Usted está aquí: lunes 25 de julio de 2005 Opinión Placeres visuales y gastronómicos

Angeles González Gamio

Placeres visuales y gastronómicos

Se acaban de inaugurar en el Centro Histórico dos exposiciones, cuya visita proporciona un gran placer. Una de ellas, organizada por la Fundación del Centro Histórico, conjuntamente con Conaculta, muestra obras del escultor Pedro Cervantes, distribuidas en el vasto espacio que ocupara el atrio del templo de San Francisco recuperado hace unos años con la demolición del poco agraciado edificio que había sido la sede del Hotel Guardiola.

El notable artista, quien tiene esculturas en el Museo de Arte Moderno y en varios otros museos de la capital, los estados y el extranjero, muestra aquí varias de las figuras femeninas que lo han caracterizado, al igual que los caballos. De su trabajo, dice la luminosa Roxana Velásquez, directora del Museo Nacional de Arte (Munal): "En la obra de Cervantes, como en su vida, todo es vitalidad, movimiento, sensualidad y sobre todo, erotismo, expresado a partir de un lenguaje en el que interactúan líneas, volúmenes, espacios y contornos sugeridos por el dinamismo de las diversas perspectivas frontales, laterales o aéreas."

En su cercano museo, Roxana acaba de inaugurar la exposición De artesanos y arlequines, colección privada del norteamericano Lance Aaron, quien se casó hace 13 años con una mexicana y se apasionó por el arte de nuestro país, del cual conformó una vasta biblioteca que le permitió conocerlo a fondo e ir conformando un rico acervo, con el que ahora podemos deleitarnos en el Munal. Hay cuadros de Rufino Tamayo, Dr. Atl, Roberto Montenegro, Manuel Rodríguez Lozano, Olga Costa, José Chávez Morado, Alfredo Ramos Martínez, Carlos Orozco Romero, Juan Soriano y Adolfo Best Maugard, entre otros; muchos de ellos los ha repatriado, enfrentando los problemas burocráticos y el alto costo que increíblemente exige el gobierno mexicano para regresar obras a nuestro país. También hay artesanías, entre las cuales sobresalen lacas de Michoacán y Guerrero, cerámica, y una máscara del siglo XVII. Esta muestra se enmarca dentro de un nuevo proyecto del museo: de acercarse a los coleccionistas privados, lo cual permite contar con una oferta museística más rica y variada, y permitir al historiador, al crítico y al público en general conocer más acerca de estos acervos particulares.

Ya estando aquí habría que aprovechar para ver las otras exposiciones temporales, gracias a lo cual descubrimos a Francisco Gutiérrez, pintor oaxaqueño que falleció hace 60 años tras una vida corta y azarosa por problemas de salud. El pasado martes, en estas páginas, la excelente crítica de arte Teresa del Conde, habló con amplitud de la obra de este artista tan poco conocido a pesar de haber sido muy apreciado por muchos de los mejores artistas de la época, quienes donaron cuadros para una subasta que se realizó meses antes de su muerte, en 1944, para juntar fondos con el propósito de ayudarlo en su enfermedad, la cual lo dejó paralizado del lado derecho, lo que no impidió que siguiera realizando con la mano izquierda unos dibujos que conmueven tanto por el tema, ya que muchos son del hospital, como por el esfuerzo que se advierte en los trazos.

Otra de las sorpresas que nos brinda el Munal es la exhibición de once de dieciocho tableros que pintó Angel Zárraga, entre 1926 y 1927, por encargo de la embajada de México en Francia. Eran patrimonio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la que recientemente se los dio en resguardo a este museo. Qué bueno para el Munal, pero uno se pregunta si no hubieran decorado maravillosamente la nueva sede de la Secretaría de Relaciones, la cual está por concluirse en la Plaza Juárez.

La vista de tanta belleza imponía una comida muy especial, así es que nos dirigimos al número 18, de la callecita de Filomeno Mata, continuación de Gante, para ver si ya había reabierto el Fussión Café, el cual estuvo clausurado dos meses por cometer el delito de invadir 30 centímetros la vía peatonal, con las mesitas en donde se degusta una de las mejores comidas del Centro Histórico, de la que ya hemos hablado, y hoy, por su reapertura, que nos hace tan feliz, lo volvemos a mencionar.

Su dueño y chef Ignacio Becerra, a quien los comensales pueden ver cocinar, regresó con nuevos bríos y recetas. La ensalada de la casa, de roast beef, queso mozzarela, espárragos y un aderezo ácido, es una comida completa por si está cuidando la línea. Si no tiene ese problema, pida pollo a la italiana con pesto y macarrones, o si es pescadero el negro estilo criollo, con especias cajum y guarnición de papas crujientes por fuera y suaves por dentro, que son una delicia. De postre: la crepa de coco, acompañada de café, que es extraordinario. El menú diario es muy económico y siempre exquisito. Abre los domingos.

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