Usted está aquí: jueves 14 de julio de 2005 Opinión El PRI y la maestra

Adolfo Sánchez Rebolledo

El PRI y la maestra

Hay en estos días un viento surrealista que toca a la política y los políticos. El PRI, por ejemplo, parece empeñado en probar que un partido que aspira a volver al poder depende de la voluntad de un personaje ausente. La maestra, dueña y señora del sindicalismo magisterial, vive por razones personales que a nadie toca juzgar fuera del país, pero no descansa ni siquiera allí. En su retiro teje relaciones e influye en decisiones de poder y en este momento, a querer o no, es la figura central del príismo. De ella depende, por ahora, que la elección del candidato presidencial tricolor se realice sin fracturas que pongan en peligro las pretensiones de volver a Los Pinos. Tiene, pues, la llave de la unidad.

Hasta hace muy poco se consideraba a Elba Esther Gordillo adversaria de Madrazo y, por ende, carta fuerte de los demás aspirantes, sobre todo entre aquellos que ven con buenos ojos un cambio de timón en la política del PRI con respecto a las llamadas "reformas estructurales". Dados sus vínculos estrechos con el presidente Vicente Fox y su esposa Martha Sahagún, Gordillo sostendría una política de alianzas que dejara atrás los viejos enconos y volviera a la etapa de colaboración estratégica con el PAN y, sobre todo, con las fuerzas empresariales que viven con ansiedad la ineficacia del gobierno blanquiazul.

En el fondo, tras las profundas desavenencias que la llevaron a abandonar la coordinación de la fracción parlamentaria está no una diferencia ideológica de fondo con otros príistas, sino, más bien, una manera de ver y concebir a ese partido en y desde la óptica peculiar de la oposición.

La actitud retadora de la maestra la llevó al grado de propiciar un desgajamiento en el seno de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, es decir, trasladó a unos trabajadores de una forma de corporativismo a otro, de un sindicalismo vertical a otro dominado por ella misma. Además, aseguran sus contrincantes internos, brindó generoso apoyo a partidos y candidatos diferentes del PRI en algunas elecciones estatales, todo con tal de atajar al madracismo.

Y, por si ese mensaje no resultara claro, los amigos de la secretaria general del PRI se dieron a la tarea ingrata de crear un nuevo partido con el sello magisterial de la casa, que en estos días verá la luz. Y luego, según dicen, se fue al extranjero a atenderse de una grave enfermedad de la cual muy pronto se hallará completamente restablecida. Regresará en agosto sin perder ni una pluma de su gallo, como diría otro, a ocupar la presidencia del PRI.

Destaca en esta historia, cuyos detalles algún día conoceremos, el juego cupular, la ausencia, esa sí, definitiva de los demás miembros del partido que ven cómo sus líderes se desviven por los espacios de poder. Pero sorprende aquí y ahora la absoluta falta de respeto hacia la crítica, es decir, hacia esa opinión pública que ya se considera a sí misma democrática. ¿Cómo explicar esas comisiones cargadas de gobernadores y representantes legislativos viajando apuradamente para consultar a la maestra allende las fronteras?

En fin, el priísmo quiere volver a la Presidencia de la República sin dejar atrás sus mañas, es su forma de hacer política, sin otro límite o contrapeso que la fuerza real del que se pone enfrente.

Mañana, puede ser, todos juntos se tomarán la foto de la unidad y nada habrá cambiado.

Si ésa es la lección de política práctica ofrecida por el mayor de los partidos nacionales, la democracia mexicana está en problemas.

 
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