Usted está aquí: jueves 8 de septiembre de 2005 Opinión Qué es lo más radical ahora

Martí Batres Guadarrama

Qué es lo más radical ahora

Carlos Salinas de Gortari pasea por el país entero. No lo hace por vanidad, por turismo o por razones afectivas o familiares. Está preparando la campaña de 2006. Con él se encuentran comprometidos cientos y cientos, si no es que miles de personajes que aparecían en las nóminas secretas derivadas del manejo de la llamada partida secreta del presidente, con la cual pudo ejercer varios miles de millones de pesos de manera absolutamente discrecional, sin fiscalización alguna. Junto con él se encuentran los poderosos grupos económicos beneficiados por las privatizaciones de su sexenio. Atemorizados por él están los líderes políticos a los que disciplinó una y otra vez. Cuenta también con algunos restos de la estructura clientelar de su programa Solidaridad, a los que presionará para cobrar políticamente favores sociales de otra época.

Salinas no está solo; es, acaso, el más emblemático representante de la coalición de intereses económicos y políticos que se asoció con él durante su sexenio, que apoyó a Ernesto Zedillo, y que después llevó a Vicente Fox a la Presidencia. Esa coalición de intereses, en la que están los más poderosos hombres de negocios del país y los más encumbrados personajes del poder político, no tiene un partido, sino un conjunto de intereses. Lo mismo apoyaron a Salinas y a Zedillo que después a Vicente Fox. Toman decisiones de acuerdo con su conveniencia y juegan sus dados así. Frente a 2006 esa cúpula se va a unificar. No van a apoyar al PAN, porque no tiene candidato y hoy por hoy no tiene arrastre. Se van a inclinar esta vez a favor del PRI, y van a ir con todo con quien sea que resulte su candidato, así tenga mala fama y pinta de pistolero. Dentro del PAN, Diego Fernández de Cevallos y otros los ayudarán. Cuentan con mucho dinero. Apenas en el estado de México se gastaron más de mil millones de pesos y los precandidatos del Tucom del PRI más o menos unos 500 millones. Salinas, Diego, Fox, los 30 hombres más ricos de México van a jugar del mismo lado. Lo hicieron en 94 y lo hicieron en 2000. Con mayor razón lo harán ahora, porque enfrente tienen una opción con el apoyo popular suficiente para disputarles el rumbo del país. Es una posibilidad real, y tan real que ha aumentado el activismo del bloque dominante. Pero es eso: una posibilidad. Nada está escrito, nada es fatal. Todo depende de lo que hagan los diversos actores políticos.

En ese contexto tenemos que preguntarnos: ¿cuál es la conducta más radical, la más congruente, la más consecuente? ¿Este es momento de dividir? ¿Es lo más revolucionario llamar al abstencionismo?, ¿es ahora cuando debemos marcar una frontera de pureza ideológica?, ¿es lo más correcto lanzar más de una opción electoral del bloque popular alternativo?

Estoy seguro de que nada de eso es congruente, revolucionario o radical, sino absurdo, ilógico y, en el mejor de los casos, una actitud política totalmente conformista y conservadora. Hay una oportunidad histórica, hay que pelear, luchar y, sobre todo, unir. Lo más radical hoy en día no es marcar la diferencia entre las izquierdas o las fuerzas progresistas. Lo más radical hoy en día es abrirse, unir y hacer las alianzas más amplias posibles. No me refiero sólo a la posibilidad de una alianza entre partidos, sino sobre todo a la alianza más profunda que esos partidos deben expresar, aquella que atraiga al sindicalismo, al empresariado general, a los profesionistas, a clases populares y clases medias, a las rupturas progresistas del viejo partido de Estado, a los ciudadanos comunes que no quieren hacer política partidista, pero que quieren cambiar este país.

Lo más radical hoy en día es construir una mayoría nacional; lo más radical hoy en día es convertir al bloque de Salinas y sus intereses en minoría. Midamos el tamaño de los intereses, del dinero y del poder que tiene la coalición dominante. La alianza alternativa tiene que ser más grande que todo eso. A la fuerza del dinero tenemos que oponer la fuerza de una mayoría social. Construir esa ma-yoría es lo más radical que podemos hacer quienes luchamos por cambiar el rumbo del país, para dar por terminado el ciclo del neoliberalismo, e iniciar un proceso de recuperación económica y de reformas sociales.

 
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