Usted está aquí: lunes 8 de agosto de 2005 Opinión DESDE EL OTRO LADO

DESDE EL OTRO LADO

Arturo Balderas Rodríguez

Una selección controvertida

COMO SE ESPERABA desde el momento en que el presidente Bush fue relegido, entre sus decisiones más importantes sería el nombramiento de uno o más magistrados del máximo tribunal de Estados Unidos. La primera ausencia en la Corte Suprema fue la magistrada Sandra O'Connors, y con ella la primera sorpresa fue la decisión del presidente de designar a John Roberts y, como se esperaba, recayó en una persona de perfil conservador. Tal vez lo que sorprendió fue que seleccionó a una persona que no figuraba entre los probables candidatos para ocupar la silla que deja O'Connors. No obstante sus brillantes antecedentes, con la excepción de quienes se mueven en el medio cercano al Poder Judicial, la opinión pública en general conoce muy poco sobre su trayectoria profesional.

POCO A POCO la información ha empezado a fluir. Ahora se sabe que buena parte de su vida ha litigado para el sector corporativo, al que ha representado con singular éxito en controversias en las que generalmente ha prevalecido la idea de que el sector público debe ser acotado para dejar al sector privado actuar tan libremente como sea necesario. Se sabe también que trabajó en la administración de Ronald Reagan, en la que una de sus tareas fue la limitación de los derechos civiles y de voto; que asesoró al equipo responsable de procesar al ex presidente Clinton por su relación con Monica Lewinsky, y que fue uno de los abogados del equipo de James Baker, quien representó al presidente Bush ante la Suprema Corte de la Nación cuando ahí se decidió su relección. Sin embargo, el hecho por el que es más conocido, y también el que ha causado más controversia, es su posición con respecto al aborto. Su expresión más contundente al respecto fue cuando manifestó que la decisión que despenalizó el aborto fue un error. Organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres han empezado una campaña para evitar su confirmación, más aún cuando se supo que la esposa de Roberts, abogada también, trabaja en forma voluntaria en una organización que promueve la prohibición del aborto.

POR OTRO LADO, ahora se sabe que también fue uno de los asesores principales en el equipo que ganó en la Suprema Corte una de las decisiones más importantes en favor de los derechos de la comunidad gay. Esto evidentemente ha sido una gran sorpresa, particularmente para los conservadores que aplaudieron su designación, que ahora ven con recelo.

LO CIERTO ES que no se sabe bien a bien quién es el juez Roberts y cada día hay más sorpresas de su actividad profesional. Sobre lo que sí hay certeza ahora es la importancia que tuvo la relección del presidente Bush, quien ahora es responsable también del nombramiento de algunos de los integrantes de una de las instituciones más importantes en la conformación de la sociedad estadunidense.

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