Usted está aquí: miércoles 13 de julio de 2005 Cultura Complicada labor de los peritos de la Procuraduría General de la República

Complicada labor de los peritos de la Procuraduría General de la República

A veces, identificar un libro pirata se vuelve tarea complicada para los peritos de la Procuraduría General de la República.

Los impresores ilegales hacen uso de la tecnología más avanzada para editar copias casi exactas de cualquier libro.

Hologramas, códigos de barras, números de registro, pastas duras, papel del mismo gramaje, tintas para las artes gráficas, todo puede ser ''clonado''.

Y si bien existen quienes hacen sus libros piratas con simples fotocopiadoras, hay otros que de plano ''capturan" todo el texto del libro en computadora ''tipeándolo" o por medio de scaner.

También se sospecha la existencia de impresores piratas que tienen ''contactos" con personas que trabajan directamente con las editoriales y que sustraen de manera ilegal los negativos originales de algún libro que en el mercado ya tiene demanda.

En ese caso se obtienen copias casi perfectas que los peritos deben analizar con una lupa llamada cuentahilos para comparar las texturas del libro original con las del falso.

Para proceder a la captura de los piratas no basta la evidencia. Es decir, no es suficiente con tener el libro falso entre las manos, ni saber en qué puesto callejero se obtuvo.

Hay que ubicar el lugar donde se fabrica, cuestión que se suma a la cada día más compleja detección de textos piratas, pues los impresores que realizan esa actividad ilícita cambian constantemente de domicilio sus ''laboratorios clandestinos de libros", generalmente instalados en bodegas. Pueden estar en cualquier punto del país.

En los años recientes se ha procesado a tres personas por el delito de reproducción ilegal de obras literarias. No obstante, ninguna de ellas está actualmente en prisión.

Por tratarse de un delito federal ''de bajo riesgo", las personas que incurren en piratería de libros enfrentan sus procesos penales en libertad provisional bajo caución, mediante fianzas de poco más de cien mil pesos.

Es decir, ''¿podrían seguir dedicándose a piratear libros?", se pregunta a un abogado especialista en el tema, quien responde:

''Ojalá, pues si los vuelven a atrapar, ya no podrían salir de la cárcel, por reincidentes."

Mónica Mateos-Vega

 
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