Número 110 | Jueves 1 de septiembre de 2005
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

 

Condones vía web
Del sexo seguro a las prácticas de riesgo




Tus quince megas de fama

En el chat dependes de un interlocutor para comunicarte, pero si tu ánimo es que todos se enteren de cualquier cosa que quieras decir o mostrar existen los weblogs, blogs o bitácoras.

Los blogs son sitios personales donde se recopilan textos e imágenes sobre un tema en particular o a modo de diario.

Los temas son tan diversos como Internet y, por supuesto, el sexo es bastante usual. Los visitantes pueden dejar sus opiniones, lo que abre un nuevo canal para intercambiar ideas.
Tener un blog está de moda y permite tener un espacio entre las millones de páginas para contar tu vida, obsesiones, fantasías, intereses o ideas, exhibirte o disfrutar ser observado virtualmente, protegido por la pantalla.

En tu mundo cibernético mandas tú, como dice una bloguera en su sitio (www.chicayeye.blogspot.com): “no estoy para consentir los gustos de todos porque no es un blog de petición, es MI BLOG, mi espacio, mi mundo, tampoco es un blog de opinión, es un blog personal, donde comparto mi vida y quien desea ser parte de ella, lo visita, y quien desea compartir sus experiencias, comenta”.

Hay millones de blogs en la red (es bastante fácil crear uno, visita www.blogspot.com), pero no tantos como usuarios navegando ahora mismo, lo que garantiza es que siempre habrá incautos que terminen en tu sitio; tal vez hasta les guste: como en la vida, nunca falta un roto para un descosido.

Las comunidades cibernéticas también tienen corazón y como la computadora es ya parte de la vida, entra en el juego de las sensaciones y los deseos. Además de estar saturada de pornografía, la red es el medio para conocer en un clic a gente de todo el mundo, practicar sexo seguro –la pantalla como condón infalible- y establecer contactos para hacer tus sueños realidad.


En la pantalla de la compu se desliza el texto:

-Como t llamas?
-Julian
-fon?


Cinco minutos después suena el teléfono. El “hola” se escucha más cohibido de lo que harían pensar los caracteres escritos en el chat, pero ya todo estaba dicho. Dos horas después, “Julián” y “José” se ven en persona por primera

Por Fernando Mino

La pantalla es la ventana abierta a tus deseos y ansias de voyeur, que lo mismo te informa de las múltiples opciones que hay para lo que se te ocurra o te facilita encontrar al amor de tu vida o al ligue de las próximas horas. Tan variada en posibilidades como la ventana indiscreta del título de la película de Alfred Hitchcock, por donde el ocioso protagonista fisgoneaba las vidas de sus vecinos para hacer más llevadera la convalecencia de su pierna rota. La computadora te conecta y te desconecta de la realidad, te sumerge en la fantasía desde la seguridad y comodidad de tu propio espacio.

En los chat que proliferan en los portales de Internet hay múltiples opciones al alcance de tu mano, millones de seres conectados a un tiempo y listos para hablar de todo: cine, autos, moda, ovnis, fantasmas, futbol, amor y, por supuesto, sexo, una de las palabras más tecleadas por los usuarios de Internet. Si escribes en el buscador de Google las palabras “chat + sexo”, el resultado es un millón 640 mil páginas en español.

Los innumerables chat de sexo, que por igual encuentras en los portales de entretenimiento que en los de material sexualmente explícito, permiten al usuario despojarse de sus inhibiciones y exhibir sin pudor sus más guardados ardores y deseos eróticos, frente a desconocidos de cualquier lugar del mundo.

“La computadora conectada a la red actúa para su usuario como metáfora de un gran pozo, de un agujero negro maravilloso, que esconde infinitas posibilidades y secretos en su fondo, agazapados tras su superficie translúcida. Con su sola existencia, la pantalla se convierte en generadora de deseos, con su posibilidad de encontrar y conocer a través de ella a personas de los cinco continentes, con las que uno jamás podría haber entrado antes en contacto, y que tal vez compartan los mismos deseos, fantasías y parafilias”, asegura el catedrático catalán Roman Gubern en su libro El eros electrónico.

El virtuoso juego

En el sexo virtual se respira de alivio ante las limitaciones impuestas por la edad, la apariencia, la timidez o el género; puedes jugar a ser otro: es muy común que hombres se hagan pasar por mujeres y con ese rol dialoguen con otros varones. Aún cuando se populariza con rapidez el intercambio de imágenes, nada garantiza que la fotografía enviada por tu interlocutor no esté, cuando menos, retocada para superar cualquier defecto. “El anonimato en la red es equiparable al anonimato transgresor de los carnavales, que propicia todos los libertinajes”, sostiene Gubern. A ese amparo apelan los que buscan a otros u otras para cumplir sus fantasías: “busco chica entre 16 y 18 años para lo que sea x cam... soy moreno, ojos azules, agréguenme las que quieran”. Tras el mensaje, un correo electrónico de nombre ambiguo se vuelve el contacto con ese varón, cuya autodescripción sólo la web cam podrá confirmar.
Si al principio la única opción de erotización vía la web era el texto, programas más avanzados, que se han popularizado en los últimos años, como el muy de moda Messenger, permiten el intercambio de material gráfico, desde los “emoticons” (iconos con emociones, en alusión a las representaciones de rostros sonrientes, tristes, enojados, etcétera), hasta la videoconferencia. Pese a ello, el anonimato sigue siendo la regla. En las opciones para mostrar fotos abundan los internáutas que exhiben su cuerpo sin mostrar el rostro o más aún, ponen fotos de modelos, celebridades o caricaturas como recursos para construir una identidad ficticia, icono que alimenta la fantasía del interlocutor y pone referente visual al intercambio de textos: lo hace más cercano a lo tangible.

