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8 de agosto de 2005
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GARROTES Y ZANAHORIAS

¿ESTAS SEGURO?

La actividad económica responde a una serie de estímulos y restricciones que se ejercen sobre los productores, los trabajadores y los inversionistas. La seguridad es uno de esos estímulos. Hay un entorno referido explícitamente a la seguridad económica, la que repercute en la rentabilidad de los negocios, en los ingresos de los que trabajan y en las expectativas y el bienestar de la gente. En México hemos vivido en las tres últimas décadas periodos de fuerte inseguridad económica. Esta se asocia con las crisis financieras que ocurrieron entre 1976 y 1995; con la falta de empleos formales, bien remunerados y con las prestaciones que marca la ley; con la inflación, que entre diciembre de 1982 y junio de 2005 ha acumulado un total de más de 36 mil por ciento y, también, con los efectos de las políticas públicas como el desquiciamiento de muchas actividades asociado con la liberalización comercial. Un indicador general de esta condición es el largo estancamiento del ingreso por habitante, cuyo incremento en ese mismo lapso es prácticamente nulo. Hoy, cuando nos jactamos de las virtudes de la estabilidad financiera, aunque el crecimiento de la producción y del empleo sigue siendo muy lento, se aminoran las expresiones de la inseguridad económica. Pero, ello no quiere decir que desaparezcan sus bases estructurales, debido a la fragilidad que persiste en el conjunto del sistema económico nacional y la poca resistencia frente a los acontecimientos externos. En este listado no puede faltar la corrupción, mal endémico de esta sociedad. Pero cada vez se advierte más el efecto adverso de la inseguridad pública, la que afecta la vida de los individuos, esa que tiene que ver con cuestiones tales como los asaltos de todo tipo, los secuestros y la ola de violencia ligada con el narcotráfico. Esta forma de la inseguridad no se da en el vacío y cala en las formas de la vida cotidiana que configuran la actividad económica de la que depende la generación de riqueza. Conviene vincular ambas manifestaciones de la inseguridad como una de las preocupaciones esenciales del Estado, que tiene como una de sus principales responsabilidades la de garantizar la convivencia común en un marco de legalidad y de seguridad   §


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