Usted está aquí: jueves 4 de agosto de 2005 Cultura Christian Lindberg se manifiesta contra toda división en la música

El trombonista sueco es la estrella principal del programa Instrumenta Verano

Christian Lindberg se manifiesta contra toda división en la música

Persisten ''grandes desentendidos'' entre directores, compositores y atrilistas, dice a La Jornada

''Me asumo como un músico a la antigua, como Wagner, Mahler o Stravinsky''

ANGEL VARGAS ENVIADO

Ampliar la imagen Uno debe aprender a creer en s�ismo, recomienda Christian Lindberg FOTO Mats B�cker Foto: Mats B�cker

Oaxaca, Oax., 3 de agosto. Considerado el trombonista más virtuoso de nuestro tiempo y uno de los músicos más relevantes del mundo, el sueco Christian Lindberg se manifiesta en contra de la división de géneros en la música.

De no romper esas barreras, evalúa, el futuro de ese arte será muy incierto, porque los públicos reclaman mayor apertura.

Estrella principal del programa artístico de Instrumenta Verano Oaxaca 2005, en el que presentará una obra de su autoría, el también director de orquesta define que la suya es una personalidad más apegada a los comienzos de la música que un prototipo del artista del futuro, ante ese interés por diversificar su quehacer.

El hecho musical es un todo

''Estoy convencido de que deberíamos abordar otras posibilidades musicales, porque es muy riesgoso separar la composición, la dirección y la ejecución. Debemos ver el hecho musical como un todo. Entre el trabajo del compositor, el director y el ejecutante hay grandes desentendidos", subraya Lindberg en entrevista con La Jornada, con la amable ayuda de Guianeya Román, en la traducción.

-¿Cómo ha sido ese proceso en el que el trombón, gracias a su trabajo, ha alcanzado el estatus y la dimensión de instrumento solista, a la par del piano y el violín?

-Es muy largo de explicar. Comencé a estudiar cuando tenía 17 años, y lo hice no porque me gustara la música clásica, sino porque me encanta el jazz; me gustaba mucho el trombón. El problema es que sólo lo enseñaban en la música clásica.

''Aprendí muy fácil y rápido; en dos años tenía ya un puesto en una orquesta. Llegó en un momento en que el maestro me dijo que debía escoger entre el jazz y la música clásica, que no podía estar en ambos mundos.

''Ingresé a una muy buena orquesta como primer trombón y durante 20 minutos no toqué una sola nota, luego sólo toqué un poco y pasaron otros 20 minutos sin hacer nada, y dije: '¡Oh, Dios, no podré hacer esto, me haré abogado!' Lo dije porque no hay solos de trombón en la música clásica, como sí sucede en el jazz.

''A los 20 años decidí dejar la orquesta hasta que encontrara algo; sabía que me llevaría tiempo. Comencé a encargar a los compositores que conocía piezas para trombón y orquesta; conseguí 18 y así tuve mi primer estreno en 1982, con dos conciertos. Poco a poco fui consiguiendo más obras.

''Fue así como apenas en el siglo XX el trombón adquirió rango de instrumento solista dentro de una orquesta, como lo lograron las percusiones."

-¿Entonces, no está de acuerdo con las divisiones en el arte sonoro?

-Pienso que mi maestro estaba equivocado. Muchos compositores han escrito para mí y yo también he compuesto. Me gusta el jazz y Frank Zappa; amo toda clase de música y músicos: Miles Davis, los Beatles, Mozart, Coltrane. Actualmente los géneros deben estar juntos, pues no es posible, por ejemplo, dividir el jazz y la música clásica.

-¿Esto no crearía el peligro de corromper la naturaleza de la música?

-Podría ser, pero realmente hay demasiada diferencia entre las maneras de promoción que se hacen entre los diferentes tipos de música para que eso suceda. No es lo mismo la publicidad que se hace al rock que al jazz o a la música de concierto.

''Y dentro de esto los solistas somos un mundo aparte. En mi caso, tengo la ventaja sobre pianistas y violinistas, por ejemplo, de que mi instrumento no está encasillado en la música clásica. El trombón puede estar en un género o en otro.

''Entre los músicos de orquesta existe la creencia de que una pieza para trombón no debe durar más de dos o tres minutos, porque se lastiman los labios; una duración mayor es imposible, porque se piensa que después no se puede cantar ni hacer otra cosa.

''El jazz es un buen medio, porque no existen esas creencias. Compositores como Berio y Takemitzu se han preocupado por unir el jazz con la música clásica. Toman parte de ésta, parte del jazz, parte del rock, y las fusionan para crear una especie de nuevo género y por eso a la gente le gusta. Para mí es muy fácil estar allí."

Compositor y director por azar

-¿Pesa en usted ser considerado el gran virtuoso del trombón, algo así como Chopin fue para el piano y Paganini para el violín?

-Desde siempre he sabido que soy muy talentoso, ja ja ja ja; es broma. Cuando tenía 20 años estaba consciente de mi talento y me sentía bien, aunque al mismo tiempo consideré que era una responsabilidad muy grande. Pensé realmente en ser abogado, pero la música fue más fuerte y decidí hacerla, pero a mi manera, sin preguntarle a nadie.

''Todas las personas deberían pensar en hacer las cosas a su modo. Uno debe aprender a creer en sí mismo; no ser bueno o malo, sino ser uno mismo."

-¿Hasta qué punto cree que su papel de virtuoso en el trombón genera las mismas expectativas sobre su trabajo como compositor y director de orquesta?

-Me hice compositor y director por accidente, forzado por las circunstancias. Comencé a dirigir más o menos en los años 90. Debía tocar un solo con una orquesta para una grabación, pero estaba siempre interrumpiendo para dar las instrucciones; todos me dijeron que yo debería ser el director, que lo podría hacer muy bien; les respondía no, es demasiado trabajo.

''Un director del que soy muy amigo me invitó a dirigir, en Gran Bretaña. Acepté, para experimentar, y en 2000 dirigí mi primer concierto. No fue una experiencia muy entusiasta, aunque la respuesta de los músicos fue muy positiva y entonces acepté dirigir otra orquesta, en Alemania.

''Fue difícil, pero espero que con el tiempo llegue a ser tan buen director como lo soy de instrumentista. El trabajo de director parecía un gran peso, pero me puse a estudiar con disciplina.

''En cuanto a la composición, comencé a escribir cuando tenía 17 años, un quinteto de alientos metales, y juré que no lo volvería a hacer; estaba muy avergonzado porque sonó muy mal. Finalmente tuve que persistir ante la inexistencia de obras para trombón."

-¿A qué obedece ese interés por abordar diversas facetas de la creación musical, que lo ha llevado inclusive a cantar?

-Me asumo como un músico a la usanza antigua, como Wagner o Mahler, quien dirigía y componía, o Stravinsky, quien también fue director, aunque prefirió ganar mucho dinero con lo que escribía.

''Cuando tocaba y veía al director creía que él era estúpido, por no considerar a los músicos, y el director seguramente pensaba lo mismo del compositor, por no considerar el trabajo del director. Ahora que dirijo me es posible tener presente al atrilista y, como compongo, puedo tener presente también al director. Es fantástico incursionar en los tres ámbitos."

-¿Se manifiesta en favor de la versatilidad en un sistema, como el neoliberalismo, en el que se nos impone la especialización?

-Mucho tiempo estuve concentrado sólo en el trombón y después me percaté de que si me hacía compositor mi trabajo sería mejor, porque sé cómo se siente tocar. Hacerme director fue aún mejor, porque sabía qué se siente componer y tocar. Antes siempre discutía con los directores.

 
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