Usted está aquí: jueves 8 de septiembre de 2005 Opinión El valor de las encuestas

Octavio Rodríguez Araujo

El valor de las encuestas

Encuesta y consulta son conceptos semejantes, pero no iguales, salvo en alguna de sus acepciones. El Diccionario de la Real Academia dice que consulta (en una de sus acepciones) es la acción y efecto de consultar el parecer o la opinión de las personas sobre determinadas cosas y que encuesta es averiguación o pesquisa; pero Manuel Seco, miembro de la Real Academia de la Lengua, establece como sinónimos de encuesta no sólo investigación y averiguación, sino también sondeo, en tanto que como sinónimos de consulta sugiere "consejo, asesoramiento [y] opinión". Para Seco, deduzco, sólo la consulta de la opinión sería sinónimo de encuesta. Encuesta es el vocablo más preciso y su expresión en inglés o en francés, según mis diccionarios, quiere decir más o menos lo mismo.

Una encuesta, que siempre es instrumento y no un fin, sirve normalmente para averiguar preferencias: "¿qué prefiere usted, la Coca-Cola o la Pepsi-Cola?" Y por esto las encuestas se usan en el ámbito de la mercadotecnia, pues proporcionan indicios sobre las preferencias de las personas. Asimismo, sirven y se utilizan para conocer aspectos fundamentales y definitivos de interés colectivo: "¿Está usted de acuerdo con la guerra o con la paz?", donde también se buscan preferencias, en este caso de consecuencias vitales (o mortales) para una población y no simples gustos por A o B. Pero también suele consultarse a la población sobre aspectos que no enfatizan las preferencias, sino una toma de posición basada en principios, como por ejemplo: "¿está usted de acuerdo en que los indios sean discriminados?", o "¿piensa usted que el gobierno de Estados Unidos actuó con prontitud y eficiencia ante el desastre provocado por Katrina?"

Es una tontería, por lo tanto, pensar que el uso de las encuestas sustituye a los principios o el análisis crítico, como ha querido hacer creer un señor que habita en Chiapas y que antes se caracterizaba por el razonamiento y la reflexión y ahora por los calificativos fáciles y estridentes. Las encuestas sirven para conocer, entre otras cosas, la afirmación individual y colectiva de principios, para ponderar la ventaja de una estrategia sobre otra, para el análisis de una realidad concreta en un momento preciso, para conocer la opinión de la población sobre determinadas demandas o personas de un grupo político o militar, y también para fines publicitarios. Son, repito, instrumentos.

Pensemos, por ejemplo, en la llamada Consulta Nacional que promovió el ELZN en junio de 1995. En esa consulta, que más propiamente hablando fue una encuesta, se hicieron preguntas tanto de posiciones políticas y sociales (afirmación de principios) como de preferencias.

La primera pregunta que propuso el EZLN, y que luego sufrió pequeñas modificaciones, fue: "¿Estás de acuerdo en que las principales demandas del pueblo mexicano son: tierra, vivienda, trabajo, alimentación, salud, educación, cultura, información, independencia, democracia, libertad, justicia y paz?" Esta y las siguientes dos preguntas se relacionaron con afirmación de principios o toma de posición de los encuestados mediante una votación que se hizo en casi todo el país. Las preguntas 4 y 5, en cambio, fueron de preferencia sobre el camino estratégico que debía tomar el EZLN en relación con otras fuerzas políticas. La pregunta 4, en su versión original, decía: "¿Debe el EZLN convertirse en una fuerza política independiente y nueva?", y la 5: "¿Debe el EZLN unirse a otras fuerzas y organizaciones y formar una nueva organización política?"

Las respuestas de esta encuesta fueron muy reveladoras: las tres primeras, que significaban una toma de posición (cuestión de principios, podría decirse), tuvieron una respuesta afirmativa superior a 90 por ciento. En cambio, las preguntas 4 y 5, que estaban dirigidas a la estrategia a seguir por el EZLN en relación con otras fuerzas políticas, tuviera, tanto para indígenas como no indígenas, un intermedio, que fluctuó entre 48 y 53 por ciento según la pregunta y el universo que se expresó sobre las dos preguntas. Estas preguntas implicaban un problema de preferencias que, en este caso, correspondían a principios y no a gustos, como sería el caso de refrescos o jabones.

A partir de esa Consulta Nacional (que también se hizo en el extranjero), los datos fueron analizados (quiero suponer que críticamente) y el EZLN pudo comprobar dos cosas a mi juicio importantes: que la mayoría de la población estaba convencida de la pertinencia de las demandas planteadas por la organización rebelde en su Primera Declaración de la Selva Lacandona, y que alrededor de la mitad de los votantes estaba a favor de que el EZLN se convirtiera en una fuerza política. De esta segunda comprobación -supongo- surgió la idea de formar el Frente Zapatista de Liberación Nacional, que no dio los frutos originalmente esperados.

No me queda claro por qué alguien que promovió una consulta a los pueblos de México y del mundo sobre lo que debía ser y hacer el EZLN en términos políticos, que no fue asunto trivial, califica despectivamente a las encuestas y considera que quienes las toman en serio hayan cambiado el análisis crítico por ellas. Por lo que a mí respecta, defiendo mis principios y también las encuestas y otros muchos instrumentos útiles para el análisis. Por eso participé, invitado por el EZLN, en el comité directivo promotor de la encuesta ya mencionada. Si hubiera pensado que las encuestas son equivalentes al papel higiénico y que son más importantes que los principios, no hubiera participado.

 
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