Usted está aquí: jueves 8 de septiembre de 2005 Opinión ASTILLERO

ASTILLERO

Julio Hernández López

Renuncias

Ebrard: salida necesaria

Rosario y sus dos cartas

Montielinas y diegadas

ANTES DE QUE a Rosario Robles se le ocurra alguna otra forma de madruguete (ayer estuvo a las 6 de la mañana en el edificio del gobierno capitalino, para entrevistarse con Alejandro Encinas), o de que algún otro delegado capitalino le organice algún acto bortolino de apoyo bajo sospecha, el candidato oficial a la sucesión chilanga, Marcelo Ebrard, puso tierra de por medio y presentó su renuncia a la secretaría de desarrollo electoral, perdón, social, del gobierno dela ciudad de México (de cuyas mieles proselitistas ya no gozaba a plenitud, porque el sustituto Encinas comenzó a ponerle marcaje personal). En esa carrera accidentada, otros han practicado similar suerte de abandono táctico: Demetrio Sodi dejó el PRD -pero no el escaño ni la dieta correspondiente- con la mira puesta en una candidatura panista capitalina que ahora parece reservada para uno de los perdedores de la contienda blanquiazul por la postulación presidencial; el siempre negociador Jesús Ortega pidió licencia en el Senado y, aunque su nivel competitivo es meramente simbólico, Armando Quintero se separó de la delegación de gobierno que ocupaba (Pablo Gómez, por su parte, se mantiene firme en su curul, ajeno a la feria de deslindes laborales).

LA QUE NO renuncia a aceptar su hundimiento político es Rosario Robles, quien una y otra vez se aferra a salvavidas desinflados con la esperanza de salir a flote. Armada de papelería jurídica, la ex jefa del gobierno capitalino pretende remontar el apabullante juicio político que ha merecido el tramo final de su vida pública en el que abrió la puerta de la izquierda partidista a un galán de Troya que junto con su amada dañaron como nunca antes nadie a esa formación política. Robles dice tener, sin embargo, un par de presuntas cartas extremas bajo su manga de alta costura: una se refiere a los supuestos apoyos económicos y estructurales que habría dado a Andrés Manuel López Obrador cuando éste era candidato al gobierno capitalino; otra, la amenaza de volver a la arena política en caso de que el camachista Ebrard fuese postulado a la jefatura de gobierno. Hasta ahora, Rosario no ha pasado de las insinuaciones respecto al tema del presunto financiamiento irregular al candidato López Obrador seis años atrás; esa inacción se debe, entre otras causas, a que la corriente a la que pertenece, la Rosca original (Rosario y Cárdenas), ahora llamada Unyr, ha logrado una especie de tregua respecto a Robles y otro de los involucrados en los escándalos ahumados, Lázaro Cárdenas Batel. En el fondo del activismo del ingeniero michoacano en busca de inexplicable cuaternaria oportunidad presidencial ha estado la defensa de los cachorros en riesgo, Rosario y Lázaro. Respecto a la oposición activa contra Ebrard, ayer mismo pudo haber confirmado la ex dirigente nacional del PRD que su tiempo político no le es propicio para retornos, así fuera bajo el pretexto de luchar contra un ex priísta que estaría arrebatando espacios a la verdadera izquierda a la que Rosario cree todavía pertenecer.

A PUNTO DE dejar (sólo en términos formales) la ubre llamada estado de México, el montielismo estructura un equipo de trabajo en el que destaca la presencia del jefe Salinas que juega en todos los bandos para así no correr riesgos de perder (ni siquiera simbólicamente, pues sabido por todo lector astillado está el hecho de que el presunto pleito Madrazo-Montiel no es más que una farsa arreglada para establecer un piso electoral falso, despilfarrar dinero sin control para promover la marca tricolor y crearse un halo artificial de legitimidad "democrática"). Entre los panistas, mientras tanto, merecía más pasión analítica el traspiés del otro jefe, Diego, quien no pudo hacer los adecuados tráficos de influencias para que un representante de la casta dorada yucateca pudiera salir libre por decisión de la Suprema Corte. Sin embargo, los blanquiazules deberán hacer como que se interesan en el debate entre precandidatos presidenciales que nomás no entran en calor.

ASTILLAS: SNIF, SNIF (PRESUNTA onomatopeya del llanto o, más bien, del sonido hecho al jalar nasalmente aire cuando se llora, verbo inglés, "sniff", del que luego se formaría "esnifar", que significa aspirar por la nariz cocaína u otra droga en polvo). Pues bien, el anterior breviario en forma de raya inhalable ha de servir para mencionar que desde el área de fisicoquímica de superficies, de la UAM Iztapalapa, Isaac Kornhauser Straus llama a este tecleador "ínclito columnista" (es decir, ilustre, esclarecido, afamado), y luego le hace saber que cuando se habló aquí de asuntos balompédicos y políticos, y de parecidos entre el Presidente de la República y el director técnico de la selección mexicana, "le faltó la siguiente similitud: Fox significa zorro en inglés y, Volpe, zorro en italiano". En realidad, las semejanzas fueron planteadas por un lector, Ricardo Hernández Martínez, pero cier-ta-men-te a este escribano sin poliglotía ni siquiera le pasó por los pies, a la hora de escribir, ese paralelismo heráldico... Y, hablando de Hernández, el gran monero de nombre José ha llegado a las páginas de La Jornada y, aparte de darle una sincera bienvenida, ha de decirse que, en realidad, es como si Hernández simplemente tomara el lugar natural que le corresponde junto a Magú, El Fisgón, Helguera, Rocha y Ahumada (desde luego, en estas palabras de bienvenida hay una secreta visión geopolítica basada en los apellidos: los Hernández complotamos para apoderarnos del mundo, o cuando menos del sur de la ciudad de México, aprovechando que somos mayoría, como cualquier guía telefónica lo demuestra)... Y, mientras toma cuerpo la posibilidad de que las ambiciones electorales de la izquierda partidista (ahora en busca de frentes con otros membretes de similar oportunismo sabido) puedan comprometerse con mínimas propuestas de lucha social (como las que de una u otra manera se expresan en la Unión Nacional de Trabajadores), ¡hasta mañana!

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