Usted está aquí: viernes 12 de agosto de 2005 Cultura Carlota se llevó todo, hasta el mobiliario

HISTORIA RESCRITA EN CHAPULTEPEC

Carlota se llevó todo, hasta el mobiliario

Ampliar la imagen Vestido que perteneci�do�eonor Rivas, t�abuela de Mar�Antonieta Rivas Mercado, que se exhibe en el recinto del hist�o inmueble FOTO Mar�Mel�rez Parada Foto: Mar�Mel�rez Parada

Sus vestidos fueron su máximo tesoro. De talla petite, su figura en los actos oficiales siempre estuvo acorde con el último grito de la moda europea. Estaba convencida de que mientras mejor fuera su indumentaria, más prestigio le otorgaba a su marido, un hombre del poder.

Inteligente y educada, pero también muy ambiciosa, vestía zapatillas de raso, corpiño de algodón, blusa de encaje. Así, daba fiestas en el Castillo de Chapultepec, engalanadas por refinados artistas, para obtener fondos para los pobres: soñaba ser reina, una gran emperatriz. Ella tenía su ''proyecto de nación".

Un día su hombre, político inexperto y simplón, se derrumbó. El imperio acabó. Entre la lucidez y las tinieblas, ella huyó del país con sus tesoros: vestidos, holanes, perfumes y joyas. Y en el lecho de muerte murmuró: ''Todo aquello terminó, sin haber alcanzado el éxito. Dios quiera que se nos recuerde con tristeza, pero sin odio".

Ella era María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina, princesa de Bélgica, esposa de Maximiliano de Habsburgo, emperatriz de México, de quien no existe un solo vestido en el Museo Nacional de Historia. ''Es un mito. Ella se fue y se llevó todo, hasta su mobiliario", explica el historiador Víctor Manuel Ruiz, quien participó en el diseño del nuevo discurso museográfico de ese recinto.

Cuando Maximiliano ve perdido el imperio, relata, ''da órdenes e inclusive fleta un barco en Veracruz para que Carlota se vaya a Europa y se lleve todo el mobiliario. El está en un momento de titubeo, no sabe si renunciar a su imperio".

Las piezas que el museo exhibe, si bien pertenecieron a Maximiliano y Carlota, no son sus pertenencias más valiosas ni las más queridas, ''son objetos que se dejaron encargados a las damas de la corte o a amigos de los emperadores y que nunca recobraron. Además, a la caída del imperio hubo saqueo, por ejemplo, de vinos y mantelería.

''La cama que se exhibe es la de campaña que Maximiliano usó durante sus viajes para conocer su imperio. El vestido que mostramos (en la sala del siglo XIX) pertenece a una dama de la época, doña Leonor Rivas, que fue tía abuela de Antonieta Rivas Mercado. El ambiente representa lo que era la feminidad de la mujer decimonónica."

Hay otros vestidos, en una sala aparte, como ''museo de sitio", donde se representa la vida cotidiana de la aristocracia, desde la época virreinal hasta el porfiriato. Algunas prendas están rotas, porque exhibir ropa antigua ''es un problema. No pueden estar mucho tiempo en una muestra, pues empiezan a colgarse. Se deterioran muy rápido", explica Ruiz.

Una coleccionista anónima acaba de donar al recinto un lote de vestidos. El Museo Nacional de Historia no proporcionó mayor información, lo único que se sabe es que no se van a subastar.

Mónica Mateos-Vega

 
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