Usted está aquí: martes 9 de agosto de 2005 Política It's basic economics, stupids!

Marco Rascón

It's basic economics, stupids!

William Clinton recalcó a George Bush padre y sus oponentes republicanos en 1992, durante su campaña por la presidencia de Estados Unidos, que el tema central para el futuro de ese país no era la seguridad, sino la economía. Coloquialmente lo decía así: "¡Es la economía, estúpidos!"

¿Cuál es el tema central de los candidatos en México para 2006? ¿Qué tema hace diferentes a unos de los otros? ¿Cuál es el centro del contenido del discurso político?

Después de escuchar, leer y ver los espots aflora que el tema central son ellos mismos y un lema: "yo salvaré a la patria".

Más allá de la pobreza conceptual de los aspirantes, queda claro que todos los precandidatos y todos los partidos carecen de visión de futuro para el país y eluden establecer compromisos de tansformación en aspectos centrales como la política económica.

Para Estados Unidos en particular, el asunto nodal de las elecciones en México no radica en "la seguridad", sino fundamentalmente en la economía y en la continuidad: que el próximo gobierno se mantenga fiel a las reglas que mantienen la estabilidad macroeconómica que le es favorable. Frente al blindaje de la economía, ningún precandidato ha prefigurado en su discurso un mínimo de oposición, además de que cada uno se presenta como el adecuado para salvar a la patria, el que tiene la solución para ir derecho, el que es un rayo de esperanza, forma parte de la mayoría decente, el que no tiene más ambición que ayudarnos, el que es heredero de la democracia priísta con Carlos Madrazo, el que hace mejores puentes y el que quiere otro México, como Tamaulipas.

Por eso nada más hablan de "luchar contra la pobreza", "ser tolerantes", "mano férrea contra la inseguridad", "modernizadores", "ser de izquierda", "ser de centro" y ofrecen todo lo intrascendente como lo más importante.

Desde la perspectiva de los discursos, desde ahora podemos afirmar que el próximo gobierno, sea con Creel, López Obrador o Madrazo, será la continuidad del de Salinas, Zedillo y Vicente Fox. Que no existe ninguna disposición para emprender una reforma de fondo contra la política neoliberal que afecte el orden económico de la integración subordinada.

La izquierda como opción electoral ha preferido el pragmatismo de ganar votos sobre la base de disfrazarse de cordero entre el rebaño de la oligarquía y "engañarlos", pues una vez en el poder, según ellos, se acabará con el neoliberalismo. No obstante, ya existe una crisis manifiesta en la convicción de votar "por el menos peor", que sobrevino en el momento en que la candidatura de Andrés Manuel López Obrador se saturó de tales incongruencias que la llevaron a cerrarse los caminos y sin duda la conducirán a la más grande derrota de la izquierda, precisamente cuando tenía las mayores posibilidades. López Obrador y el camachismo han colocado una losa encima de la izquierda para llevar a los más pobres a las urnas, para legitimar el próximo gobierno, que no será de ellos.

En el PAN, la desaparición de Santiago Creel y de los otros precandidatos expresa claramente la crisis de la visión gerencial y la debilidad política de las grandes trasnacionales para controlar la "alternancia". El desastre del foxismo ha abierto las condiciones para la restauración al PRI, pues éste sólo puede llegar de nuevo a la Presidencia a partir de un supuesto: que el país fracasara gobernado por otra fuerza política.

En el PRI la maestría de la simulación es un agravio para el país. El Tucom (todos unidos contra México) fue un acto de complicidad con los medios en los que hicieron la campaña, pues se dudaría de una facturación y pago de gravámenes al fisco por estos gastos. Lo más probable es que Televisa y Tv Azteca hayan enviado a fondo perdido o a la Cámara de la Industria de Radio y Televisión los costos de transmisión, pues en el fondo ninguno del Tucom ni Madrazo han pagado nada con lo suyo, sino que cobraron como actores de la farsa de la nueva "democracia priísta". Las fotos de la unidad tricolor son las de la unidad oligárquica y destrás de todos ellos está la unidad de 20 familias que poseen más de 30 por ciento del producto interno bruto. El dedazo presidencial de antes salía más barato y hasta era más divertido para los ciudadanos descubrir al tapado.

El país debe unirse contra ellos, desde la izquierda, desde una visión que no sólo los aísle electoralmente, sino que reconstruya todas las fuerzas sociales y las redes para cambiar las reglas y establecer bases distintas.

Una reforma de Estado sin reforma económica nacional, sin perspectiva productiva, sin plan frente al exterior, sin ubicación continental e internacional, sólo puede hacerse estableciendo compromisos claros y determinando alianzas y estrategia clara.

El determinismo en el país ha llevado a que la política en México sea predecible. En este contexto han desaparecido los partidos políticos y únicamente permanecen los odios aldeanos y la competencia egocentrista de los salvadores de la patria. Por eso el discurso de todos no es el compromiso, sino el anhelo de ellos mismos y la representación de intereses particulares, impuestos sobre los intereses de la nación.

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