Usted está aquí: lunes 8 de agosto de 2005 Cultura Todos quieren a la orquesta, pero la quieren gratis: Roberto Sánchez

El director y fundador de la OSIN señala que el apoyo de las autoridades es insuficiente

Todos quieren a la orquesta, pero la quieren gratis: Roberto Sánchez

La formación carece de un inmueble propio y los integrantes llegan con su silla en la mano

Más de 200 músicos han pasado por sus filas; al faltar recursos, salen a otras instituciones

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen Los j�es integrantes de la agrupaci�que van desde nueve hasta 23 a�FOTO Mar�Mel�rez Parada Foto: Mar�Mel�rez Parada

No fue por dinero. Tampoco por fama o prestigio. Menos aún por razones políticas. Fue por auténtico amor al arte -concretamente a la música- que Roberto Sánchez Chávez fundó, hace siete años, la Orquesta Sinfónica Infantil de Nezahualcóyotl (OSIN).

Nieto e hijo de músicos, egresado del Conservatorio Nacional, Sánchez Chávez (Ciudad Nezahualcóyotl, 1968) resintió que una de las ciudades más pobladas del país careciera de espacios para fomentar la música de concierto.

Por eso, su idea fue "abrir un espacio que no existía en el municipio, para formar músicos y público". Se trataba, a fin de cuentas, "de no navegar solitario como músico en esta ciudad".

El comienzo fue complicado: "Imprimimos una convocatoria en 500 volantes que pegamos por todo Neza, pero no llegó nadie". Entonces consiguió un padrón de los alumnos más destacados de primaria y secundaria en el municipio: "Elaboramos cartas personalizadas diciéndoles que por su alto rendimiento se habían ganado el derecho de pertenecer a la orquesta".

La respuesta no se hizo esperar. Al principio, con más curiosidad que interés, acudieron varios menores a pedir informes. De entre ellos surgieron los primeros 12 integrantes (niños y niñas) de lo que sería la OSIN.

Constituida como asociación civil, la orquesta se ha mantenido con recursos aportados por los padres de los niños y niñas, con donaciones privadas y eventualmente con apoyo de distintas instituciones culturales, tanto estatales como federales.

En estos siete años han pasado por la orquesta alrededor de 250 elementos. Actualmente está integrada por 60 músicos (mujeres en su mayoría), cuyas edades van desde nueve hasta 23 años, que es la edad de Obed Núñez, miembro fundador, quien tenía 17 cuando ingresó a la agrupación.

A punto de concluir la carrera de dirección de orquesta del Conservatorio Nacional, Obed es ahora director adjunto de la OSIN: "Empecé como estudiante de cello. Ya sabía un poco de música, porque en la familia me habían enseñado algo de piano. Como era el mayor, el maestro me encargaba que le ayudara con los ensayos. En 2000 entré al conservatorio y el maestro ya me dio el nombramiento de director adjunto o subdirector artístico".

Para Obed ha sido importante poder combinar los estudios con la experiencia profesional: "Aunque en el conservatorio todos estudiemos a nivel profesional, no todos tienen la oportunidad de estar en una orquesta. Es complicado encontrar una oportunidad para ingresar a este tipo de agrupaciones formales".

Autoridades ciegas y sordas

Tarde de ensayo. La orquesta no tiene instalaciones propias. La sesión se lleva a cabo en un salón de danza de la Casa Estatal de Cultura de Ciudad Nezahualcóyotl. Cuenta Sánchez Chávez que se les permite utilizar el inmueble a cambio de una aportación económica para el mantenimiento.

La mayoría de los músicos llegan con el instrumento en una mano y una silla en la otra. Poco a poco se colocan en la sección que les corresponde. Violines aquí, cellos acá, flautas y oboes en esa fila, trompetas allá atrás, a la derecha, junto al piano; percusiones, de aquel lado; un saxofón al centro.

Empieza el conocidísimo ritual que antecede lo mismo a un ensayo que a un concierto: los músicos intercambian saludos, algunas palabras, colocan las partituras en el atril, toman asiento, sacan el instrumento del estuche como si de una joya invaluable se tratara y empiezan a balbucear notas sueltas. Surge el rumor creciente de cuerdas y metales que se ponen de acuerdo.

Lo que fascina en este caso es que sean niños y adolescentes los que llevan a cabo el ritual.

Roberto Sánchez Chávez observa a sus pupilos con evidente orgullo.

-¿Cuáles han sido las mayores dificultades para llevar a cabo el proyecto?

-Es un proyecto que necesita aliados. Ha sido difícil, porque esos aliados no han aparecido. Y me refiero a los gobiernos. Se requiere un fuerte apoyo económico porque se trata de una actividad cara. La clase es cara, los instrumentos son caros, el mantenimiento es caro. La música es cara.

