Usted está aquí: lunes 8 de agosto de 2005 Opinión Sueños de paz. Política real

Armando Labra M

Sueños de paz. Política real

Si como todo parece indicar, tuvo razón el maestro Reyes Heroles al afirmar que todo lo que resiste apoya, cualquier solución del caso Tucom hubiera significado, única y exclusivamente, la validación de la candidatura a la Presidencia de la República de Roberto Madrazo por el PRI el año entrante.

Inmersos como estamos en un proceso sucesorio adelantado, todo resulta novedoso, confuso y prematuro, pero se percibe una sensación generalizada de desencanto y desapego por las principales personalidades que comienzan a descollar de los tres partidos políticos principales con rumbo a 2006. Un agudo analista comentaba recientemente que cualquiera de los tres posibles candidatos es peor que los otros dos, y es cierto, o al menos lo será mientras la mayoría de los mexicanos ignoremos qué propone cada uno.

Más allá de las expresiones mediáticas, que francamente resultan ofensivas a la inteligencia nacional porque representan un franco retroceso en desfavor de la democracia en tanto ocultan en vez de esclarecer, nadie ha escuchado de los suspirantes alguna solución concreta y viable a los grandes -o pequeños- problemas nacionales. Ninguna tesis sustantiva más allá de los requiebros de la vanidad yoyoísta.

Pareciera que la sucesión presidencial fuera una fiesta de la democracia en momentos en los que estamos retrocediendo en prácticamente todos los planos, no sólo si nos comparamos con otros, sino frente a nosotros mismos. Las cifras así lo constatan, pero, más allá de los números, escapan a los partidos y sus aspirantes, lo mismo que al gobierno, la enorme gravedad de la escalada impune del narcotráfico, la consecuente inseguridad que se esparce por doquier y el debilitamiento de prácticamente todas las instituciones que conforman el esqueleto que ha sostenido a la nación.

Al fragor de una irresponsable superficialidad, el carrusel de los aspirantes a gobernar y los que gobiernan se zambulle en la pugna mediática mientras en el México real aumenta la crisis, cuyo umbral apenas estamos cruzando de entrada. Crisis política que podría ser la más profunda de las que tengamos memoria.

Hace 10 años vivimos una crisis severa que se diferencia de la actual porque entonces había una referencia clara entre la sociedad y el poder público y éste respondía, con o sin elegancia o a nuestro disgusto, pero respondía, encarando e incluso anticipándose a los problemas de fondo. Ahora no sólo no existe esa referencia, sino se ignora, se oculta o maquilla lo que está sucediendo. ¿Anticiparse? ¡Por favor! El nivel de la superficialidad autista con que se aprecia la nación queda plenamente ilustrado por la frase reciente del señor Fox sobre los sueños democráticos de Octavio Paz cuando todos sabemos que jamás habrá leído una página entera del autor y ahora resulta hasta experto de la intimidad onírica del poeta y ensayista. Patético.

El horizonte político resulta, pues, en verdad alarmante, y más aún cuando el soporte económico no se aprecia tan sólido como se nos bombardea a través de los medios. Una economía donde el número de empleos registrados en el IMSS es sostenidamente menor en 2004 que en 2000 no puede ser exitosa.

Los economistas oficiales que elaboran los Criterios de Política Económica nunca aciertan y en 2005 serán consistentes porque ninguna meta se cumplirá. Conforme analiza un interesante estudio del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, este año el PIB no crecerá en 3.8 por ciento, si acaso en 2.4; la inflación no será de 3.0 por ciento, porque ya llegó a 4.3 en junio; la tasa de interés no será de 7.8 por ciento porque ya promedió 9.4 por ciento el primer semestre. El contexto exterior no es promisorio porque la economía estadunidense se encuentra en momentos difíciles de duración determinada más por Pekín que por Washington.

En otras palabras, la clase política está embelesada en las fruslerías más superficiales de un proceso electoral, el gobierno patina en una tenue capa de hielo sin percatarse de los riesgos que subyacen, sobre una frágil economía, mientras la realidad hace su oficio, la sociedad es carcomida por el narco y sus socios políticos, aplicados en el reparto del poder fáctico, contante y sonante. Hay que comenzar a despertar.

 
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