Usted está aquí: martes 16 de agosto de 2005 Mundo Secuestros y degüellos ponen fin a las pocas comodidades que tiene Bagdad

Salir a comer sin protección es una actividad de alto riesgo en el "nuevo" Irak

Secuestros y degüellos ponen fin a las pocas comodidades que tiene Bagdad

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Bagdad, 15 de agosto. En los buenos viejos tiempos -cuando sólo había que vérselas con explosivos al lado del camino, ataques suicidas y coches bombas-, una de las pocas comodidades de Bagdad era salir a comer. Una botella de vino, un pescado masgouf cocinado a la usanza tradicional y un platón de fruta ponían civilizado fin a un día potencialmente calamitoso. Los secuestros y los degüellos ponían fin a una buena vida.

Puede el lector, pues, imaginar la expresión de mi chofer Mohamed cuando le sugerí la noche de este lunes salir a comer en el restaurante Ramaya, cerca del malecón, a varios kilómetros de mi hotel, sin ninguna protección.

Se echó a reír, tapándose la cara con la mano. Luego dijo: "¿Por qué no?" Le dije que sería un almuerzo de 15 minutos. Omar, mi asistente, sonrió pero se quedó callado. "A las dos de la tarde", propuso Mohamed. "A esa hora habrá otros iraquíes comiendo."

Tenía razón. Corriendo a 120 kilómetros por hora llegamos a la esquina donde está el restaurante, y había por lo menos siete Mercedes y camionetas 4x4 en la calzada de acceso. Mohamed y Omar salieron primero, revisaron la entrada, regresaron y me hicieron la señal de pulgar hacia arriba.

Sin embargo, en el momento en que entré en el restaurante noté que algo había cambiado. Ya no era el Ramaya -nombre familiar iraquí-, sino el Zamam al-Kheir, que significa "Tiempo de Buena Voluntad". Un nombre muy islámico, se podría agregar, y el letrero en neón de la entrada era de color verde.

Los meseros eran los mismos. Uno me reconoció. Los otros comensales eran, por supuesto, iraquíes, la mayoría ricos. Luego trajeron el menú, totalmente nuevo pero sin traducción. La versión internacional del Ramaya venía en inglés, francés y árabe. La clientela del Zamam al-Kheir tendrá que hablar árabe si quiere ordenar su comida.

Ordené humus, tabouleh, mutabal y pizzas vegetarianas. Mohamed y Omar se sentaron a comer con más gusto que yo. "No se preocupe, míster Robert", me aseguró Mohamed. "Los meseros dicen que aquí no ha habido problemas." Y tampoco extranjeros, añadiría yo.

Resultó que el viejo Ramaya fue comprado por una familia musulmana chiíta que, fiel a su fe, ahora mantiene un café estrictamente islámico. Ya nada de botellas de vino libanés para Robert de Arabia. Hubo que bajarse el almuerzo con una botella de agua mineral de Kuwait y jugo de naranja, que estaba fresco pero era más bien pulpa, así que hubo que comerla con cuchara.

El plato principal resultó ser la única pizza vegetariana rellena de carne en el mundo. Y todo esto, por supuesto, tenía que alternarse con frecuentes miradas a la entrada.

Más o menos a media comida, la puerta se abrió ruidosamente y entraron 12 iraquíes, jóvenes pero panzones, tres de los cuales llevaban pistolas metidas en los pantalones. Los ojos de Mohamed se entrecerraron. Lo miré. Se puso de pie, caminó hacia nuestro mesero y le habló con rapidez al oído. Luego regresó con amplia sonrisa.

"Tiene suerte, míster Robert. Son hombres de negocios que trabajan con estadunidenses. Vienen armados porque tienen más miedo que usted. Nadie pasará a su lado hoy, porque abrirían fuego." No estaba yo muy seguro de que me gustara estar en el centro de semejante torneo de tiro.

De ahí en adelante no fue más que engullir comida y pedir la cuenta. En el estacionamiento nos aguardaban 50 grados centígrados de calor, y Mohamed dobló una rodilla para mirar abajo del coche por si hubiera alguno de esos cables horribles que todo automovilista busca antes de arrancar. No hubo ninguno, claro, sólo el calor sofocante y un viaje a toda marcha por la ribera del Tigris de vuelta al hotel.

La comida de 15 minutos resultó de 45, pero lo logramos: habíamos salido a comer en Bagdad, descubierto la islamización de mi restaurante favorito y probado la primera pizza vegetariana rellena de carne en el mundo.

Estoy seguro de que míster Bush y lord Blair de Kut al-Amara lo considerarían prueba de una victoria más del "nuevo" Irak.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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