Usted está aquí: miércoles 7 de septiembre de 2005 Opinión MEXICO SA

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Petróleo y remesas amortiguan situación económica

Crecimiento promedio de 2.23% en el sexenio

Las rebanadas del pastel:

PERFILADO EL SEXTO y -felizmente- último de la temporada, el balance del sexenio del "cambio" en materia de crecimiento económico, como en tantas otras, resulta por demás famélico.

EL PASADO LUNES por la noche el presidente Fox envió su último paquete económico, correspondiente a 2006, a los inquilinos de San Lázaro, y algunos de ellos adelantan ríspidas negociaciones para sacar adelante la Ley de Ingresos y el presupuesto de egresos de la federación, algo que por lo demás ya no resulta novedoso.

AUN EN EL supuesto que las proyecciones en él contenidas se materialicen tal cual son planteadas por el inquilino de Los Pinos y su equipo de genios, en el sexenio de las promesas incumplidas la tasa anual promedio de crecimiento del producto interno bruto resultaría la menor de las últimas tres administraciones gubernamentales (2.23 por ciento), la segunda más reducida (Miguel de la Madrid conserva la medalla de oro con 0.34 por ciento) desde que los dueños de México, Sociedad Anónima, decidieron que el país sería feliz y primer mundista por la vía del neoliberalismo y la globalización, y la peor (obviando al de la áurea presea) desde que por mandato constitucional los presidentes de la república gobiernan seis años (1934).

SI PARA EL actual inquilino de Los Pinos lo anterior quiere decir que la economía "nunca ha estado mejor que ahora" y que su política económica "es una fórmula virtuosa que no todos los países alcanzan", entonces no tiene remedio (ni uno ni otra), porque una tasa anual promedio de crecimiento de 2.23 por ciento no es precisamente la panacea.

SERIA MARAVILLOSO QUE el crecimiento económico del país, y su impacto en el desarrollo nacional, correspondiera al siempre ligero discurso presidencial ("sustentado en datos duros" que se desmoronan a la primera de cambios), que la pobreza y la miseria desaparecieran por arte del micrófono y que la generación de empleo y la distribución de la riqueza se alcanzaran simplemente por medio de una campaña mediática.

NO HA SIDO posible (con todo y que no suelta el micrófono ni las onerosas campañas mediáticas), y las cuentas alegres del inquilino de Los Pinos suelen ser inversamente proporcionales a los resultados concretos, por mucho que el locutor Fox y sus jilgueros alquimistas intenten convertir las migajas de crecimiento en pepitas de oro.

DE NO SER por el elevado precio del petróleo de exportación y el creciente envío de remesas, la economía que "nunca había estado mejor que ahora" reportaría un resultado aún más ingrato. Para rematar, en ninguna de esas variables ha influido el gobierno del "cambio" y su "rumbo correcto".

LA TASA ANUAL promedio de crecimiento económico en los últimos cuatro sexenios (Miguel de la Madrid-Vicente Fox) ha sido de un deprimente 2.49 por ciento. Ese ha sido el gran logro en el largo periodo de "reformas estructurales" (primera y segunda generaciones), apertura a diestra y siniestra, privatización de todo lo que se mueva, extranjerización de la economía, "maquilización" (si vale el término) del país y tantas otras medidas apropiadas para que México pasara al primer mundo. Pues bien, en el sexenio del locutor la estadística se reduce aún más: 2.23 por ciento, con todo y que la economía "nunca ha estado mejor que ahora".

¿DONDE QUEDO AQUEL prometido 7 por ciento anual que tantos votos captó? En el mismo sitio que el millón 350 mil empleos anuales y tantas otras ofertas electorales, aunque con la esperanza que no lejos de la memoria de los votantes.

MIENTRAS EL LOCUTOR Fox financia el autoelogio con recursos públicos, entre otros elementos, la propuesta económica del "cambio" para 2006 considera: 3.6 por ciento de crecimiento real del producto interno bruto; superávit en el balance fiscal tradicional de 0.2 por ciento del PIB; "privilegiar la responsabilidad fiscal para que las finanzas públicas puedan afrontar exitosamente sus desafíos de mediano y largo plazos"; 31.5 dólares por barril precio promedio para la mezcla mexicana de crudo; gasto neto total propuesto, un billón 881 mil 200 millones de pesos; gasto primario (diferencia entre el gasto neto total y el costo financiero del sector público) de un billón 617 mil 900 millones (36 por ciento al gasto federalizado de entidades federativas y municipios); aumento real de 21 y casi 16 por ciento a seguridad pública y a desarrollo social, respectivamente.

COMO SIEMPRE, EN materia de generación de empleo el truco del gobierno foxista consiste en utilizar, indiscriminadamente, la calculadora del "cambio", aquella que siempre suma y nunca resta. En el texto de la propuesta económica se asegura que "durante los últimos 13 trimestres la economía mexicana ha estado inmersa en un proceso de expansión que se ha traducido (...) en la generación de 670 mil 415 empleos formales... A pesar de la moderación en los ritmos de crecimiento de la actividad manufacturera, el empleo formal continuó ganando terreno gracias al repunte del sector servicios. En los primeros siete meses y medio de 2005 la cantidad de trabajadores afiliados al IMSS aumentó en 373 mil 817 personas, es decir, creció 3 por ciento respecto del cierre de 2004. En comparación con la misma fecha del año anterior, el empleo formal se incrementó en 423 mil 439 trabajadores".

EL USO DISCRECIONAL de las cifras (sólo las que convengan, en los periodos que convengan y cuando convengan) por parte del inquilino de Los Pinos y sus genios oculta la realidad. De entrada, en cinco años los mexicanos demandaron alrededor de 6 millones de puestos de trabajo y la válvula de escape ha sido la economía informal y la emigración, porque en la economía formal el registro sólo avala la creación de 108 mil 118 empleos entre el primero de diciembre de 2000 y el 15 de agosto de 2005, un "incremento" en el periodo de uno por ciento (ese total resulta de la cancelación de 210 mil 622 plazas permanentes y la creación de 318 mil 740 eventuales).

Lo demás es puro rollo, aderezado con changarrización, informalidad y emigración, verdaderos "logros" del "cambio".

TODO INDICA QUE el veto presidencial al nuevo régimen fiscal de Pemex seguirá la misma ruta que el presupuesto 2005: controversia (constitucional) tras controversia, ante la incapacidad de negociar políticamente. En vía de mientras, Pemex languidece.

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