración lleva implícita la decisión de Cárdenas de apoyar la candidatura de López Obrador, simplemente carece de sentido. La decisión de no contender está sustentada en la falta de voluntad de la dirección del partido para crear los espacios de discusión en torno de las condiciones y problemas del país, así como en las alternativas viables para su solución, contenidas en el proyecto político Un México para todos.

Para Cárdenas ha sido prioritario contar con un proyecto consensuado de nación que pueda dar lugar a un programa de gobierno sólido y viable; para la dirección del partido, la prioridad ha sido asegurar la candidatura de López Obrador, ante la creencia de que ella les puede dar el triunfo en las elecciones de 2006, sin reparar en todo lo que esa candidatura significa y el impacto que ella pueda tener en el futuro de la izquierda mexicana y de la sociedad en general. Las dos posiciones son incompatibles.

En lo que quizás tiene razón el presidente del PRD es que el comunicado de Cárdenas no significa un rompimiento con el partido, ni puede serlo. Sí, en cambio, es una severa y pública llamada de atención, señalando si no todas, sí las principales fallas y desviaciones de sus sucesivas direcciones, con la intención de que estas sean corregidas a la brevedad.

La ausencia del debate de ideas, la imposición autoritaria de candidatos (estado de México, DF), la imposición de los propios cuadros directivos del partido, el debilitamiento ideológico y programático del partido en aras de supuestos triunfos electorales basados en alianzas contradictorias y oportunismos, han construido desviaciones y prácticas contrarias al espíritu mismo con el que el partido fue creado. Toca ahora a la dirección del PRD dar una respuesta seria a tales planteamientos.

Por otra parte, junto a los señalamientos de lo que debe ser corregido en el partido, el comunicado de Cárdenas es una invitación a éste a unirse en la conformación de una mayoría política que agrupe a toda la izquierda mexicana, para instrumentar el proyecto de nación que habrá de irse definiendo, en los próximos meses, de manera plural y democrática, para construir luego el país de progreso y bienestar al que aspiramos.

En 1987, Cárdenas y un distinguido grupo de luchadores sociales convocaron a las fuerzas políticas y sociales a formar un amplio frente de lucha por la democracia y por un modelo de desarrollo diferente al que nos estaba siendo impuesto, logrando como respuesta la formación de un movimiento político inédito en la historia del país. Sus enemigos de entonces lo denostaron y satanizaron, los soberbios lo ignoraron, los medios profetizaron su fracaso; el desenlace lo conocemos todos.

El México de 2005 no es igual al de 1987, aunque las condiciones sociales sean similares; el autoritarismo está en casa y cerca de 20 años han transcurrido desde entonces; las demandas y el planteamiento de Cárdenas son hoy esencialmente los mismos, pero su imagen política se ha convertido ya en un referente nacional, de hecho el único que tiene el país. Esperamos que la dirección del PRD y el licenciado López Obrador no cometan el mismo error que en 1987 cometieron Miguel de la Madrid y la cúpula de su partido

 
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