Usted está aquí: lunes 1 de agosto de 2005 Cultura Rinden homenaje a la pianista María Teresa Rodríguez en Instrumenta 2005

Entregan a la concertista un reconocimiento por sus 75 años de carrera

Rinden homenaje a la pianista María Teresa Rodríguez en Instrumenta 2005

La música salió a las calles de Oaxaca este sábado, en el día de mayor actividad

ANGEL VARGAS ENVIADO

Ampliar la imagen La pianista Mar�Teresa Rodr�ez, durante un ensayo en el teatro Macedonio Alcal�OTO Eniac Mart�z/ Instrumenta Foto: Eniac Mart�z/ Instrumenta

Oaxaca, Oax., 31 de julio. La pianista María Teresa Rodríguez, una de las más importantes figuras de la música de concierto en México, recibió anoche un homenaje en esta capital con motivo de sus 75 años de carrera profesional.

El acto consistió en un concierto en el teatro Macedonio Alcalá como parte de las actividades artísticas de Instrumenta Verano Oaxaca 2005, en cuyo contexto el director general del programa Instrumenta, el promotor cultural Ignacio Toscano, le entregó un premio por su trayectoria artística.

Dos fueron los grandes bloques en los que se dividió la velada, entre cuyo público, por cierto, se encontraban tres ex directores del Instituto Nacional de Bellas Artes: Manuel de la Cera, Gerardo Estrada y el propio Toscano, así como el actual titular de esa dependencia, Saúl Juárez.

La primera parte estuvo a cargo de la propia maestra, quien prodigó y prodigose con la interpretación de tres de las obras más significativas de su repertorio, a su vez, tríada capital en el desarrollo de la historia del teclado: el Capricho en si bemol de Bach, la Balada número tres de Chopin y La isla alegre, de Debussy.

Ejecuciones todas de gran sutileza y excelso dominio técnico, pausadas y cautivantes, en las que la menuda y delicada figura octogenaria de la pianista lució amazónica en su escarceo seductor con ese lustroso cetáceo de teclas.

Conmovidos ante tal muestra de poderosa delicadeza, quienes llenaron el hermoso y recién restaurado inmueble desbordáronse en estridentes ovaciones al final de cada una de las piezas, así como cuando llegó el intermedio.

Después de un breve receso, el otro gran bloque del concierto consistió en ilustrar mediante recuerdos y anécdo- tas, así como de manera musical, cómo la vida de María Teresa Rodríguez se confunde con la crónica del arte sonoro de nuestro país, según definió el compositor Mario Lavista, quien hizo las veces de entrevistador.

Fue un diálogo emotivo de artista a artista y de persona a persona, que se remontó al origen ciento por ciento musical de la pianista, tanto por el lado materno como paterno.

Se le recordó como niña prodigio que comenzó sus estudios pianísticos a los cuatro años, que a los ocho realizó su debut con orquesta, interpretando el Concierto número uno de Beethoven, y que a los 14 se graduó de concertista.

De igual manera salió a colación la ascendencia artística que mantiene en línea directa con Beethoven, al haber sido alumna de Alexander Borovsky.

La charla fue interrumpida varias ocasiones según el punto que abordaban Rodríguez y Lavista, fuera una época o un nombre, para que cuatro de los pianistas que asisten como maestros a este encuentro de educación musical ilustrara con cierta pieza alguno de esos aspectos.

Así, al recordar los años de estudio e iniciales de carrera, la primera en aparecer al piano fue Misa Ito, con el tema del primer concierto de Beethoven, y más adelante Dimitri Dudin con el tema y cuatro de las 32 variaciones del sordo de Bonn.

Cuando se habló de la entrañable relación amistosa entre la pianista y Rodolfo Halffter, Ana Maria Tradatti interpretó dos Bagatelas de este compositor de origen español.

Escuchar el Preludio número 17 de Chopin, a cargo de Jeozef Olechowsky, provocó lágrimas en la homenajeada, ya que esa pieza se la dedicó en un concierto a mitad del siglo XX a quien habría de ser su esposo de toda la vida, el médico Trifón de la Sierra.

Luego de que Duane Cochran interpretó el tema del segundo movimiento del Concierto en sol de Ravel, la maestra María Teresa Rodríguez, ya muy conmovida, volvió a sentarse al piano para tocar los Preludios de Carlos Chávez, autor de quien fue amiga y colaboradora. Por último interpretó a dúo con su hijo, Tonatiuh de la Sierra, otra obra de otro grande de sus conocidos, el Danzón cubano, de Aaron Copland.

A la calle con todo e instrumentos

Este sábado fue el día de mayor actividad artística del programa general de Instrumenta Verano.

Calles, plazas y demás puntos de reunión públicos del Centro Histórico de esta capital rebosaron en música de toda índole, desde lo experimental del Andador Sonoro, con sus 10 instalaciones electrónicas, hasta formaciones inusuales como ensambles de tubas y trombones, o de puras trompetas, con obras de repertorio, en lo que se denominó Andador de músicas, que fue dispuesto a lo largo de la calle Macedonio Alcalá.

A lo anterior debe sumarse cuatro conciertos en diferentes recintos de la ciudad y el que un ensamble de alientos, integrado por alumnos de este encuentro veraniego, ofreció al filo del mediodía en el Mercado Benito Juárez.

Digno de destacar es este último por el impacto que causó entre varios de los marchantes que se toparon con "esa música tan rara" durante espacio de casi una hora.

Entre vistosos tejidos de huipiles, olores disímbolos de frutas, carnes, comidas y cientos de especias, y un sinfín de pregones propios del comercio, lo mismo hubo quienes se indignaron porque el quinteto de jóvenes músicos "estorbaba" el paso que los que, emocionadísimos, se olvidaron por un momento del pesado calor y las actividades del día para permitirse suspirar y sonreír. La función social de la música, pues.

 
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