Usted está aquí: domingo 7 de agosto de 2005 Opinión Próximo sexenio: minas activadas

Laura Alicia Garza Galindo

Próximo sexenio: minas activadas

Desde este espacio y en varias ocasiones he contado los meses que restan para la conclusión del sexenio del cambio... y aún quedan casi 15 meses. Pero ahora son los propios "cambistas" a quienes urge la salida. El queso ha sido mucho, por lo que ya les urge abandonar la ratonera; tanto así que, ante los amagos de desbandada, el secretario de Gobernación debió enfatizar a los propios que el sexenio aún no concluye. Pero el exhorto llegó a oídos sordos: Elizondo, desde la Secretaría de Energía, ya pregona su deseo de ir al Senado, como si mantuviera arregladas las áreas de su competencia: Pemex, Comisión Federal de Electricidad y Comisión Reguladora de Energía, las tres inmersas en prácticas que violentan la Constitución; Usabiaga, desde Agricultura, quiere ser gobernador de Guanajuato para evitar el conflicto cañero, y habida cuenta que el campo ya es más productivo que nunca, y Derbez, en la búsqueda permanente y fallida de candidaturas, trae a la política exterior de cabeza. Meros ejemplos.

A estas alturas es evidente que el proceso de aprendizaje de la operación gubernativa ni siquiera comenzó. Este es el gobierno de los improvisados; jamás lograron entender los complejos tejidos de la política y de la estructura del poder para el servicio de un pueblo, al cual, sin duda, dejan más atrasado. El prometedor candidato Fox, en su calidad de Presidente, nunca entendió que gobernar a este México nuestro, tan complejo, no significa gobernar a 32 Guanajuatos; ahora, el costo de su tránsito lo paga el país, que ha perdido el tiempo, mientras otras naciones, con todo y sus problemas, lograron avanzar. Pero aún le quedan 14 meses para, al menos, desmontar una serie de minas activadas para que no le estallen al próximo gobierno, sea cual sea su color.

Ahí está el cruento caso de la seguridad pública. Aun cuando el Programa México Seguro es impecable, en la práctica no ha funcionado; y ni como negarlo, ya que desde la misma Presidencia se ha reconocido su ineficacia para contener la ola de criminalidad, y el resultado se abonó por las pugnas constantes entre los anteriores secretarios de Gobernación, Seguridad Pública y la PGR, así como por la carencia de una política de inteligencia que imposibilitó el diseño de una política preventiva que impidiera la consolidación de las bandas delictivas; así, han crecido: el narcomenudeo, los secuestros, la disputa de plazas entre los cárteles y, ahora, aparece el armamento pesado que incrementa los riesgos. Mientras, los empresarios posponen sus proyectos de inversión hasta no ver señales claras de que la ola de violencia será contenida. No se vale dejar esta inmensa mina activada.

En materia económica, el Presidente se muestra más preocupado por su peculio familiar y en desmentir lo inocultable: el retroceso de la economía nacional, hecho en el que coinciden el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión para América Latina y el Caribe. Por más que se ha insistido en que la solución es el impulso al mercado interno y la diversificación de los mercados aprovechando los 34 tratados comerciales, decidieron apostar todo al amparo y economía de Estados Unidos, el cual rápido cedió nuestro espacio a China. Así, hoy nuestros más importantes sectores productivos operan al 50 por ciento.

Pero hay más minas activadas. Crecen como bolas de nieve las deudas públicas interna y externa, pues, aunque el gobierno afirma que se encuentran en niveles manejables, al sumar la deuda contingente arroja la escalofriante cifra de casi 300 mil millones de dólares; tan sólo los Pidiregas han pasado de 15 mil millones de dólares, que heredaron del anterior gobierno, hasta los 45 mil millones de dólares, monto cuestionable, pues según el Centro de Estudios de Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, su costo asciende a casi 200 mil millones de dólares, de los cuales en el próximo sexenio se deberán pagar 12 mil 885. Y sume la deuda del IPAB y el vencimiento de bonos, pagarés y acciones emitidas. Esta situación presiona el gasto público, y lógico, las áreas más vulnerables: salud, educación, el combate a la pobreza, y sin duda tirarán mordiscos a los programas de los estados y municipios, los cuales ya sufren las consecuencias de la falta de recursos; y sume usted el hecho de que la caída de la producción en Cantarell reducirá los ingresos petroleros.

Otro problema latente, que la Federación ha dejado crecer, es la crisis de la seguridad social. El Programa Nacional de Pensiones que abarcaría a estados y municipios ha quedado en el olvido; pronto, conflictos como el originado con el sindicato del Instituto Mexicano del Seguro Social se presentarán en los sindicatos de Pemex y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado; y no se debe dejar de lado el criticable uso y abuso de las altas comisiones que cobran las administradoras de las Afores, las cuales afectarán a los trabajadores, quienes en su retiro contarán con menores recursos.

Ahora que comienza la definición de quienes serán los candidatos presidenciales habrá que prestar atención a sus propuestas, las cuales deberán, no sólo evitar que las minas estallen, sino además, estar respaldadas por la experiencia y el oficio político para otorgar de nuevo al país cohesión y bienestar social, rencauzando a la nación por la senda del desarrollo comprometido con los intereses nacionales y las clases mayoritarias. El pueblo ha aprendido ha distinguir entre las promesas encantadoras y las soluciones factibles -de algo ha servido tanta mercadotecnia- por lo que seguro nadie será sorprendido por aquel candidato muy bien financiado, pero sin vocación social.

 
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