Usted está aquí: lunes 1 de agosto de 2005 Opinión Terrorismo y seguridad nacional

Carlos Fazio

Terrorismo y seguridad nacional

Seguridad y terrorismo se han vuelto dos palabras de uso común en la agenda mexicana de Estados Unidos. Con mucha frecuencia los medios masivos mexicanos recogen declaraciones de funcionarios estadunidenses sobre los peligros y la vulnerabilidad de la frontera norte y su necesidad de militarizarla, o nos atosigan con artículos sobre "la ideología del terrorismo", "el rostro invisible del terror" y la posibilidad de que existan "células dormidas" de Al Qaeda en territorio nacional.

La campaña sicológica-ideológica sobre la seguridad y la amenaza terrorista es anterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York, y se conecta de manera directa con el proceso de anexión silenciosa de México por Estados Unidos en el marco del Tratado de Libre Comercio. Pero después de los ataques contra las Torres Gemelas hubo un cambio de inflexión: se dio un incremento en el empleo ideologizado de las temáticas de la seguridad y el terrorismo para sacar mayores concesiones a un régimen clientelar débil y sin rumbo como el de Vicente Fox, sumido en la corrupción y legitimador de los crímenes del terrorismo de Estado de los años sesentas y setentas.

La discusión sobre una de las manifestaciones del terrorismo actual y sus causas (el "fundamentalismo islámico"), así como las interrogantes acerca de si México puede o no ser blanco de un atentado, como ocurrió en Madrid o Londres, no pueden hacernos perder de vista el origen del problema, esto es, la conducta atávica del grupo de militaristas civiles que se apoderó del Pentágono y que a través de la manipulación sutil y la inflación artificial de los "miedos" en la sociedad estadunidense ha venido practicando una política totalitaria de guerra permanente sustentada en la doctrina del "espacio vital".

La coartada huntingtoniana de "la guerra de civilizaciones" (que preparó el camino para las guerras imperialistas de Estados Unidos en Medio Oriente), la exacerbación en los medios del "fundamentalismo musulmán" y la propaganda falsa sobre las armas de destrucción masiva se inscriben en una estrategia de construcción imperial de varios carriles, que en ocasiones recurre a la invasión militar (Afganistán, Irak) o el golpe de Estado (Venezuela, Haití), y otras veces mezcla presiones políticas y diplomáticas o se impone vía la desnacionalización y recolonización de la economía y el Estado en un país dado.

En el caso de México, en la fase más reciente, la creación del Comando Norte por el Pentágono incluyó de facto a nuestro país en el "espacio vital" de Estados Unidos y convirtió el tema de la "seguridad" en una palabra clave que involucra nociones de guerra abierta o clandestina, militar, política e ideológica. La construcción propagandística de una "frontera común de seguridad" (según la terminología utilizada por el secretario de Seguridad Interior estadunidense, Michael Chertoff), y a mediano plazo de una "OTAN norteamericana" bajo el mando operativo de Washington, no son sino instrumentos para culminar el minado de la base logística del Ejército Mexicano, a fin de desactivar cualquier hipótesis de defensa de la soberanía nacional. Hace tiempo que las políticas económica y exterior de México se han "bilaterizado" (aunque a los efectos prácticos se deciden en Washington) y la actual tendencia exhibe que las fuerzas armadas viven un proceso acelerado e inédito de "estadunización", como pieza clave de un diseño global que busca asegurar el control trasnacional sobre los recursos geoestratégicos de México. Se trata del famoso tercer vínculo, de William Perry: el eslabón que faltaba para cerrar el círculo de la dependencia.

La información de que nuevas unidades de elite de las fuerzas armadas mexicanas están recibiendo adoctrinamiento y adiestramiento en inteligencia para el combate al terrorismo, manejo de crisis marítima y otras disciplinas propias de la contrainsurgencia clásica en colegios y bases militares estadunidenses viene a confirmar esa tendencia, que es apuntalada con "acuerdos de cooperación" militar y, eventualmente, "acuerdos de defensa mutua", lo que mediante una "fórmula legal" y bajo la excusa de la "presencia terrorista" podría permitir luego la intervención militar directa de Estados Unidos en México, como ocurre actualmente en Colombia y otros países sudamericanos.

La irracionalidad de los militaristas extremistas de Washington, con su guerra total y sus ansias de supremacía unipolar mundial, está quedando exhibida en Irak ante el grado masivo de la resistencia iraquí a la ocupación extranjera. Las tropas estadunidenses no son invencibles.

Es probable, como señala James Petras, que "la racionalidad capitalista, basada en cálculos de costo-beneficio, desafíe el comportamiento atávico de los señores de la guerra (del Pentágono) y lleve a mayores divisiones internas dentro y fuera del imperio". El desastre militar en Irak podría llevar a repensar el significado, propósitos y metas de las guerras imperiales, y como resultado podría surgir un nuevo modelo de imperio mundial más limitado y "racional". En ese contexto, el acatamiento servil de México al esquema de "seguridad integral" y la noción de "soberanía efectiva", impulsados por Estados Unidos, es un riesgo para el interés nacional. Por tradición, el mayor peligro para la seguridad nacional de México ha sido la vecindad con Estados Unidos.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.