Usted está aquí: miércoles 13 de julio de 2005 Opinión JAZZ

JAZZ

Antonio Malacara

Cris Lobo

DECIA CRISTOBAL LOPEZ que los guitarristas pasan la mitad de su vida afinando la guitarra, y la otra mitad creyendo que están afinados.

AFORTUNADAMENTE, ESTAS INEVITABLES minucias del lenguaje y la técnica, que con ciertos personajes pudieran pasar de la broma al autogol, nada tienen que ver con la realidad y los rostros de Cristóbal. Desde los años 80, este guitarrista se ha evidenciado como uno de los más grandes músicos mexicanos, no sólo por su virtuosismo instrumental, sino por la también manifiesta imaginación con que compone y depura cada una de sus piezas.

ROMANTICO IMPENITENTE Y CONFESO, Cris triangula su instrumento y su decir entre los esquemas populares de México, Cuba y Brasil, para aterrizar en las bien trazadas pistas del clasicismo o para mantener a placer el "incontrolable" vuelo del jazz. El objetivo principal, alcanzado y vuelto a alcanzar a través de los años, ha sido siempre que la guitarra se muestre a plenitud en todas sus aristas, bajo el común denominador de la reposada elegancia y, por qué carambas no, el donaire.

EN 2004, YA con el nombre de batalla de Cris Lobo, grabó los discos Será y Caminos, pero no fue sino hasta 2005 que ambos compactos empezaron a circular en el mercado bajo el sello Urtext, pequeña empresa que se dedica primordialmente a la música clásica y académica, pero que en terreno del jazz ha hecho verdaderas maravillas con gente como Eduardo Pollastro, Alfredo Marichal, Ethos y el trío Santella-Cruz-Hecht.

EN SERA, CRIS Lobo se hace acompañar por su hijo Kin en la flauta barroca, Salvador Merchand está en la batería, Miguel Angel González al bajo, Víctor Patrón en piano y teclados, el maestro Jako González en el sax alto y la flauta transversal, y Elizabeth Meza y Marco Polo Garibay en las partes vocales que sutilmente se van esparciendo en algunos temas. El compadre Lobo toma también esporádicamente la trompeta (sorprendiéndonos de veras) y los silbidos.

AQUI LAS PIEZAS no sólo varían en dinámica e intensidad, por momentos llegan inclusive a polarizarse, como en el caso de Alma con alma e Insomnio, que ligadas en el orden de aparición, pudiera ser una la negación de la otra. De hecho, creo que aquí los títulos están atravesados, pues la acelerada, casi vertiginosa ponencia de Alma con alma se acerca más a las nocturnas imágenes del insomnio que el tema al que se le endilgó el título; y este último, más cercano a los terrenos del smooth jazz, llega más bien a provocar sueño.

EL SEGUNDO DISCO, Caminos, es a guitarra sola. Aquí Cris Lobo se muestra de cuerpo entero aunque moderado, pero ante todo deja claro que se trata de un guitarrista consumado. La belleza de A un beso de distancia, incluida en el primer álbum, reaparece aunque sin los marcados argentinismos y el lunfardo andar de su versión en grupo.

A DIFERENCIA TAMBIEN de Será, en el que las piezas son de su cosecha, en Caminos reinterpreta a Rubén Fuentes, Julio César Oliva y Robert Schumann. Salud.

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