Usted está aquí: lunes 1 de agosto de 2005 Opinión De monotonías y aburrimiento

José Cueli

De monotonías y aburrimiento

Hubo intermedio este domingo en la temporada de novilladas en la Plaza México. Si bien han demostrado "posibilidades" algunos de los novilleros que han actuado en este primer acto, no acaba de surgir el novillero que arrebate a los públicos y regrese a los aficionados al embudo de Insurgentes. Mientras, sólo nos queda a lo cabales jugar a las nostalgias y añoranzas, a las que somos tan afectos, de acuerdo con las enfermedades propias de la edad.

Temporadas de novilladas y "grandes" mediocres, desde hace años, ejercer sobre los aficionados dominadora sugestión de aburrimiento. El ambiente soso, actúa sin descanso, influyendo en cuantos lo miran, moldeándolos hasta conseguir una perfecta adaptación, a la que se suman tanto novilleros como matadores. Es un trabajo suave, casi imperceptible, mas su tenacidad abruma de tal manera que acaba por vencer.

De otra parte, el torero es un ser de sistema nervioso fino y complicado, extraordinariamente sensible que, cual antena, recoge las múltiples ondas espirituales que vibran a su alrededor, para transmitirlas en sus faenas y que éstas a su vez produzcan en el contemplador susceptible de emoción, un estremecimiento apasionado.

Consecuencia de lo expuesto es que los jóvenes novilleros requieren en la actualidad poseer un carácter rebelde, más allá del ambiente para llegar al aficionado. Como sucedió con David Silveti hace dos años, que logró "romper el hielo" del ambiente, en faenas insospechadas que conseguían transformar al espectador por la belleza del cuadro, la entrega del torero; en un toro sí, y otro también, en que destacaba ante todo la expresión, formulada con asombrosa sencillez y diáfana naturalidad.

 
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