Usted está aquí: jueves 15 de septiembre de 2005 Opinión Calderón y el PAN

Octavio Rodríguez Araujo

Calderón y el PAN

No es seguro, aunque sí probable, que Felipe Calderón Hinojosa sea el candidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República. Y esto lo saben muchos panistas, incluido Vicente Fox, como lo ha demostrado al invitar al precandidato a conversar en Los Pinos, después de su triunfo en la primera fase de las elecciones internas.

La jugada de Calderón, como lo señalé en un artículo en La Jornada publicado a principios de junio del año pasado ("El PAN en su disyuntiva"), fue perfecta. Me refería al hecho de que el ahora puntero del blanquiazul se había hecho destapar por el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña. Ese destape tuvo dos intenciones (y efectos calculados): la primera, ser ubicado en la corriente heredera del doctrinarismo de Acción Nacional y no en la de los neopanistas a la que pertenecen Fox, Cárdenas Jiménez y, sobre todo, Creel. La segunda, que fue una sutil trampa en la que cayó el Presidente de México, era deslindarse de éste, de Marta Sahagún y del entonces ocupante de la silla del secretario de Gobernación. Ambas intenciones tenían un objetivo implícito: ganarse la simpatía de los panistas auténticos y de quienes, siendo también nuevos, se identifican con lo que fue su partido antes de ser tomado por dirigentes provenientes de empresas, asociaciones empresariales y de la ultraderecha militante.

Ramírez Acuña, pese a sus defectos, que no son pequeños, inició su carrera política al lado de Efraín González Morfín, quien fuera uno de los principales autores del solidarismo social del PAN en los años 70 del siglo pasado y uno de los más conspicuos opositores al pragmatismo electoral y pro empresarial de Conchello, Madero y otros en aquellos años. El gobernador de Jalisco y Calderón Hinojosa no son precisamente doctrinarios, cierto, pero vienen de esa camada y se consideran sus herederos (herederos de derecha, debe añadirse, pues González Morfín suscribía posiciones del socialismo cristiano que éstos reprobarían ahora). El hecho es que, dentro de lo que hay en el PAN y tomando en cuenta el origen de sus últimos dirigentes, Felipe Calderón es visto como doctrinario y moderado, es decir, ni de ultraderecha ni del ámbito propiamente empresarial.

La trampa en la que cayó Fox fue regañar a su secretario de Estado en el momento en que fue destapado, regaño que aprovechó Calderón para renunciar y con ello marcar su distancia de lo que representa el foxismo-sahagunismo. Lo consiguió, pues al renunciar a su cargo en el gabinete quedó claro que jugaba en otras ligas y no en la del desprestigiado gobierno federal. El resultado de la elección interna, por ahora en un tercio de las entidades federativas, demuestra que su jugada fue correcta. Veremos qué pasa en las próximas dos elecciones del 2 y el 23 de octubre. Mi pronóstico, sobre el que no apuesto nada, pues soy analista y no agorero, es que obtendrá más votos que Creel y que el autodenominado caballo negro.

El gran problema que tiene Calderón en este momento se llama Manuel Espino, un presidente del PAN que, además de pertenecer a la ultraderecha, no actuó como se supone que tenía que hacerlo, provocando una gran abstención en la primera fase de la elección interna. Es probable que el cálculo de Espino, ya que no se pudo satisfacer el deseo de Creel de que la elección fuera abierta a toda la ciudadanía, haya sido que entre mayor abstención menos votos obtendrían los opositores al precandidato de Fox, especialmente Calderón. Pero aunque no funcionó, Calderón tiene ahora el reto de promover una mayor participación para que su candidatura resulte realmente legitimada. El ahora puntero del blanquiazul desearía un apoyo mayor de sus compañeros de partido, pero aunque tiene buenos padrinos no parece contar con la dirección del aparato, y esto no es trivial: aparato puede matar popularidad, fórmula bien conocida en todos los partidos políticos.

Si en la segunda fase de las internas, dentro de dos semanas aproximadamente, vuelve a ganar Calderón, es probable que la abstención panista disminuya considerablemente y que el PAN, incluido su aparato, cierre filas en torno a su muy probable candidato. Ya Fox quiso dar señales en este sentido: a pesar de sus simpatías por Creel, al felicitar y recibir a Calderón en Los Pinos está enviando un mensaje, y éste es que el PAN no se dividirá, gane quien gane la elección interna. Gran lección al PRD, quién lo dijera.

 
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