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11 de julio de 2005
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GARROTES Y ZANAHORIAS

CHAMBAS

Los funcionarios del gobierno mexicano buscan trabajo. El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, se aplicó de veras para llegar a la secretaría general de la Organización de Estados Americanos. No lo logró y tuvo que declinar ante la falta de apoyo final del gobierno estadounidense, que lo había promovido.

El desfiguro ante la derrota fue muy evidente y el canciller no se ha repuesto de haber perdido un jugoso puesto en la burocracia internacional, para el que se puede pensar que no tenía la preparación suficiente, y menos aun frente a un viejo lobo de mar de la diplomacia y la política interior como es el chileno Insulza.

En todo caso, luego del asunto de la OEA la política exterior del país sigue sin rumbo y se advierte de modo muy claro lo que ha sido la improvisación de muchos de los colaboradores de primer nivel del Presidente Fox.

Ahora hay otra plaza vacante en el mercado de trabajo regional que es la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo que, como la OEA, tiene su sede en Washington. El actual presidente, el uruguayo Enrique Iglesias, va a dejar el puesto luego de 17 años. Ya había sido director ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina de la ONU y no se quedará sin empleo, pues ahora será el Secretario General de la Cumbres Iberoamericanas.

Uno de los candidatos para sucederlo en el cargo a la cabeza del BID es Luis Alberto Moreno, actual embajador de Colombia en Estados Unidos; otro es Joao Sayad, de Brasil y uno de los dos vicepresidentes de la misma institución.

Y ya el Presidente Fox había declarado en Centroamérica que su gobierno apoyaría la candidatura de Moreno, pero ahora el Secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, dice que a su dependencia le corresponde por ley administrar ese asunto y consultarlo con el Ejecutivo.

Y Hacienda tiene su propio candidato para el BID, Agustín Carstens, antiguo funcionario del Banco de México, de Hacienda y cercano colaborador de Gil Díaz que lo envió como director ejecutivo al FMI y ahora lo promueve como candidato al BID, en una muestra más del espíritu de cuerpo que prevalece entre los altos funcionarios del sector financiero del país construido con tenacidad durante más de 20 años.

No se sabe cómo acabará esta reciente disputa interna en el gobierno. Es poco posible que Carstens llegue a presidir el BID y también lo es que finalmente haya un poco de coordinación en el gobierno para que cuando menos deje de gastarse la imagen internacional que tiene  §


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