Usted está aquí: viernes 12 de agosto de 2005 Opinión El llamado de la selva

Francisco López Bárcenas

El llamado de la selva

Este mes comenzaron en la selva chiapaneca los encuentros entre diversos sectores de la sociedad civil mexicana y el EZLN, a los que éste ha convocado. Para quienes puedan y quieran asistir la preocupación no debería ser cómo llegar, sino a qué ir. La interrogante es válida si se toma en cuenta que en varios encuentros anteriores entre EZLN y la sociedad civil, ésta ha ido a escuchar el mensaje de aquéllos sin llevar una propuesta que hacerles; además que, como en la misma declaración los zapatistas han expresado, lo que ahora proponen es eso: una propuesta que habrá que analizar con todos los que quieran y puedan entrarle para hacerla realidad. Pero para que eso sea posible es necesario que los asistentes lleven propuestas y no sólo vayan a escuchar lo que otros propongan.

Algunas ideas que pueden ayudar a hacer propuestas me parece que tienen que ver con la situación actual del país, la coyuntura específica por la que atraviesa en este momento prelectoral, y la correlación de fuerzas entre los diversos actores sociales y políticos de la vida nacional. Ese puede ser un tema a discutir que podría enriquecerse si todos llevaran una posición al respecto.

Otro que me parece importante es realizar un balance de las iniciativas anteriores, las causas de sus éxitos o fracasos, la situación actual de los procesos que desataron y las enseñanzas que nos dejan, para retomar de ellas lo que sirva para las próximas luchas. Ese puede ser otro tema: quienes se comprometieron con esas iniciativas podrían ayudar a los que no lo hicieron, pero que ahora están interesados en comprometerse en la nueva iniciativa, a que tengan elementos para tomar las mejores decisiones y planear sus actos. Un tercer aspecto donde se necesitan iniciativas y propuestas es plantear, a partir de la situación concreta que cada uno de los participantes visualiza, lo que se puede hacer para construir ese poder alternativo por el que seguramente apuestan quienes acudan al llamado de la selva, lo deseable y lo posible, porque de ellos saldrán las iniciativas inmediatas y las de largo plazo.

Desde el movimiento indígena hay muchas cosas que decir sobre estos temas. Como se sabe, el movimiento indígena fue contemporáneo y sus demandas se construyeron a partir de una iniciativa surgida desde la Convención Nacional Democrática y estructurada durante el proceso de los diálogos sobre derechos y cultura indígenas. Fue de las pocas iniciativas que encontraron eco, por eso fue posible estructurar reivindicaciones concretas y uno de los movimientos más vigorosos de los últimos años que las reclamara. Pero con el paso del tiempo la situación ha cambiado, el movimiento se ha dispersado y la demanda necesita relaborarse. Hay que analizar, como parte de una evaluación, los efectos de centrar la demanda en el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, poniendo en un plano secundario las demandas concretas de los pueblos; de igual manera requiere analizarse la situación en que se encuentra la construcción de autonomías de hecho, que si bien fortaleció procesos locales, también dispersó al movimiento impidiéndole dar una respuesta de conjunto cuando se necesitaba.

Pero sobre todo hay que repensar la demanda de los pueblos indígenas. Habemos quienes pensamos que en esta coyuntura concreta y en esta propuesta de crear un poder alternativo la demanda debería centrarse en la reconstitución de los pueblos indígenas como actores políticos y sociales, para que sean capaces de interactuar con otros movimientos y el resto de la sociedad. Se trata de una vieja demanda que bien a bien no ha cuajado como se esperaba y debería preocuparnos en primer lugar por tener claro en qué pensamos cuando hablamos de eso y cómo le podemos hacer para lograrlo.

También hay quienes piensan que hay que trascender el discurso del cumplimiento de los acuerdos de San Andrés por varias razones. Una es que desde que se firmaron se estaba consciente de que eran acuerdos mínimos, y así se dijo en el documento denominado Punto y seguido. Pero también porque los pueblos indígenas y sus organizaciones andan luchando por demandas que no están contenidas en ellos, como la defensa de los territorios, contra la biopiratería, la privatización de los recursos genéticos y el conocimiento tradicional, entre otros. No digo hacerlos de lado, sino incorporar a ellos una serie de demandas concretas que pueden dar un nuevo perfil al programa político del movimiento indígena, que debe incluir formas de alianzas claras con el resto de los movimientos políticos y sociales. Y más que todo pensar que si se apuesta por un Congreso Constituyente, hay que construir la fuerza política que haga viable la demanda y empuje en ese sentido. Esa es una demanda de largo plazo que requiere propuestas para trabajarla.

 
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