Usted está aquí: domingo 28 de agosto de 2005 Opinión Las bombas, pretexto para estar en Irak

Robert Fisk

Las bombas, pretexto para estar en Irak

Toma las cosas como son. O como un muy querido amigo mío solía decirme: "Aquí tienes". Estoy sentado en el aeropuerto de Bagdad, esperando que mi pequeña aerolínea me lleve de regreso a casa en Beirut, pero la persona encargada del lugar, el señor Ghazwan, no estaba, como antes. Sin él, no puedo entrar a la sala de embarque y registrarme.

Remontándome a enero, él estaba aquí diciéndome que nunca olvidaría pasarme por seguridad, al tiempo que le hablaba a un oficial que se parecía a él, mientras le pedía que me cuidara. Ghazwan hablaba un inglés cuidadosamente gramatical y podría reírse de sí mismo cuando cometía errores.

Entonces, llamé al teléfono celular de Ghazwan y un hombre viejo contestó. Quiero hablar con Ghazwan, dije. "¿Por qué?", porque necesito saber quién estará por mí en el aeropuerto. Hubo un pequeño gemido del otro lado del teléfono. "Fue asesinado".

Me senté en mi asiento de plástico del aeropuerto, incapaz de hablar. ¿Qué, qué quiere decir? "Fue asesinado por el enemigo", dijo el viejo hombre y escuché que el auricular le fue arrebatado.

Ahora, una mujer joven, con buen inglés, me preguntó: "Quién es usted". Un pasajero. Inglés, comencé a disculparme. Nadie me había dicho que Ghazwan estaba muerto. Inclusive los agentes de viaje en Beirut lo tienen aún en su lista de contactos en Bagdad.

La joven mujer -es su esposa, o mejor dicho su viuda- me dice que fue asesinado camino al aeropuerto, y le pregunté cuándo había sucedido. "El 14 de marzo", dijo. Yo lo había visto exactamente cinco semanas antes de su muerte.

Y aquí está la historia. Su hermano era un guardia de seguridad en el aeropuerto -al parecer el hombre que se parecía a él y a quien yo había conocido en febrero-, y los dos hombres salían juntos de sus casas para ir a trabajar en el mismo auto cuando hombres armados dispararon contra el hermano, quien falleció, dando muerte a Ghazwan en la misma lluvia de fuego. Otra vez me disculpé. Dije que lo lamentaba muchísimo. Hubo un agradecimiento de la joven y el celular se apagó.

Toma las cosas como son. Regreso a Beirut, observando al nuevo Papa visitar su nativa Alemania. El se reunió con la comunidad judía de Colonia. Habló de la maldad del Holocausto judío. Debería. Habló afectuosamente de Israel. ¿Por qué no?

Se reunió con la comunidad musulmana y vi en la pantalla cabezas ligeramente inclinadas, ojos observando furtivamente hacia las cámaras. Para ellos, él habló sobre las maldades del terrorismo. Todo parece lógico, aunque nunca pude dejar de pensar que el Papa fue en tiempos de guerra un soldado de artillería antiaérea alemán. Antiaborto, antigay, otra vez, soldado de artillería antiaérea.

Entonces, me senté. En su primer discurso, no hubo palabra alguna sobre la ocupación israelí en Cisjordania, la expansión de sus asentamientos en la tierra de otra gente, contra toda ley internacional. Y los musulmanes, bueno, ellos no tienen que ser recordados por sus pecados, de su deber de extirpar el "terrorismo", para predicar la moderación todo el tiempo, para detener el flagelo de los ataques suicidas.

Y de repente, me sorprendo por esta profunda carencia de juicio hacia el Papa. Todavía dócilmente consciente de que yo mismo lo he seguido. Es su trabajo, ¿no?, disculparse por los judíos de Europa. Y fue su trabajo, ¿no?, advertirles a los musulmanes de Europa.

De este modo, caemos en la línea. Sí, él debería disculparse por el Holocausto, hasta el final de los días. Pero su santidad, el ex soldado de artillería antiaérea, también podría disculparse ante los musulmanes por la sangrienta y catastrófica invasión a Irak; no, no, por supuesto, no hay paralelismo en la escala del mal, pero al menos podría mostrar el valor de su predecesor, quien se mantuvo firme contra Bush y su feroz guerra.

Toma las cosas como son. En Bagdad y ahora en Beirut, leí las más recientes leyes "antiterroristas" de lord Blair de Kut al Mara. Claro, claro. Después de los ataques suicidas en el Metro de Londres, ¿qué más podríamos esperar? Que nuestro precioso capital y su gente sean protegidos.

Son tres trenes de cuatro los que explotaron frente a la estación de Kings Cross el 7 de julio, tomo esto muy seriamente para mí mismo. Y cuando regrese al Metro en Londres, probablemente evitaré a hombres jóvenes con mochilas, así como a miembros armados de la Policía Metropolitana. Y después de todas las explicaciones a la prensa sobre lo maravilloso que son nuestras fuerzas de seguridad, pondré mucha atención a esta fina y patriota gente.

Estos son los hombres (¿y mujeres?) que nos mintieron sobre armas de destrucción masiva en Irak. Estos son los tipos que no pudieron conseguir una simple pista o a uno de los cuatro suicidas del 7 de julio (ni a los atacantes de los días posteriores). Estos son los chicos que asesinaron a un civil indefenso mientras se sentaba en un vagón del Metro.

Pero espera un momento, me dije a mí mismo otra vez. Los bombazos del 7 de julio podrían ser comparados con un día relativamente normal en Bagdad. Yo estuve en la estación de autobuses de An Nadha que fue objeto de un ataque con bomba que dejó 43 civiles muertos -tan inocentes, y sus vidas tan preciadas como las londinenses-, que fue hecha pedazos la semana pasada.

En el hospital de Al Kindi, familiares han enfrentado el problema para identificar a sus seres queridos. Varias cabezas fueron colocadas cerca de torsos equivocados, y pies al lado de piernas que no correspondían. Esto es un problema. Pero no hay ni un gemido de Inglaterra. Nosotros aún estamos encerrados dentro de nuestro trauma del 7 de julio. No hay detectives ni curiosos en los alrededores de la estación de autobuses iraquí de An Nadha, buscando pistas. Ya que después hubo cuatro ataques suicidas. An Nadha ya es historia.

Ahora me doy cuenta, sentado en mi balcón sobre el Mediterráneo el fin de esta semana, que tomamos las cosas como son. Nos gusta tener pequeñas desconexiones en nuestras vidas. Tal vez esto es culpa del periodismo diario, donde encapsulamos el mundo cada 24 horas, dormimos y comenzamos una nueva historia al día siguiente en la que no alcanzamos a entender totalmente que la narrativa no comienza antes del plazo de la medianoche, o del mes, o de hace un año.

Por eso es un hecho que si "nosotros" no hubiéramos invadido Irak, en 2003, aquellos 43 iraquíes no habrían sido pulverizados por esas tres bombas de la semana pasada. Y eso es un hecho seguro, si no hubiéramos invadido Irak las bombas del 7 de julio no habrían ocurrido (e ignoro las estupideces de lord Blair sobre las "ideologías del mal"). En todo caso, el Papa no habría hablado a los musulmanes alemanes la semana pasada sobre las maldades del "terrorismo".

Y por supuesto, si no hubiéramos invadido Irak, Ghazwan y su hermano estarían vivos y su viuda sería una joven y feliz mujer, y su destrozado padre estaría orgulloso de él. Pero, como un amigo mío solía decirme, "aquí tienes".

© The Independent

Traducción: Erik Vilchis

 
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