Usted está aquí: lunes 8 de agosto de 2005 Estados Erosionadas, 300 mil hectáreas de tierras de cultivo en Zacatecas

En riesgo de desertización otras 150 mil, por técnicas "erróneas y anticuadas": INIFAP

Erosionadas, 300 mil hectáreas de tierras de cultivo en Zacatecas

Llama a la "reconversión productiva", con siembra de pastos y arbustos para aminorar la pérdida de suelos

ALFREDO VALADEZ RODRIGUEZ CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Investigadores del INIFAP advirtieron sobre el severo problema de p�idas de tierras en Zacatecas que otrora fueron rentables para la siembra de ma�y frijol FOTO Alfredo Valadez Foto: Alfredo Valadez

Zacatecas, Zac., 7 de agosto. Más de 150 mil hectáreas de tierras de cultivo ubicadas en el noroeste de la entidad están en proceso de convertirse en desierto, y otras 300 mil hectáreas sufren ya "erosión severa", advirtieron investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), del campo experimental ubicado en el municipio de Calera.

Los investigadores Agustín Rumayor y Jorge Zegbe advirtieron, en entrevista con La Jornada, que este problema seguirá agravándose en forma irreversible en algunas regiones zacatecanas si las autoridades agrícolas y los campesinos no cambian las prácticas y técnicas de cultivo erróneas, que provocan que cada año "se pierdan entre 35 y 40 toneladas de suelo por hectárea". Destacaron que en algunos casos "severos", se calcula que podrían estarse perdiendo hasta 200 toneladas de suelo por hectárea.

Esta situación ha provocado que se esté convirtiendo en desierto una superficie de entre 15 y 30 mil hectáreas, entre los municipios de Sombrerete y Juan Aldama, donde anteriormente se cultivaron frijol y maíz. La devastación es tal, que en lo que otrora fueron sembradíos hoy se extienden dunas de arena roja.

Agustín Rumayor, director del centro experimental del INIFAP-Zacatecas, ubicado en el municipio de Calera, indicó que desde hace por lo menos diez años ingenieros agrónomos especialistas en suelos han advertido del severo problema que se vive en la entidad, y han exhortado -sin mucho eco de las autoridades agrícolas y los agricultores- a realizar una "reconversión productiva", mediante la cual se deje de dar uso agrícola a por lo menos 450 mil hectáreas hasta el momento dedicadas a la siembra de frijol, y se cultiven pastos y forrajes que aminoren la pérdida del suelo.

En Zacatecas, según datos de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario (Sedagro) local, cada año son dedicadas al cultivo de la citada gramínea más de 800 mil hectáreas, de las cuales sólo 300 mil tienen buenos rendimientos: producen entre 800 y mil 200 kilos de frijol por hectárea. Sin embargo, en el resto de la superficie -entre 450 y 500 mil hectáreas-, los campesinos tienen rendimientos por debajo de la media nacional e incluso algunas parcelas son totalmente inapropiadas para este cultivo. En algunos casos los labriegos levantan no más de 300 kilos de frijol por hectárea.

Respecto a las causas de la grave degradación, los especialistas del INIFAP indican que debido a las anticuadas técnicas de rastra y volteo de las tierras de cultivo -al principio de año y antes de la siembra- los campesinos por décadas han aflojado los suelos en los meses de intensos vientos en esta zona de México.

Lo anterior ha provocado que el aire remueva toneladas de suelo durante semanas enteras, el cual se convierte en gigantescas tolvaneras que en ocasiones -han comprobado los expertos- llevan la tierra roja zacatecana hasta la ciudad de Monterrey, Nuevo León, e inclusive a las playas de Miami, Florida.

Pero no siempre el suelo es llevado a lugares tan distantes, recordó Rumayor, pues apenas en 2000, en el municipio zacatecano de Jerez, algunos productores de durazno se vieron obligados a "desenterrar" literalmente sus árboles frutales de la tierra roja llevada por una tolvanera al lugar.

"Sí, suena increíble pero en realidad estas polvaredas levantan toneladas de suelo por hectárea, y las trasladan a puntos inimaginables. En Jerez nosotros (los especialistas del INIFAP) lo vimos, nadie nos lo contó... Estamos hablando de árboles de durazno con altura de entre un metro 50 y un metro 80 centímetros, los cuales fueron cubiertos por la tierra que el viento arrastró de la zona frijolera", recordó.

En febrero de 1999 una gigantesca tolvanera se levantó en la zona frijolera de Zacatecas. Según la Dirección estatal de Protección Civil abarcó 40 kilómetros de diámetro y 15 de alto. La densa nube de tierra que por minutos oscureció el día provocó que el alumbrado público nocturno se activara automáticamente; viajó hasta Monterrey, bajó a Tampico, Tamaulipas, prosiguió su viaje cruzando por San Luis Potosí, dio vuelta en Aguascalientes y de regreso a Zacatecas, cruzó por la capital del estado y por Fresnillo, para finalmente perderse en el desierto de Coahuila.

El fenómeno "agroclimático" puso en alerta a meteorólogos y especialistas de la Universidad Autónoma de Zacatecas, de la Comisión Nacional del Agua y del mismo INIFAP, señaló.

Para resolver este severo problema de desertificación, indicó Agustín Rumayor, es necesario que autoridades y productores agrícolas comprendan la necesidad de "cambiar" la siembra de esta enorme superficie de tierras, la cual, además de no ser apta para el cultivo agrícola, tiene rendimiento muy bajo en las cosechas de frijol y maíz. No son rentables siquiera para el autoconsumo, aseguró.

En el INIFAP, dijo, se cuenta ya con un plan maestro para la reconversión de al menos 300 mil hectáreas, sembrando en ellas pastos nativos que ayuden a que la tierra deje de perder suelo, y que deberán ser dedicadas al pastoreo de ganado menor, ovino y caprino, para evitar que la totalidad de esta superficie sea convertida de forma irreversible en desierto.

Lo importante, acotó el doctor Jorge Zegbe, es que las autoridades agrícolas de los gobiernos estatal y federal persuadan a los campesinos de la región de dejar de sembrar frijol en estas hectáreas y comiencen la "reconversión productiva", con la siembra de pastos y arbustos que protejan la tierra, y que los productores puedan dedicarse a las actividades pecuarias.

"Son acciones que deben emprenderse de inmediato, ya no hay tiempo", advirtió el investigador; de lo contrario, en unos años ni siquiera la actividad pecuaria será viable en esta zona del país, porque los productores no sólo se quedarán sin opciones de producción agrícola o pecuaria; "simplemente se quedarán sin tierra".

 
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