-¿Cuánto se requiere para mantener una orquesta de este tipo?

-Alrededor de 30 mil pesos mensuales. Porque no es solamente mi trabajo. Hay un grupo de profesores que me apoyan y que forzosamente tienen que cobrar sus honorarios. La reparación de un oboe o de un clarinete oscila entre 3 mil y 4 mil pesos. Una cuerda, por ejemplo, puede durar 20 días, 15 días o una hora.

-¿No hay apoyo decidido de las autoridades municipales?

-De las autoridades más recientes sí hemos tenido apoyo, se han mostrado abiertas y sensibles. La orquesta ha recibido premios, es invitada a festivales, hemos tocado en el Congreso de la Unión, nos llamaron del Faro de Oriente para su aniversario. Todo eso hace que las autoridades nos volteen a ver.

Pero hay etapas de desánimo: "Es un desgaste tremendo porque de repente las autoridades son ciegas y sordas a todo lo que estamos haciendo. No han hecho su trabajo, han llegado a ocupar instancias encargadas de cultura pero no hacen su trabajo. Hemos alcanzado metas, pero nos faltan muchas otras: necesitamos una escuela más grande, necesitamos un auditorio, necesitamos un espacio propio".

-¿Ya no está en riesgo la orquesta?

-No sabría contestar. A veces un concierto puede significar muchísimo, nos puede levantar bastante la trayectoria. Pero también puede significar la pérdida de algunos chicos que empiezan a crecer profesionalmente. Llega el momento en que por falta de recursos ya no tenemos la capacidad para seguirlos apoyando y ellos tienen que dar el salto y buscar sus espacios.

"Nos gustaría que se valorara más nuestro trabajo, que pagaran lo que vale un concierto como los que ofrecemos. Porque todo mundo quiere a la orquesta, pero la quiere gratis. No podemos vivir nada más del aplauso. Es entonces cuando viene el desánimo y decimos: ya no podemos seguir así."

Las actuales autoridades municipales contrataron y pagan los honorarios de cuatro maestros y recientemente donaron a la OSIN dos timbales de concierto que de otra forma difícilmente hubiera podido adquirir. Sin embargo, aún es insuficiente.

Magos del sonido y del silencio

La expresión adusta en el rostro de Roberto Sánchez Chávez durante la entrevista se torna alegre cuando levanta la batuta para iniciar el ensayo. Todo pasa a segundo término, sólo existe la música.

Cada quien se funde con su instrumento para conformar una magnífica criatura mitológica que atiende con conmovedora disciplina las indicaciones del director. En este momento no son niñas o niños, son músicos. Es decir: magos del tiempo, del sonido y del silencio.

Suena el Danzón Nº 2 de Arturo Márquez. ¿Qué pensaría, qué sentiría el compositor si escuchara esta interpretación? ¿China la piel, nudo en la garganta, húmedos los ojos?

Cuando concluye la ejecución, el salón se llena de un silencio emocionado y satisfecho. Aunque en este momento no haya aplausos. No hacen falta. Músicos y director saben que lo hicieron bien.

Y uno recuerda que la música verdadera es más, mucho más que un simple entretenimiento; que es como la poesía, otra dimensión de la existencia, una manera, acaso superior, de conocer y sentir la vida.

Se siguen con los Sones de mariachi, de Blas Galindo, y el inevitable Huapango, de Moncayo.

A Roberto Sánchez le interesa inculcar en sus alumnos la obra de compositores mexicanos, pero sin olvidar el repertorio tradicional sinfónico de autores como Beethoven, Mozart, Chaikovsky: "Obviamente que le invertimos a la música mexicana, porque necesitamos reforzar nuestra identidad".

-¿Qué ha hecho la música por usted y qué puede hacer por ellos?

-Ha sido mi vida. Estoy metido en la música desde que tenía ocho años y siento que voy a morir en la música. A ellos les ayuda a desarrollar su parte intelectual y como niños son más integrales. Según la teoría, la música hace utilizar ambos hemisferios del cerebro, donde se combinan intelecto y coordinación motriz. La música contribuye a su desarrollo personal.

En resumen: "Desde el momento en que le ponemos al chico un instrumento en la mano, le transformamos la vida completamente".

Obed Núñez no tiene dudas del positivo impacto social y cultural que, pese a todas las limitaciones, incluida la falta de promoción, la OSIN ha tenido en Ciudad Nezahualcóyotl.

Recuerda el año en que, gracias a una beca, realizaron cada mes un concierto en una calle diferente del municipio: "Hicimos diez, once conciertos en las calles. Hablábamos con los vecinos y ellos se organizaban".

Esto significa que de parte de la comunidad hay una disposición y una respuesta a este tipo de actividades. Sin embargo, todavía no es suficiente. Otra vez: lo que falta son recursos.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.