Usted está aquí: lunes 25 de julio de 2005 Deportes Toreras actuaciones de Gustavo García Solo, de El Fraile y de Juan Chávez

Continúa con éxito la Muestra Taurina Puebla 2005, única en su género

Toreras actuaciones de Gustavo García Solo, de El Fraile y de Juan Chávez

Otra inspirada faena izquierdista de José Rubén Arroyo con un astado de Atenco

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Gustavo Garc� Solo, matando a recibir en su triunfo en la plaza de Puebla FOTO Rafael S�hez de Icaza Foto: Rafael S�hez de Icaza

Por quinto año consecutivo se lleva a cabo la Muestra Taurina Puebla 2005, en la capital de esa entidad, con el apoyo del gobierno estatal y del ayuntamiento, así como de algunas empresas, de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia y de la Asociación de Matadores, pero sobre todo con el entusiasmo contagiante y propositivo de su promotora y coordinadora, la licenciada Guillermina Peregrina, verdadero factótum de tan singular conjunto de actividades.

Entrega de reconocimientos, semblanzas, dos mesas redondas, la segunda de las cuales comentaré próximamente, exposiciones de pintura -con obra del maestro Sánchez de Icaza-, museográfica -con parte de la rica colección de Diego Carmona- y fotográfica -con originales trabajos de Raúl Gil-; poesía, a cargo del inspirado e incansable Jesús Ferrer; subasta de arte; baile flamenco, y una interesante novillada el sábado 23 a las 5 de la tarde, constituyeron esta singular labor de difusión de la cultura taurina, sin equivalente en ningún otro estado y dignísimo ejemplo de cooperación eficaz entre los sectores público y privado en favor de la fiesta.

En el festejo novilleril destacaron una vez más la entrega, determinación y carisma de Gustavo García Solo, que realizó dos completas y emotivas faenas a sendos toros de Monteverde, dándose el lujo de matar a su primero en la desusada y difícil suerte de recibir, que por sí sola merecía la oreja, y llevándose la de su segundo, luego de cubrir nuevamente los tres tercios.

La gente, que casi llenó El Relicario, siempre se entrega a los toreros entregados. Si a este Solo le siguen dando festejos otras empresas, en poco tiempo habrá de consolidarse como figura de la novillería.

Y ayer en La Florecita, en la tercera y última de las llamadas corridas industriales que montó la acreditada empresa Sarajuana, Javier Escobar El Fraile, con 20 años de alternativa y de padecer la miopía empresarial, pero con su afición intacta, volvió a derrochar la entrega y torerismo de siempre ante dos complicados ejemplares de Castorena.

Con el que abrió plaza, un toro con cinco años que se agarraba al piso, El Fraile dio cátedra de aguante y de vergüenza torera hasta desengañarlo y obligarlo a pasar en dramáticos y contundentes naturales. Ensimismado en su congruencia, lo despachó de certero volapié y el público unánime demandó la oreja, que fue otorgada.

Con su segundo, que llegó soseando a la muleta, Javier Escobar repitió color, pero ahora también por el lado derecho, clavando las zapatillas en la arena y corriendo la mano con mando, tan sólo por el placer viril de saberse torero y actuar como tal. Si no lo pincha se lleva otra oreja.

Si El Fraile se hiciera una tonsura, rapándose la parte superior de la cabeza, fuese apoyado por algunos patrocinadores y valorado por verdaderos promotores de la fiesta, en corto plazo tendríamos otro torero realmente interesante. Muchos aficionados se preguntaban si luego de las exitosas actuaciones en los festejos anteriores de Edgar Bejarano y José Rubén Arroyo, no se montaba un cartel de triunfadores con El Fraile.

Desafortunadamente no se avisó al público que el matador José Rubén Arroyo mataría, de traje corto, un toro de la ganadería de Atenco, por lo que fuimos pocos los afortunados en volver a paladear el intenso torerismo de Arroyo en espléndidas tandas con la zurda, muy bien rematadas con el de pecho, kikiriquís y trincherazos. Volcándose, dejó una estocada hasta la empuñadura y gracias al oportuno grito de ¡oreja! de la bella Norma Rocío Ortas, un monosabio cortó el apéndice y se lo entregó a José Rubén, otro gran diestro a la espera de empresarios deseosos de ganar dinero en forma transparente.

Y en la novena novillada en la Plaza México se presentó el michoacano Juanito Chávez, con apenas 16 años, pero poseedor ya de una solvencia increíble, producto de sus múltiples festejos sin picadores y numerosos festivales. Por fortuna se enfrentó a Disparate, un cárdeno bragado del hierro zacatecano de Valparaíso, corrido en tercer lugar, y al que el joven prospecto toreó muy bien de capa y muleta, coronando su labor de certera media, por lo que el público exigió la oreja, que fue otorgada al debutante. A su deslucido segundo le haría un hermoso quite por gaoneras que a ver quién lo mejora.

 
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