401 ° DOMINGO 28 DE AGOSTO DE 2005
 

Entrevista con el investigador Jorge Restrepo Torres
México, peor que Colombia

Alberto Nájar

El especialista en narcotráfico en América Latina no se anda con rodeos: hace rato que la violencia en nuestro país rebasó los estándares que el trasiego de drogas dejó en Colombia. Y para muestra, un botón: ni siquiera en la época más difícil de la guerra entre cárteles colombianos, los policías de ese país fueron víctimas de tanta violencia de los narcos como ocurre ahora en nuestro país



Fotografía: Jesús Villaseca
Casi un millar de ejecuciones, decenas de policías entre las víctimas. Barrios, pueblos, regiones enteras bajo el control de traficantes locales, las disputas entre bandas resueltas con armas de guerra: la más reciente, un rifle capaz de atravesar cualquier tipo de blindaje. Las bazucas y granadas dejaron de ser novedad.

El saldo de la guerra entre el cártel del Golfo y la llamada Federación (integrada por las organizaciones de Sinaloa, Juárez y Michoacán), y que suele definirse como la colombianización del país.

Es peor. México vive una compleja mezcla entre la violencia desatada en su época por Pablo Escobar Gaviria, y la encarnizada disputa por el control de las favelas brasileñas de Río de Janeiro y Recife, en Brasil.

A ello se suma la ofensiva del embajador de Estados Unidos, Anthony Garza –avalado por el Departamento de Estado–, y que parece destinada a ablandar al gobierno del presidente Vicente Fox y convencerle de aceptar una mayor intervención estadunidense en la lucha contra el tráfico de drogas. Una estrategia ya probada en Colombia.

México se encuentra, así, "en el peor de los mundos posibles", advierte a Masiosare el investigador Jorge Alberto Restrepo, de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, ex asesor de la presidencia de Colombia y estudioso de las consecuencias que la guerra entre cárteles ha dejado en el continente.

Una de sus investigaciones más recientes, efectuada para la Universidad de Londres –donde obtuvo un doctorado en economía– contiene una base de datos de las víctimas del conflicto armado en su país (muertos y heridos), con un apartado especial sobre el tráfico de drogas.

"Lo que vive México es algo que los colombianos hemos visto con frecuencia", explica vía telefónica. "Primero, una gran concentración de poder en algunos cárteles que se disputan el territorio; luego un proceso de atomización por la captura de líderes que genera una etapa de violencia callejera".

El escalón siguiente es el ejemplo de Medellín. "Las mafias no se conformaron con exportar cocaína a Estados Unidos, sino que empezaron a distribuirla en la ciudad", recuerda. "Perdimos a toda una generación, había ejércitos de sicarios muy jóvenes que consumían droga y además se encargaban de su distribución".

Algo parecido a lo que sucede en ciudades como Matamoros o Nuevo Laredo, donde los halcones –jóvenes que trabajan para el cártel del Golfo– se encargan de cuidar y abastecer las tienditas donde se vende la droga.

"Si usted tiene a un personaje como (Joaquín) El Chapo Guzmán que importa cocaína de Colombia, la vende en Estados Unidos y al mismo tiempo controla el mercado de Sinaloa o la ciudad de México, es el peor de los mundos posibles", subraya Restrepo Torres.

"Tienen entonces la violencia de la compra de droga, su exportación y la distribución interna. Todo junto".

La mano del Tío Sam

El investigador Restrepo Torres afirma que, ni siquiera en su peor época de violencia –la guerra entre los cárteles de Cali y Medellín, a principios de la década pasada–, los policías colombianos fueron objetos de tantos ataques como ocurre ahora en México.

"Hubo un tiempo en que la Policía Nacional Civil estuvo claramente involucrada con el narcotráfico, pero se tomó el toro por los cuernos y se limpió a la corporación", explica. "En eso tuvo mucho que ver el gobierno de Estados Unidos que prácticamente tiene el derecho de veto sobre los elementos; revisan sus expedientes".

–La Casa Blanca ha criticado severamente el clima de violencia en México. ¿En Colombia sucedió algo así antes de que intervinieran directamente en la guerra a los cárteles?

–Hay muchas similitudes. Primero, cuando los gringos creen que no hay suficiente cooperación lo hacen notar públicamente, al acusar a las fuerzas policiacas y militares de involucrarse con el comercio de narcóticos.

"El siguiente paso es capacitar fuerzas de elite e inteligencia para infiltrar a las corporaciones; luego probablemente vendrá la cancelación de visas a ciertos personajes y los señalamientos públicos al gobierno hasta que acepte trabajar abiertamente con los gringos".

Un camino que, en los últimos cinco años, el gobierno del presidente Fox ha recorrido casi en su totalidad: además de las críticas del embajador Garza, en junio pasado el responsable de inteligencia de la agencia antidrogas estadunidense (DEA), Anthony Placido, afirmó ante la Cámara de Representantes que la policía mexicana era un obstáculo para el combate del narcotráfico.

Y desde el inicio del sexenio el número de militares que han recibido entrenamiento especial en cuarteles estadunidenses –desde antiterrorismo hasta inteligencia contra delincuencia organizada– ha ido en aumento. En 2003 sólo un elemento fue invitado a los cursos. Para 2006 serán 600 los entrenados.

Más igual que otro

A pesar de todo, en la lucha contra el tráfico de drogas México y Colombia tienen varias diferencias. Una de las principales, recuerda Restrepo Torres, es la relación entre los narcotraficantes colombianos con grupos guerrilleros y paramilitares, "un problema que no tienen ustedes".

Pero, al mismo tiempo, advierte, el nivel de adicción a los narcóticos entre la población mexicana es significativamente mayor. Y sí: de acuerdo con la encuesta sobre el consumo de drogas en población de enseñanza media y media superior, el número de adolescentes que probaron algún tipo de narcótico aumentó 12% entre 2000 y 2004.

Este año, informó el secretario de Salud, Julio Frenk, el número de mexicanos que reconocieron haber probado las drogas fue de 3.5 millones.

"Están a la mitad, la droga que no se puede vender en Estados Unidos se queda en su país", señala el investigador Restrepo Torres.

"Viven la situación de Colombia más la vida en Brasil, el segundo país más violento del continente donde hay un altísimo consumo de drogas con mucho acceso a las armas. Y eso sucede en las ciudades mexicanas".