Usted está aquí: domingo 28 de agosto de 2005 Opinión La Parota

Antonio Gershenson

La Parota

En otras épocas se pudieron hacer grandes plantas hidroeléctricas con muchas ventajas, con costos relativamente bajos, buen rendimiento y con la utilidad adicional de que el flujo del agua, y por lo tanto la energía eléctrica generada, se pueden regular. Hay quienes no saben que el país ha cambiado, e impulsan plantas que ya son muy caras y que generan relativamente poca electricidad, casi toda ella en las horas de mayor demanda (horas pico). El país está más poblado, pero sobre todo la gente afectada por las enormes áreas que serán inundadas ya no se deja tan fácilmente. Hubo ya, hace un buen tiempo, una experiencia en Tetelcingo, Guerrero, donde la resistencia de los habitantes frustró un proyecto de planta de esta naturaleza. En otros ámbitos, hemos visto casos como el del Club de Golf de Tepoztlán y, a principios de este sexenio, el del frustrado aeropuerto de Atenco-Texcoco.

Los entonces responsables de estos proyectos en la Comisión Federal de Electricidad aprendieron la lección. Para la construcción de la planta de Aguamilpa, que iba a suministrar energía en las horas pico al área de Guadalajara, empezaron por hablar con la gente, por ponerse de acuerdo con ellos sobre los lugares en los que les construirían casas para que desocuparan las áreas que quedarían inundadas, y las cosas caminaron. Pero en el caso de La Parota, en Guerrero, eso quedó de lado y ya se unieron todos los factores negativos.

La planta ya es carísima, mil millones de dólares. Y está por verse si no se encarece todavía más, como sucedió con la recién concursada planta que generará electricidad con viento, de La Ventosa, en Oaxaca: se tuvo que declarar desierto un primer concurso porque las ofertas estaban por arriba de los cálculos de quienes convocaron al concurso; y se tuvo que "encoger" esa planta para que, en un segundo concurso, alcanzara el dinero disponible.

La planta sólo generaría electricidad unas cinco horas diarias, precisamente las de mayor demanda de energía. Y se haría cargo de la obra la trasnacional que ganara el concurso. Los pobladores no tenían ahí nada que ganar: ellos, la poca electricidad que pueden necesitar, la requieren a muy diversas horas; no hay ninguna garantía de que tengan empleo, y sí, en cambio, tendrían sus tierras y casas inundadas, 25 mil de ellos, y éstos y otros más perderían tierras de cultivo y otros bienes.

Hablamos de una trasnacional porque es lo que ha sucedido una y otra vez. Los términos del concurso requieren no sólo de poder hacer la obra de principio a fin, incluyendo el suministro de todos los equipos, sino tener o conseguir un financiamiento enorme. Como ha sucedido en otras grandes obras con este tipo de financiamiento, son muy caras y con pocos beneficios para el país.

En estas páginas hemos visto, especialmente durante los últimos días, los resultados de este proyecto. Se ha puesto de manifiesto un rechazo que, haciendo las cosas de una manera más civilizada, no tenía por qué haber ocurrido.

En el mismo río Papagayo, en el que está el sitio de La Parota, se han localizado otros 14 puntos en los que es posible instalar hidroeléctricas, de diferentes tamaños, según cada caso. En promedio, el agua alcanza, en cada uno de los sitios, para proyectos pequeños y medianos, para generar a plena capacidad durante unas ocho horas, o bien a una capacidad de un tercio durante las 24 horas, o cualquier opción combinada o intermedia.

La selección de varios de estos sitios, en los cuales haya acuerdo previo con los habitantes del lugar, permite una opción viable. No se generaría sólo en horas pico, pero sí se puede obtener más energía a esas horas que en otras, y queda energía para electrificar lo que pueda quedar pendiente en toda la región. Uno de los puntos que ayuda a lograr o afianzar el apoyo de la población es la garantía de que serán los primeros contratados para los trabajos.

También es importante que, sobre todo en la obra civil, se usen sistemas de trabajo intensivos en mano de obra. Por ejemplo, donde sea posible, palas y picos en vez de una enorme excavadora; al fin que los tiempos del proyecto estarán fijados por los tiempos de entrega de las turbinas, mucho más largos que los de la obra civil.

Los costos, evidentemente, bajarán drásticamente. Esto, contando con que se usen recursos presupuestales, y no los esquemas tipo Pidiregas o inversión pública financiada (que es el de La Parota). Dependerán de la selección final de sitios y de otros elementos, pero no vamos a tener costos indirectos por todo, ni a limitar la participación a sólo grandes monopolios. Y el porcentaje de partes de origen nacional aumentaría de manera importante.

Esto, claro, se inscribe en un cambio de mayor escala. Finalmente, la decisión será de los votantes el 2 de julio de 2006

 
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