Usted está aquí: lunes 1 de agosto de 2005 Deportes Nada hizo el GDF por la fiesta brava en la Plaza México

Promesa olvidada

Nada hizo el GDF por la fiesta brava en la Plaza México

LUMBRERA CHICO

La inesperada interrupción de la temporada más chica 2005 en la Monumental Plaza Muerta (antes México) ha venido a coincidir con el fin de la administración de Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno del Distrito Federal (GDF), una gestión que según distintas fuentes se caracterizó por la congruencia entre las ofertas de la campaña electoral y las obras realizadas desde el poder. Quienes saben de esto aseguran que el hombre cumplió 96 por ciento de sus promesas.

Por desgracia, lo señalan algunos taurinos, en la franja -ese 4 por ciento- de los compromisos no respetados figura el que hizo respecto de la fiesta brava en la ciudad de México, donde todo lo que pasa en esa materia repercute en el resto del país. Que las corridas de toros y novillos se apegaran a las disposiciones del reglamento vigente, que la empresa de Mixcoac desempeñara la función social de conservar y enriquecer esta rica tradición o tomar las providencias necesarias para que, en el caso opuesto, se fuera a su casa, fue lo que el flamante ex alcalde dijo que haría pero después olvidó.

Muchos aficionados recuerdan que a lo largo de 2004, específicamente a raíz del decreto de febrero de ese año, el GDF le expropió a Rafael Herrerías los derechos de apartado que en efecto pertenecen a quienes los compran y renuevan cada año y no a quien los vende pero se arroga la potestad de cancelarlos a su antojo, lo que constituye un verdadero atraco. Al tomar esa decisión, las autoridades capitalinas le hundieron al sedicente "empresario" un estoconazo en todo lo alto, porque con ese dinero que obtiene anualmente gracias a los abonos de la feligresía paga la renta del pozo de Insurgentes.

Cuando el poderoso consorcio televisivo que medra en los toros a través de Herrerías comprendió que sin la ordeña de los derechos de apartado la México dejaría de ser una plaza económicamente viable, el GDF anuló el decreto, externando una clara voluntad de concordia y no de confrontación con el muy peligroso poder fáctico, gesto que a la postre no le valdría de nada porque éste no redujo la magnitud ni disminuyó la frecuencia de los ataques en su contra.

Ahora todo eso es agua pasada y los reflectores van a centrar su torrente luminoso en la figura de Alejandro Encinas. Como secretario de Gobierno fue a él a quien le correspondió el incómodo papel de mantener las relaciones institucionales con Herrerías y ceder ante las exigencias de éste en todos los casos. No actuaba el que será alcalde sustituto por su propia cuenta sino acatando instrucciones. De lo anterior se desprende que su postura no sufrirá alteraciones durante los próximos 16 meses. Pero si no hay cambios dramáticos en el guión de los comicios locales del año entrante, después de Encinas vendrá Marcelo Ebrard, quien formó parte del equipo de Manuel Camacho cuando éste fue regente y acabó con el reinado empresarial del doctor Alfonso Gaona, creando las condiciones para que al cabo de un experimento fallido con Curro Leal llegara Herrerías para quedarse, tal vez, hasta el fin de los tiempos.

 
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