Usted está aquí: viernes 12 de agosto de 2005 Espectáculos El rock, etiqueta que usamos para llegar a más lados: Plastilina Mosh

Un húmedo Nueva York fue sede de la Conferencia de Música Alternativa Latina

El rock, etiqueta que usamos para llegar a más lados: Plastilina Mosh

Kinky, Andrea Echeverri, de Aterciopelados; Natalia Lafourcade, y Bebe, valenciana que compone rock flamenco, entre los participantes

También hubo reggaeton, dance hall al estilo Puerto Rico

ELIZABETH COLL ESPECIAL

Nueva York. Con mochilas naranjas y gafetes con nombre y apellido, unos mil músicos y publicistas, productores y periodistas, aspirantes y fans de la música alternativa latina se repartieron por un Nueva York húmedo y caluroso para tocar, escuchar y festejar en la Conferencia de Música Alternativa Latina (LAMC, por sus siglas en inglés).

Ahora en su sexto año, la conferencia busca promover la música latina alternativa entre públicos estadunidenses bilingües y biculturales, y también entre los que no hablan español. Después de tres años en Los Angeles, LAMC regresó a Nueva York por invitación del alcalde Micheal Bloomberg y su nueva Comisión de Medios y Entretenimiento Latino.

¿Alternativa a qué? o ¿qué es alternativa? La pregunta va dirigida dúo mexicano Plastilina Mosh, que tocó el viernes en Prospect Park, en Brooklyn.

Responde Jonás, el vocalista: "Si el hecho de ser alternativa nos da la oportunidad de venir a un festival como este, entonces somos alternativos. Pero mañana si nos invitan a un festival de pop entonces somos poperos. Y luego si nos invitan a uno de hip hop seremos hiphoperos. Nosotros tocamos rock y ya, para quitarnos de problemas".

¿Y el rock qué es? "Un estilo de vida." Corrige el programador Alejandro Rosso. "No. El rock es una etiqueta que utilizamos para llegar a más lados."

Si bien elude una definición concreta, lo alternativo es más bien un espacio abierto donde convive el rock, el reggaeton, el hip-hop, la electrónica, el metal, y el folk, cada una con una identidad cultural particular la cual se celebra aquí, con gritos fiesteros de "unidos los latinos."

Florecitas roqueras

Aquí se destacó la fuerza de las mujeres roqueras latinas, tres veces alternativas por definición. Andrea Echeverri, cantautora colombiana del grupo Aterciopelados, es alta y sabia, tranquila, como un árbol. Después de seis discos en 10 años, ha lanzando uno como solista de chill latino, Andrea Echeverri, que ella introduce como "beat maternal y sonido sensual de alta fidelidad". Nació de su experiencia de ser madre y en un performance acústico en el club SOB's canta A Eme O a su hija: "Desde que naciste soy mejor amante/Como si hubieras destapado mis conductos".

Al hacerse madre se dio cuenta de que todo lo que hace es político: "Comer es político, caminar es político. Tener un bebé es lo más político que puede existir y más en un país como Colombia, decir que lo quieres tener allí y quieres vivir allí. Como no cantar en inglés... Son convicciones de la vida".

Echeverri asegura que se ha hecho fuerte por compartir espectáculos con grupos de rock pesado en un ambiente donde se reproduce espontáneamente la testosterona. Explica que Aterciopelados es un grupo mixto de energías diferentes. "No es como era antes machismo y ahora va a ser feminismo, sino que estamos para balancear y encontrar un equilibrio."

Pero las roqueras también tienen la capacidad electrizante de desafiar el machismo cara a cara. Bebe, una valenciana que compone pop flamenco, rapea y canta; ha conquistado mercados españoles con su lamento escalofriante contra el abuso doméstico. Aquí un fragmento de Malo: "Tu carita de niño guapo se la ido comiendo el tiempo por tu vena/ y tu inseguridad machista se refleja cada día en mi lagrimita/Malo, malo eres/ no se dañe a quien se quiere.../ Mi carita de niña linda ha ido envejeciendo en el silencio/ cada vez que me dices puta se hace tu cerebro más pequeño".

Aquí en el LAMC, cuando hablan de "la chiquita" se refieren a Natalia Lafourcade, cantautora mexicana de 21 años. Natalia cuenta que su mamá es pianista e inventó un método para enseñar música, la cual desarrolló con su hija. Fue a los 13 años, recuerda, que decidió que quería ser música. A las 16, sacó su primer disco. En SOB's, sale de florecita mexicana, con aretes de pluma y su pelo en dos colitas; muestra que su voz joven agarra fuerza con el apoyo de los músicos que la acompañan en Natalia y La Forquetina.

Raíces de Panamá y Jamaica

El reggaeton, especie de dancehall reggae a la puertorriqueña, con raíces en Panamá y Jamaica, es lo que suena en las calles de Nueva York este verano. Vibran los carros y las ventanas de los edificios con elogios a la invención: "Esto es nuestra herencia latina/ Reggaetón/ ha convertido en la identificación de los latinos." Saturando las radiotransmisoras latinas comerciales, el reggaetón parece sólo detenerse por los esporádicos anuncios de reclutamiento del ejército estadunidense, también producidos expresamente en español. Regresa la programación con shout outs, saludos hiphoperos, para "las boricuas, las dominicanas, las mexicanas, las cubanas, las colombianas..."

Según la reseña del LAMC del New York Times, el fenómeno causa gran envidia entre los latinos alternativos quienes no han logrado el éxito con el público estadunidense que habían esperado como fruto de la creciente población latina y las promesas de una nublosa latin phenomenon, en que todo lo latin estaría cool.

Pero los organizadores del LAMC celebran el éxito del nuevo género llamado hurban music, música urbana hispana. En uno de los foros se presentó un nuevo sello, Wu-tang Latino, creado por el empresario latino Ray Acosta con su amigo, RZA, fundador y productor del imperio de hip-hop de Wu-tang Clan, con el deseo de crear un sonido original de reggaetón y hip-hop en la costa este para responder al rap regional mexicano de la oeste.

A los estadunidenses monolingües también les gusta el reggaetón. Con su beat tropical pegajoso y letras como: "Hagamos el amor con la ropa y Papi, da me lo que quiero es sexo enlatado, sabor latino". Aunque se desesperan los roqueros, hay esperanza en el consumo de una música que se caracteriza por ritmos mecanizados y loops que se aprenden a cantar sin querer. Si la barrera más fuerte al mercado estadunidense es el idioma, quizás la invasión del reggaetón funcionará como un curso de castellano para tontos que familiariza los angloparlantes con palabras como calor y corazón que les permite identificar con otras letras en español.

La explosión del reggeaton señala que quizás la música alternativa latina entrará al mercado masivo estadunidense por la puerta trasera, en brazos del hip hop, género que hace mucho aquí ganó al rock en términos de vitalidad y sexiness. Los inmigrantes recién llegados siguen escuchando ranchero, cumbia y grupero, las canciones de sus pueblos. Las propuestas imaginativas de grupos como Kinky, mexicanos que hacen bailar con un funk estilo vaquero electrónico o circo, un grupo puertorriqueño erótico, no tiene casa todavía en los barrios.

 
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