<<< regresar a la portada

ES LA ECONOMIA 29 de agosto de 2005
Las preferencias de los electores parecen inclinarse por la candidata socialista Michelle Bachelet para convertirse en la próxima presidenta de Chile. La coalición que gobierna el país desde 1990 ha logrado atraer la preferencia de los grupos menos favorecidos de la sociedad a partir de algunas mejoras económicas. Todavía falta avanzar en el bienestar en un país donde los salarios más altos son 16 veces mayores que los más bajos.

Paulo Braga, Buenos Aires

A no ser que todas las encuestas estén equivocadas, la candidata socialista Michelle Bachelet deberá convertirse en diciembre en la próxima presidenta de Chile. Los sondeos le dan gran ventaja sobre los postulantes de la derecha y es posible que triunfe en la primera vuelta.

candidata P6

Michelle Bachelet Jeria

  • Profesión: Médico, especialista en pediatría y salud pública. Maestra en ciencias militares por la Academia de Guerra
  • Filiación política: Partido Socialista
  • Trayectoria: exiliada en Austria y Alemania. Regresa en 1979 a Chile. Participó en la Comisión Chilena de Derechos Humanos. Miembro del Comité Central del Partido Socialista (1995-2000) 
  • Asesora Ministerio de Salud
  • Asesora Ministerio de Defensa. Ministra de Salud Ministra de Defensa

El probable resultado de la disputa presidencial del 11 de diciembre se finca en la política económica del saliente Ricardo Lagos, que logró en los últimos cuatro años mejorar el nivel de vida de los más pobres.

"La explicación para el éxito de Bachelet es la efectividad de la política social", señala el politólogo Claudio Fuentes, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Santiago. Según él, la candidata de la coalición oficialista logró capturar la mayor parte del electorado de clase baja que antes apoyaba al candidato de derecha Joaquín Lavín. En la elección pasada, Lavín, que representa el pensamiento de la derecha identificada con el régimen del dictador Augusto Pinochet, fue superado por Lagos por escasos 30 mil votos y llevó la disputa a la segunda vuelta. La ventaja final de Lagos fue pequeña: 51.3 por ciento contra 48.6 para el entonces alcalde de Santiago.

Los sondeos indican que el escenario para Concertación, coalición de centroizquierda que ha gobernado Chile desde la vuelta de la democracia en 1990, es hoy muchísimo más cómodo. Según los últimos estudios, Bachelet tiene entre 47 y 49 por ciento de las intenciones de voto. Lavín disputa la segunda posición con Sebastián Piñera, conservador más moderado. Los dos tienen casi 20 por ciento de apoyo, aunque Piñera esté en ascenso, lo que ha llevado a sectores de la derecha a pedir la retirada de la candidatura de Lavín para unificar al electorado opositor y tener oportunidad de enfrentar el liderazgo de la socialista.

La tarea de la derecha será difícil, ya que el país tendrá este año una tasa de crecimiento de casi 6 por ciento, y se pronostica una tasa similar en 2006. El desempeño de la economía desde que gobierna el bloque de centro izquierda es quizás el capital político más importante de Bachelet.

"El promedio anual de crecimiento entre 1973 y 1989 fue de 2.9 por ciento, acompañado por una enorme concentración del ingreso", afirma el economista Ricardo Ffrench-Davis, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), refiriéndose al periodo de la dictadura pasada. El régimen despótico concluyó con 45 por ciento de los chilenos por debajo de la línea de la  pobreza, contra 20 por ciento que había en 1973 y con un incremento de la brecha social: la diferencia de ingreso entre la quinta parte más rica y la más pobre saltó de 12 a 20 veces.

En contraste, desde que Concertación asumió el poder, la expansión promedio anual del PIB ha sido de 5.6 por ciento, la pobreza cayó a 16 por ciento y la diferencia entre los ingresos de ricos y pobres es de 16 veces.

La fórmula para mejorar la situación económica del país y la distribución del ingreso pasó por la modificación de políticas de carácter ultraliberal del régimen militar. Ffrench-Davis enumera: la reducción de la deuda de corto plazo y en moneda extranjera y las inversiones productivas. A principios de los 90 el gobierno impuso, además, restricciones al ingreso de capitales golondrina, para disminuir la vulnerabilidad de la economía ante oscilaciones externas y evitar presión sobre el tipo de cambio.

Paralelamente, se impulsaron programas de carácter social y se elevó el salario mínimo hasta alcanzar un aumento real del doble en comparación con el periodo dictatorial.

En la estela de la prosperidad experimentada en los últimos años, se ha ido relajando el conservadurismo, una de las características de la sociedad chilena: el divorcio fue aprobado el año pasado; hay por primera vez campañas de salud pública estimulando el uso de preservativos, y proliferan los llamados "cafés piernas", donde meseras en minifalda sirven café y refrescos, aunque no bebidas alcohólicas, a un público de hombres de negocio en el microcentro de Santiago.

"La candidatura de Bachelet representa un cambio, es una señal de que la sociedad busca algo distinto", afirma el politólogo Fuentes. Según su visión, Chile es menos conservador de lo que se piensa, pero sí lo es la elite, que ha logrado hasta hace poco imponer su voluntad con su influencia sobre la clase política, lo que parece estar cambiando.

Pero la otra cara del desarrollo económico, envidiado por la mayoría de los vecinos sudamericanos, es el surgimiento de problemas típicos de países desarrollados. La mejora de la situación económica abarcó a prácticamente toda la sociedad, pero una gran porción de la población sigue excluida.

La desigualdad sigue presente. "La situación mejoró, pero estamos lejos de lo que era antes de la dictadura, cuando el cuadro ya era malo", resalta Ffrench-Davis. En consecuencia, Chile registra hoy índices crecientes de uso de drogas y alcoholismo, así como alta incidencia de problemas mentales que marcan la situación de la salud pública.

Existen, además, temores de que el modelo económico vigente, con énfasis en la exportación de materias primas, no sea sostenible por mucho tiempo más. El desafío del próximo gobierno será sentar las bases para un nuevo perfil productivo.

Fuentes pronostica que el modelo actual se agotará en "10 o 15 años" y sugiere que el gobierno entrante invierta en ciencia y tecnología para "avanzar hacia una nueva etapa de desarrollo".

Ffrench-Davis, de la CEPAL, cree que el camino puede pasar por la creación de valor agregado a partir de los recursos naturales disponibles en el país, y menciona, como una medida importante la asignación de parte de los recursos obtenidos con las exportaciones de cobre a un fondo de promoción de la innovación tecnológica  §

<<< regresar a la portada