Usted está aquí: jueves 18 de agosto de 2005 Opinión Algo está podrido en el Cinvestav

Julio Muñoz

Algo está podrido en el Cinvestav

Leí con interés el artículo de Javier Flores que publicó La Jornada el martes 16 de agosto ("Imágenes del Cinvestav"). El Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) es mi casa y fue la de él, pero todavía la siente suya. Las imágenes que guarda este ex alumno y buen amigo son emocionantes, y me halaga que me haya mencionado entre los profesores que tuvo, aunque los otros que recuerda me superan. Además, hace años Javier me abrió la puerta de nuestro periódico. Le agradezco públicamente lo que no le he agradecido frente a frente.

Sus imágenes son fiel memoria del espíritu de trabajo que pervive en el Cinvestav. Las disputas académicas se siguen dando en el terreno que les es propio y ahí quedan. Pervive también el ánimo unido cuando se trata de defender a la institución y su independencia. Pero las disputas actuales no se dan en el terreno académico, sino en el laboral, y no son cosa menor. Y no son disputas. Son actos de defensa ante la agresión artera e ilegal a algunos investigadores por parte de nuestra directora general, doctora Rosalinda Conreras Theurel, que es de todo mi respeto académico, pero el que se le debería tener como persona y funcionaria lo está disminuyendo ella misma con la eficaz ayuda de su cohorte -unidad táctica-, sobre todo los doctores Luis Alfonso Torres y José Mustre de León. De los varios despidos, renuncias forzadas e incumplimento de obligaciones laborales, menciono aquí una, para informar a Javier y a los lectores de La Jornada sobre el caso más simple, para no aburrir.

El doctor Oscar Constantino Ramírez Toledano, con más de 30 años de antigüedad en el Cinvestav "...renuncia voluntariamente a hacer uso de la licencia prejubilatoria..." en carta dirigida el 7 de septiembre de 2004 a la licenciada Estela Burcio Velázquez, subdirectora de Recursos Humanos de la institución. Con fecha 13 de octubre del mismo año. El doctor Ramírez Toledano solicita que tramite su finiquito al doctor Enrique Campesino, quien era entonces el secretario administrativo del Cinvestav. La contestación a esta solicitud la da la licenciada Burcio el día 24 del mismo mes y en ella informa al doctor Ramírez Toledano que "...lamentablemente no es posible atender favorablemente su petición, por haber sido personal de confianza..." (sic). Como dice el tango: "...verás que todo es mentira, verás que nada es verdad..." Además de la lamentable redacción, se informa oficialmente de la comisión de una infamia que queda demostrada con documentos oficiales.

Respecto de una modificación del decreto de creación del Cinvestav en el Diario Oficial de la Federación del 24 de septiembre de 1982, se incluye lo siguiente: "Artículo vigésimo primero. Serán considerados empleados de confianza (...) coordinadores de departamento y de sección, los profesores investigadores, los secretarios particulares..." Ante esto, aproximadamente la mitad de los investigadores del Cinvestav solicitamos un amparo que se nos concedió, y en el mismo Diario Oficial aparece una fe de erratas que dice: "En la página 6, segunda columna, Artículo vigésimo primero, renglón séptimo dice:

"...y de sección, los profesores investigadores...

"Debe decir:

"...y de sección, los secretarios particulares..."

Dice que dice, es decir, los profesores investigadores no somos empleados de confianza. Torpeza y mentira. Doble torpeza. Menudos abogados tiene actualmente el Cinvestav. Sería imperdonable que la doctora Rosalinda Contreras y su unidad táctica encabezada por el doctor Torres, que habla como todo un sapiente jurista, ignorasen esa fe de erratas, pero no la ignoran, sino que la incluyen en el documento del Cinvestav titulado "Decreto de creación". Torpeza, mentira y mala leche. El cuerpo directivo del Cinvestav viola hasta sus propios reglamentos. Además, la doctora Contreras y su unidad táctica dan o escamotean finiquitos a su antojo. Puede documentarse que a una investigadora que renunció al parecer de manera forzada, sí le dieron una compensación generosa. En la democracia, unos son más iguales que otros.

De cualquier manera le agradezco a Javier Flores, buen hombre y pionero de la divulgación científica, que se exprese tan cabalmente del espíritu académico del Cinvestav. Y que no se preocupe. El Cinvestav es ante todo su cuerpo de investigadores. Mi compromiso es defender como pueda a la institución y a mis compañeros. La doctora Contreras y sus adláteres sólo son autoridades que dejaran mala huella. La institución superará esta nauseabunda situación como ha superado otras, aunque algunos sufrieron heridas graves, daño patrimonial y escarnio oficial. Quedarán costras y cicatrices que nos recordarán el mal paso. La dirección general del Cinvestav, la actual y las que vengan, también quedarán dañadas inclusive en los asuntos de dinero, en caso de perder las demandas interpuestas y que quizá se interpondrán. Hasta ahora, el Cinvestav ha perdido todas.

También quiero agradecerle a José Galán sus notas en La Jornada sobre la conducta de nuestras autoridades, que, a mi juicio, es anormal y quizá patológica además de patética. Las notas de Galán son pulcras, breves y sorprendentemente precisas. Se le nota la joroba de buen reportero.

 
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