El único requisito para que alcances el éxito en las andanzas sexuales virtuales es ánimo para fantasear y suficiente ingenio para que mantengas el interés de tu interlocutor. La palabra escrita es, si no el único, el vehículo fundamental para transmitir, encender y prolongar el encuentro. Como menciona un mensaje de invitación para participar en un chat de sexo: “Si no encuentras qué decir, bueno ¡a lo mejor el cibersexo no es para ti! Ve a rentar una película porno, o encuentra una línea de teléfono sexual donde le puedas pagar a una profesional para que te entretenga. A lo mejor, incluso, leer (gulp) una novela erótica”.
De lejos y alimentando fantasías: sexo seguro para quien lo practica, como asegura, no sin cierta ironía, el texto “On the Matrix: Cyberfeminist Simulations”, de la autora norteamericana Sadie Plant, parte de la antología Cultures of Internet: Virtual Spaces, Real Histories, Living Bodies: “Sexo libre de contacto, sin secreciones en una zona de total autonomía. Un ambiente libre de los efectos secundarios y de las complicaciones de las cópulas reales; enfermedades transmitidas, concepciones y abortos, y la triste obligación de las necesidades emocionales. Un circuito cerrado, sellado del exterior, un espacio virtual para acceder a voluntad”.

El riesgo de romper el encanto
El sexo virtual también puede ser el trampolín para que encuentres sexo real, conocer hombres y mujeres dispuestos a intercambiar algo más que las frases ingeniosas usuales en los chat, que sólo suelen avivar el deseo.

En La ventana indiscreta, el protagonista es un fotógrafo con una pierna rota que se entretiene mirando a sus vecinos por las ventanas de los departamentos que comparten un patio común. El inocente juego del ocioso se complica en el momento en que se convierte en testigo de un asesinato y se empeña en resolverlo: toma el riesgo, aun contra su propia vida, de dejar su lugar como espectador. Así, el chatero que busca algo más allá de la pantalla asume todos los riesgos de la realidad. Los encuentros pueden implicar desilusión, al contraponer la imagen real con la imaginada, o facilitar el intercambio sexual: finalmente, el objetivo de conocerse se ha planteado desde la pantalla y no hay mucho margen para la incertidumbre.

Atravesar la pantalla
Muchos consumidores de películas pornográficas se oponen al uso del condón en las cintas, pues “conspira contra la fantasía”. Las imágenes explícitas que abundan en Internet tampoco suelen mostrar condones, reservados y recomendados para la práctica real del sexo. Pero, ¿qué hay de los que quieren extender la ensoñación iniciada al calor del teclado? En el chat predomina la acción espontánea, directa y poco reflexiva, que en los terrenos del sexo real puede convertirse en prácticas de riesgo. El uso del condón puede no estar entre las prioridades de tu interlocutor virtual y tú estar preocupado por parecer tan desenfadado como en el chat y permitir una relación sexual real desprotegida.

En el chat de uno de los portales más visitados del país fue posible contactar a tres hombres, todos dispuestos a establecer contacto sexual real con otros varones. La condición previa fue que, de darse, no se usaría condón. Sólo uno de ellos se opuso totalmente, pese a la insistencia. Uno accedió de inmediato y proporcionó su número telefónico para concretar la cita. El tercer chavo se negó de inicio, pero al final aceptó con el siguiente mensaje: “pues va a ser la primera vez, ¿no?”.

La relajación de la protección sexual y su relación con el sexo virtual es un tema abordado por un grupo de investigadores de Nueva York, quienes dieron a conocer en 2003 el estudio Internet y sexo de alto riesgo entre hombres que tienen sexo con otros hombres, aplicado entre dos mil 934 varones anónimos reclutados en salas de chat de un popular sitio web estadounidense. 84 por ciento afirmó conocer a sus parejas sexuales a través de Internet y 64 por ciento dijo practicar sexo sin condón. “El alto porcentaje de comportamientos sexuales de alto riesgo y la significativa asociación entre establecimiento de relaciones on line y sexo desprotegido es evidencia de que Internet puede tener efectos en la transmisión del VIH/sida”, se señala en las conclusiones.

En mayo de 2005, en la XII Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas, celebrada en Boston, parte del mismo equipo de investigadores, encabezados por las doctoras Mary Ann Chiasson y Sabine Hirshfield, dieron a conocer otra investigación, Una comparación de riesgo on line y off line entre hombres que tienen sexo con otros hombres, en la que revelaron que 48 por ciento de los cuatro mil varones encuestados revelaron tener prácticas sexuales con múltiples parejas sin protección y el 51 por ciento afirmó haber conocido a su última pareja sexual en Internet.

Dar el salto entre el sexo virtual y el real implica regresar a la realidad, esa que no existe cuando estás frente al monitor. El uso del condón es una de las condiciones básicas para delimitar y preservar tu territorio una vez que has abandonado el teclado y el mouse. Quizá una manera de romper el sueño es la recomendación que los académicos estadounidenses desprenden de sus investigaciones: “El amplio número de hombres on line, con su diversidad de prácticas y maneras de conocer parejas, demuestra que Internet representa una oportunidad única para establecer intervenciones de largo alcance que incidan en su comportamiento”. Protegerte es la única forma de regresar libre de preocupaciones e infecciones a los terrenos seguros del monitor.