Usted está aquí: domingo 7 de agosto de 2005 Opinión El Ejército, en riesgo por alto índice de deserción

Editorial

El Ejército, en riesgo por alto índice de deserción

El Ejército Mexicano enfrenta una crisis de personal que pone en riesgo su prestigio y afecta su capacidad para cumplir su tarea cabalmente: mantener la seguridad nacional. De acuerdo con datos oficiales, el índice de deserción en el Ejército es alarmante: del año 2000 a la fecha casi 100 mil soldados han abandonado la institución castrense, lo que ha provocado que en cinco años se haya tenido que renovar la mitad de los efectivos en servicio, que suman actualmente alrededor de 190 mil.

Los 20 mil soldados que en promedio abandonan anualmente sus puestos en el Ejército generan preguntas inquietantes que dejan mal parada a la institución. Para empezar, es pertinente detenerse en las razones por las cuales prefieren dejar el servicio. Las fuentes militares consultadas por La Jornada señalan que esta situación demuestra el fracaso de la estrategia de reclutamiento y la ausencia de estímulos atractivos. Y es que no es posible crear una fuerza armada profesional si la institución castrense utiliza las estaciones del Metro para reclutar soldados, por ejemplo.

La gran mayoría de las personas que se acercan a esos puestos improvisados lo hacen porque es su última alternativa para ganarse la vida.

Obviamente, casi ninguno de ellos tiene la vocación necesaria para mantenerse en el Ejército. La situación es peor cuando los nuevos reclutas descubren que sólo aspiran al grado de sargento, pues prácticamente tienen cerradas las puertas para ingresar a las escuelas militares, de donde salen los oficiales, lo que impide que puedan alcanzar mayores rangos y salarios.

Este problema, además, revela la decadencia del sistema de valores que supuestamente dirige el pensamiento y acción del personal militar. El honor, la honradez, el espíritu de sacrificio, la disciplina, la lealtad y el amor a la patria significan poca cosa para miles de reclutas que dejan la institución castrense. De no ser así, ¿por qué abandonan el servicio?

Para colmo, la deserción de militares plantea un serio riesgo a la seguridad nacional. Y es que, entre los efectivos que han dejado el Ejército en estos cinco años, hay mil 383 integrantes del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especial (Gafes), algo particularmente preocupante dado el nivel de instrucción de esos soldados, algunos de los cuales colaboran con bandas de narcotraficantes. De hecho, se sabe que muchos de estos soldados de elite encabezan las tropas de sicarios al servicio del cártel del Golfo, conocidos como Los Zetas.

La participación de estos comandos explica los ataques con armas de alto poder ocurridos en días recientes en la frontera norte y en Jalisco. Por si fuera poco, los ex Gafes han tomado la tarea de capacitar con técnicas especializadas a las nuevas generaciones de narcotraficantes, aspecto que podría generar una mayor escalada de violencia entre los cárteles de la droga, que se encuentran en guerra.

También es inquietante que la misma institución minimice el problema: el delito de deserción es uno de los más graves en el ámbito castrense, sin embargo, pocas veces se castiga. Aunque resulte inaudito, las fuentes militares consultadas aseguran que el alto mando prefiere no enjuiciar a los desertores porque "no habría cárceles suficientes para castigar a los responsables".

Se trata, pues, de un problema de gran magnitud que merece especial atención. Después de todo, no es posible esperar un Ejercito de calidad, honorable, si se mantienen las deficiencias en la estructura de la institución y los procedimientos de reclutamiento.

 
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