Usted está aquí: domingo 7 de agosto de 2005 Opinión ¿LA FIESTA EN PAZ?

¿LA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Silverio, reconocimiento recíproco

A NUEVE DECADAS de su nacimiento, a 67 años de su alternativa, a 62 de su mitológica faena a Tanguito, y a 52 años de haberse retirado de los ruedos, Silverio Pérez sigue nutriendo el imaginario colectivo y la memoria de los aficionados, no por desprovista de motivos menos necesitada de estímulos, al grado de que en el homenaje que le rindiera el jueves pasado la Asociación Nacional de Matadores el amplio auditorio, que lleva el nombre de tan excepcional torero, resultó insuficiente.

UNAS 300 PERSONAS, entre matadores, escritores, comunicadores y admiradores, abarrotaron el salón, y otras más se quedaron afuera, con la esperanza de poder ver o saludar al legendario Compadre, Faraón de Texcoco, Tormento de las Mujeres y Monarca del Trincherazo, quien con la llaneza de siempre, con una chamarra de cuero y ayudado al caminar por su hijo Marcelo, acompañado de sus hijas Consuelo y Laura y su yerno Pepe, llegó puntual a la sede de la asociación.

SE TRATO DE la primera actividad que organiza la Dirección de Cultura de dicho gremio, que preside el matador Paco González, con su colega Marcial Herce en la promoción cultural. Fue un sentido homenaje al torero más querido -¿en la historia de la tauromaquia?-, con la entrega de un pergamino, las palabras de algunos de sus compañeros, el emocionado agradecimiento del maestro y la presentación del video Silverio, Faraón de Texcoco, producido por Editorial Clío, narrado por Heriberto Murrieta y con opiniones sobre el fenómeno taurino, emocional y cultural que constituye Silverio. En todo caso faltó la opinión de un ganadero y de un subalterno.

RECIBIO AL MAESTRO un cartel que muchos hubiéramos querido ver en una plaza por la honradez de sus tauromaquias: Mariano Ramos, Paco González, Marcial Herce, Jerónimo, José Rubén Arroyo y Jorge Benavides Cúchares. Estuvieron también los escrupulosos ganaderos Jaime Infante, de Atenco, y Adolfo Lugo Verduzco, de Huichapan, quien con sensibilidad comentó en corto: "Más que un homenaje de la Asociación de Matadores a Silverio Pérez, se trata del reconocimiento y el apoyo moral de Silverio a este consejo directivo de la asociación".

TUVO RAZON.

"AGRADEZCO MUCHO A mis compañeros -dijo con clara y sonora voz El Compadre de México- este homenaje. Los quiero mucho, estoy con ustedes, no me olviden, que Dios los bendiga y que haya mucha, mucha suerte." En el ambiente se respiraban un cariño y una alegría reales, una felicidad y un gusto no sólo por ver al Faraón físicamente, sino, sobre todo, por verlo bien de salud y de ánimo... en contraste con la patria.

AL SALIR LE pregunté: "Querido maestro, ¿a qué atribuye este cariño colectivo luego de tantos años?" De nuevo la personalidad silveriana echaría mano de su inteligencia para, como siempre, revirar a su interlocutor: "Eso respóndaselo usted". Y corregir: "Quizá a mi sencillez y a mi fe".

EN SU FUERO interno este texcocano universal sabe que, como muy pocos, delante de los toros consiguió reflejar el alma de todo un pueblo, extasiarlo, emocionarlo y enaltecerlo. Tal vez ahí resida, hoy, la clave de su encanto y serenidad.

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