Usted está aquí: jueves 14 de julio de 2005 Opinión ANTROBIOTICA

ANTROBIOTICA

Alonso Ruvalcaba

London after midnight

Ampliar la imagen Trafalgar Square, 1992 FOTO Fabrizio Le� Foto: Fabrizio Le�

1. ''Y ESTE TAMBIEN -dice Marlow de repente en Heart of Darkness- ha sido uno de los lugares oscuros de la tierra." Entre otros, la noche de Londres les pertenece a los antreros (va esto para Peter Ackroyd). La palabra clubbing, antrear, llegó al inglés en el siglo XVII (hoy está extendidísima), pero los clubes empezaron a popularizarse en el XVIII. Estos drinking clubs se reunían semanalmente en alguna taberna a comer, chupar, cantar y discutir. En el Kit Kat Club los debates podían durar muchas horas; en el Robin Hood Club de Butcher Row cada miembro podía hablar durante cinco minutos. Estaba el Twopenny Club , para los pobres, una de cuyas reglas decía: "si un vecino maldice o es obsceno, su vecino puede patearle las pantorrillas". Raro en Londres, donde las dos palabras más pronunciadas son fuck y cunt. Y raro en Londres, donde existía un Farting Club en Cripplegate, cuyos miembros "meete once a week to poyson the Neighbourhood, and with theyr Noisy Crepitations attempt to outfart one another", es decir: se reunían a ver quién se tiraba los pedos más fuertes y venenosos. También hubo un Man-Killing Club , en el que no entraba un miembro sin un muerto en su haber. Hoy, este tipo de reuniones no se llaman clubs sino, simplemente, nights. Una hojeada a la revista londinense Mixmag, por ejemplo, revela vertiginosamente: house nights, garage (pronúnciese en cockney: garridge) nights, techno nights, 2-step nights, chill nights, urban nights, trance nights, electro nights, breaks nights... todas sucediendo, digamos, el mismo miércoles. La noche de Londres le pertenece al alcohol, al reventón, a las tachas, a la ketamina, al baile, al K-hole y a la coca.

2. PERO LA NOCHE londinense también es de los asesinos y los suicidas. El primero de mayo de 1765, según Jean Pierre Grosley, "la esposa de un coronel se ahogó en el canal del parque de St James; un panadero se colgó en Drury-lane; una muchacha, que vivía cerca de Bedlam, hizo el intento de acabar consigo de la misma manera". En 1862 hubo una famosa Suicide-mania. Se ensayaron muchas explicaciones: "la afectación de la singularidad", el clima, la niebla, la carne de res, el alcohol, hasta el teatro. Como aquel pobre diablo que intentó matarse porque se creía atormentado por "all the ghosts in the tragedy of Richard The Third", y por los cadáveres de los cementerios de Londres. También se suicidó, pero en 1811, John Williams, que en el transcurso de una semana había asesinado a siete personas (dos niños y un bebé incluidos). Se mató en su celda, en la prisión de Clerkenwell; su cuerpo, con el martillo aún sangriento y el cincel que habían sido sus armas, fue paseado frente a las casas de sus víctimas y enterrado en el cruce de Back Lane y Cannon Street Road, con una estaca atravesada en el corazón. Sobre él -escribe De Quincey- pasa por siempre el estruendo de la incesante Londres: the uproar of unresting London. La lista de los asesinatos de Londres no terminará nunca: en 1726, la dueña de una taberna llamada The Gentleman in Trouble degolló a su marido y lanzó la cabeza al Támesis. Alguien la encontró y la puso en un poste; otra persona reconoció el rostro que ya no era más, y fue posible dar con la asesina. Nadie pudo hallar, en cambio, al asesino que asoló Spitalfields y Whitechapel en 1888, y que los periódicos y el rumor popular llamaron, primero, Jack, y después: Jack the Ripper. La noche de Londres se parece a la ciudad de sueños a la que entra Robert, el protagonista de Sandman: Tale of two cities, cómic extrañísimo de 1993: está poblada de muertos y fantasmas.

3. EN EL EPIGRAFE de su densísimo poema The city of dreadful night, James Thomson puso esta línea de Dante: Per me si va nella cità dolente, que está inscrita en la puerta del Inferno. Si Londres es el infierno, ¿cómo podría sorprender que su noche le pertenezca, también, al Diablo? En 1608, "un viajero de extraña apariencia" visitó a las putas de Shoreditch y les juró que "en Londres había visto al Diablo". Un pordiosero y ladrón, camino del patíbulo, gritó: "¿A quién puede el Diablo tener por compañía sino a mí?" Era la Londres medieval, donde, según las Chronicles of London, en el día de San Lucas de 1221 se pudieron ver dragones y espíritus malignos pasar por los aires ("fyrye Dragons & Wykked Spyrites merveyllously ffleynge in the eyre"). Esos mismos demonios se aparecieron en octubre 19 de 1904, según el diario de Stopford Brooke. El diablo solía aparecerse en su propia calle, Devil's Lane, en el bajo Holloway. El barrio de Smithfield tiene un vocativo: "Thou art the Seat of the Beast!" Un profeta jura haber visto al diablo "caminando tranquilamente por Tottenham Court Road"; Coleridge lo imagina en la cárcel de Coldbath; Byron le dice a Londres "salón del Diablo": Devil's drawing-room (creo que es en Don Juan). Los vecinos de Camden Town, a mediados del siglo XVII, juraron haber visto al Diablo entrar, una noche, a la casa de la famosa bruja Mother Damnable, que fue encontrada al día siguiente muerta frente a su caldero. En 1830, el Diablo se le apareció a Jane Alsop, y le escupió fuego en la cara, le arrancó pelo. Sus hermanas la rescataron, pero el Diablo fue a tocarles a su casa. (A propósito, el Infierno, la ciudad doliente de Londres, también es de tristeza. Orwell lo notó, Dickens también, y Verlaine -se quedaba en el número 36 de Howland Street- lo escribió así: Il pleure dans mon coeur / Comme il pleut sur la ville: Llueve en mi corazón como llueve sobre la ciudad...)

FINAL. EL DIABLO, los asesinos, los fantasmas han estado en Londres. También la han visitado la peste (al menos seis veces, la peor en 1664), los incendios (el de 1666 la destruyó casi completa), la ''fiebre del sudor'' (siete veces; la de 1528 mató a varios miles en seis horas), la Blitzkrieg nazi, y decenas de ataques terroristas en los 35 años recientes (en 1973 hubo 36 bombas). Yo no me apuro. Ella seguirá ahí siempre, tosiendo el polvo de sus escombros, cubierta de cicatrices, violenta, nocturna y hermosa.

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